Los cinco meses que pasé en una clínica británica 'curándome' el lesbianismo

Bajo una identidad falsa, la periodista se somete a uno de los tratamientos para curar la homosexualidad que causan furor en Reino Unido. Lo cuenta en dos entregas. Esta es la primera

– Me siento atraída por las mujeres, ¿estoy enferma?

– No. La homosexualidad es compleja. Hay varios temas que debemos tratar. ¿Cuál es la relación con tus padres?

– Mis padres no saben que soy lesbiana

– Lesbiana, gay… ¿por qué a la gente le gusta poner nombre a todo? Es mucho más complejo que eso.

– Pero si me gustan las mujeres, soy lesbiana… y dudo que eso lo pueda cambiar.

– Bueno… la ira no es una enfermedad, pero se puede controlar.

– ¿Tengo entonces que reprimir mis sentimientos?

– No, tienes que controlarlos. Controlar no es lo mismo que reprimir. Y si los controlas, llegará un día en que no te afecten.

– ¿Eso significa que podrán llegarme a gustar los hombres? ¿podría llegar a ser heterosexual?

– La sexualidad es cambiante a lo largo de la vida… es fluida.

– ¿Qué garantía de éxito tengo?

– Hay gente que no lo consigue, hay gente que prefiere el celibato, hay gente que logra que su atracción homosexual desaparezca por completo.

– No quiero ser una mujer que viva en el celibato.

– El celibato es considerado como un regalo divino.

– Tengo miedo. Los psiquiatras dicen que este tratamiento es dañino.

– Siempre que hay daño potencial, también existe beneficio potencial.

Éste es un extracto de una sesión mantenida con un psicoterapeuta que quiere ayudarme a que sea heterosexual. En el Reino Unido, uno de los países más avanzados del mundo, los tratamientos para “curar” o “convertir homosexuales en heterosexuales” están cada vez más extendidos. Y esta periodista lo puede confirmar, de primera mano, porque durante cinco meses ha estado infiltrada en esta red de terapeutas, haciéndose pasar por lesbiana.

No hay datos oficiales, pero según el University College de Londres, casi el 17 por ciento de los terapeutas (uno de cada seis) han llevado a cabo “casos de conversión”. Este tipo de prácticas no son ilegales. Sin embargo, en enero de este año, 14 organizaciones (incluyendo el Sistema Nacional de Salud, el Colegio de Psiquiatría y la Asociación Británica de Psicología) firmaron un memorando, respaldado por el Gobierno, donde se advierte de que este tipo de tratamientos son “potencialmente dañinos y poco éticos”.

Y es aquí donde comienza mi investigación. Durante cinco meses he sido Marta, una lesbiana que intentaba dejar de tener atracción por mujeres. Por razones legales y éticas, se ha modificado el nombre de la mayoría de las personas mencionadas en este reportaje.

El psicodrama

Simmon pertenece a Core Issues Trust, una organización que considera que los homosexuales pueden llegar a ser heterosexuales si reciben suficiente ayuda, terapia y oración. Vive en Belfast, pero cuando viaja a Londres tiene a su disposición las oficinas de Christian Concern, otra organización religiosa.

Nos citamos a primera hora de la mañana. La sede no se encuentra muy lejos del céntrico emplazamiento de Oxford Circus. Tras llamar a la puerta, un joven muy educado me dice que espere en una sala. Varios voluntarios se dedican a distintas tareas. Nadie me habla. Tengo tiempo para observar con detalle todo lo que se encuentra a mi alrededor: diferentes panfletos contra el aborto, “las enseñanzas del sexo anal en los colegios”, los matrimonios homosexuales…. Y también varios recortes de prensa donde se habla de la polémica publicidad que Core Issues Trust quería poner en los autobuses de Londres: “¡No gay! Ex-gay, post-gay y orgulloso. ¡Consígalo!”.

Las autoridades locales no lo permitieron al considerarlo “ofensivo”. La polémica también llevó a la Asociación de Psicodrama británico a suspender a Simmon su afiliación.

– ¿Marta?

