Los cinco mejores trucos para comer un montón estas fiestas y no ganar peso

No es cuestión de llevar a rajatabla la dieta también en estas fiestas, sino de poner en práctica una serie de consejos que te ayudarán a tener la cabeza fría y el estómago no muy lleno en las cenas.

Cada Navidad es lo mismo, te pasas todo el año cuidándote y de repente subes 4 o 5 kilos en unos días que deberían ser de alegría y felicidad, y no de glotonería. ¿Por qué te crees que Papá Noel está tan gordo o que los Reyes Magos llevan capas y túnicas? Y si lo piensas bien, en el fondo, no hay nada más ridículo que comerte un plato de lechuga y tres galletas integrales en Nochebuena cuando todo el mundo está festejándolo por todo lo alto. No, no eres Kate Moss, no necesitas enloquecer mientras los demás cantan villancicos y se regalan los unos a los otros lencería roja. ¿Cómo? Jane Michell, creador de Plan Jane, una web dedicada al cuidado corporal, nos ha dejado bajo el árbol unos sencillos trucos que harán que nuestras comidas navideñas no se conviertan en bacanales de grasa.

1. El canapé es la clave

La tentación no vive arriba, sino en el bufé libre o, en su defecto, en las bandejas de picoteo que se sirven antes del plato principal. Jane recomienda sentarse estratégicamente lejos de los platos y, sobre todo, elegir con mesura: “Si los camareros o anfitriones tratan de tentarte con un piscolabis, evita siempre los hojaldres y los fritos o límitate a tres cada noche”. Y sobre todo, no los mires demasiado porque “si los snacks no están a la vista, no existen. Reemplázalos por canapés caseros y por ensaladas”, sugiere.

De esta forma, un buen truco es servirse un gran plato de escarola al inicio de la comida, que sacie el hambre voraz que nos posee cuando echamos el ojo por primera vez a la comida navideña.

Eso sí, advierte Michell, si la cena la celebras en casa, eres tú quien manda. En cuyo caso, puedes ofrecer a tus invitados canapés sanos y darles un toque mucho más moderno y minimalista: por ejemplo, sustituye los rollitos envueltos con beicon frito por jamón de Parma o salmón ahumado.


2. Ni Ava ni Paul Newman lo harían

“Enfúndate en ropa sexy y muy ajustada, que te presione el estómago, ya que inconscientemente anula el deseo de seguir comiendo sin parar”, explica Jane. Y si tus estrechísimos pantalones o vestido te lo permiten, invita a los demás comensales a cambiar las bandejas de sitio, ofrece un canapé y departe alegremente. No te focalices en la comida, es una fiesta.

El Plan Jane destaca la importancia de la actitud: visualízate caminando sexy sobre la alfombra roja con tu vestido de noche y deslumbrando al personal. ¿Imaginas a una diva como Ava Gardner comiendo polvorones a dos carrillos?


3. La teoría del vino

Jane Michell propone una interesante proporción para que no nos pasemos con las copas, ya que no solo estaremos achispados sino descontrolados en la mesa. La regla es la siguiente: “Por cada copa de vino bebe algunos tragos de agua. Seguirás estando hidratado y habrás cortado de raíz el exceso de alcohol”. Y como más vale prevenir que curar, la gurú de las dietas invita a prepararse para el exceso de bebida de las fiestas reduciendo el número de copas durante las semanas previas. “Te sorprenderás de lo diferente que se ve tu cintura, tu cara y tus ojos”, dice.

4. Basta de torturarte


En Navidad la televisión nos inunda de programas de cocina y anuncios de sabrosos y calóricos pecados: turrones, mazapanes, bombones de chocolate… Tienes un firme propósito y debes llevarlo a cabo: operación adiós a la glotonería. Y Jane Michell es muy clara al respecto, comer a destajo no hace crecer tu espíritu navideño.

5. Ni en la boca ni en la barriga


La pastelería y los turrones son elementos indispensables de la comida navideña, pero hay un truco para que puedas probarlos sin que acabes comiendo más de la cuenta: servir porciones más pequeñas. Puedes cortarlas o bien comprar en el supermercado este tipo de dulces de formato reducido, como los mini turrones individuales, que garantizan que al menos llevarás la cuenta de cuántos trozos te has comido ya.

De cualquier forma, es mucho más fácil poner un poco de cabeza a tus festines que pasarse el año siguiente intentando cumplir el propósito de Año Nuevo. A saber: perder tres kilos (los mismos que te echaste encima las navidades pasadas).