– Sí, soy yo.

– Pasa, adelante.

Su tono de voz es pausado, tranquilo, amable. Me insiste en que sólo tengo que estar allí si realmente es lo que quiero. Le explico mi historia, totalmente inventada. Nada más licenciarme vine a vivir a Londres. No he tenido muchas relaciones, pero sí estuve viviendo dos años con una mujer a la que amaba. Finalmente tuve que dejarla porque no quería que sufriera. Me sentía incapaz de vivir mi homosexualidad de manera natural. Nadie de mi familia o amigos en España saben nada. Quiero tomar una decisión antes de volver a mi país: decir a mi entorno que soy lesbiana o intentar poder llegar a ser (o actuar) como una persona heterosexual.

– La verdad es que me siento un poco perdida. No sé si necesito un terapeuta o realmente necesito ser valiente y aceptarme tal cual soy.

– No tienes que tomar ninguna decisión ahora mismo. Simplemente tienes que cuidar de ti y aprender a tener compasión de ti misma, o de esa parte de ti que se siente confundida y te hace daño. Poco a poco, crecerá el deseo de ser verdadera y sentirás la integridad dentro de ti.

– Le puedo asegurar que la historia de amor que he vivido ha sido verdadera, basada en la confianza, en el respeto. Realmente creo que por lo que me siento mal es por haber roto con una persona que me hacía feliz por no haber tenido el valor de ser sincera conmigo misma.

– Pero la rompiste y ahora estás aquí. Eso significa algo. Si hubieras sido feliz de esa manera, ahora estarías con ella… pero hay algo de ti que no te hacía feliz viviendo esa vida.

Tras varios meses en este mundo, comprobé que las personas que acuden a pedir ayuda, por lo general, se encuentran deprimidas porque sus valores cristianos no les permiten vivir su homosexualidad. Si acuden voluntariamente y con fe ciega de que pueden reprimir sus deseos, muchos terminan convenciéndose a sí mismos de que así son más felices.

Otros, sin embargo, acaban rompiendo la relación con la comunidad religiosa a la que pertenecen y viven su homosexualidad de manera natural. Es el caso de Tom. Tiene 52 años y me explica que este tipo de terapias han existido durante “toda la vida” en Reino Unido. “Cuando yo empecé a sentir deseo por los hombres y supe que era gay, mi entorno, perteneciente a la Iglesia Evangelista, me recomendó ir a terapia. Estamos hablando de hace más de 25 años”. Me describe la experiencia como una auténtica “tortura”, es más, me confiesa que muchos terapeutas “utilizaban las sesiones para captar a gays”.

No fueron unos años fáciles. Sufrió ansiedad y depresión. Hasta que finalmente tomó una decisión: “Escribí una carta a todos mis amigos y les expliqué que era homosexual, que no era nada malo y que quien quisiera formar parte de mi vida, tenía que aceptarme tal cual era”. Algunos le respondieron despidiéndose, otros ni siquiera dieron señales de vida. Tom, ahora mismo, se considera una “persona normal y feliz”.

Los daños potenciales

Mi contacto con Simmon es periódico. Durante una de nuestras conversaciones, le muestro el informe respaldado por las 14 organizaciones sanitarias, donde se describe la terapia de conversión como “potencialmente dañina y poco ética”.

– Quiero empezar con un terapeuta, pero al mismo tiempo considero que estoy haciendo algo que atenta contra mi propio yo.

– ¿Por qué no esperas hasta que te sientas más tranquila? Si finalmente decides hacerlo, que sea para explorar temas, no para tomar una decisión para la que aún no estas lista. Y entiendo tus miedos. Hay una gran discusión al respecto, a nivel mundial y especialmente en el Reino Unido. El lobby gay, politizado por la gente del LGBT, argumenta que los gays nacen y no pueden cambiar porque es algo innato. Como sabes, nosotros no compartimos esa idea. Tampoco pensamos que la homosexualidad sea una enfermedad. Hay que tener mucho cuidado con cómo nos muestra la prensa. Pero volviendo al tema de la genética…basta con pensar en los gemelos idénticos. Sólo el 11% de los gemelos idénticos son homosexuales. Si la homosexualidad es genética, ¿por qué el porcentaje no es del cien por cien? En el Reino Unido, todos los organismos profesionales ahora dicen que es un delito ético ayudar a una persona para que cambie o reduzca sus sentimientos homosexuales. Hay evidencia anecdótica que sugiere que la terapia es perjudicial, pero también hay casos que sugieren que es beneficiosa. Siempre hay daño potencial, también existe beneficio potencial. (*Esta última frase es repetida prácticamente por todos los terapeutas).

– ¿Por qué le echaron de la Asociación de Psicodrama?

– Sencillamente porque no estaba de acuerdo con ellos. Recientemente, la Asociación de Terapeutas Cristianos también nos ha echado porque no quieren enfrentarse a lo que dice la mayoría. Y eso es muy frustrante para gente como tú que no está politizada y que sólo quiere las mejores respuestas y la libertad para formarse su propia opinión.

El orientador

Todas las conversaciones con Simmon se consideran orientativas. No me cobra dinero. No ejerce de terapeuta conmigo. Pero sí hablamos de nuestras experiencias personales.

Él considera que al estar en Londres, una ciudad en la que no me conocía nadie, he podido querer “experimentar”. Me pregunta cosas sobre mi familia. Me invento que soy la menor de dos hermanas. “Ella, como a todas las chicas jóvenes, le gusta salir por las discotecas, pero yo siempre he estado más con mis padres. Y ahora temo hacerles sufrir al decirles la verdad”, explico.

Él interpreta que quizá he asumido “determinados roles de responsabilidad” que no le competen a una hermana pequeña y que habría que “ahondar más” en ese tema. “Si finalmente tomo la decisión de contar a mis padres que soy lesbiana y quiero vivir mi homosexualidad sin tapujos, ¿me ayudarías a hablar con ellos?”, le pregunto. Gran silencio.

– ¿Cómo fue capaz de controlar sus deseos homosexuales?

– Ahora no tengo deseos sexuales de estar con un hombre, física o emocionalmente. Y mis fantasías han cambiado. Las personas son diferentes y sé que algunos hombres nunca han sentido atracción por las mujeres. No es mi caso.

Criado en Sudáfrica, Simmon se convirtió al cristianismo después de que un orador en un campamento de verano le abrazase. Fue una experiencia única para él. Nunca había experimentado contacto físico con un hombre de esa manera. La relación con su padre no era precisamente cercana y siempre se sintió más identificado con su madre.

Su primera experiencia homosexual ocurrió en la universidad, con un profesor mucho mayor. “Me sentí paralizado emocionalmente después de lo que sucedió”. En 1999, se trasladó a Inglaterra. Para entonces ya estaba casado y tenía dos hijos. A día de hoy, lleva 35 años de matrimonio.

En Reino Unido, descubrió la facilidad con la que uno podía contactar con otros homosexuales a través de Internet. Estableció una relación duradera con otro hombre, al igual que él casado y con hijos.

– ¿Pensó alguna vez en dejar a su mujer por él?

– No… aquello era una relación imposible… y no me hacía bien… yo dependía demasiado de él emocionalmente… estaba claro que no era una relación entre iguales…. Ahora que ha pasado el tiempo entendí que había confundido muchas cosas. Al no entender mi propia identidad o no haber recibido afecto o muestras de cariño físicas de mi padre… no sabía cómo comportarme con los hombres… aquello no podía llegar a nada… era totalmente dependiente…

Fue su propio hijo quien descubrió la aventura. “Por supuesto, fue devastador”. Su mujer le preguntó si estaba dispuesto a cambiar y lucharon “todos como familia”. Por aquel entonces, su hijo fue diagnosticado con un nivel alto de autismo. Con 26 años se quitó la vida. Me quedo paralizada al escucharle.

– ¿Se siente culpable por lo que pasó?

– No… tristemente él era una persona muy enferma.

(La segunda parte del reportaje se publicará mañana domingo, en El Confidencial)