Crisis es una palabra que, para los grandes del fútbol mundial, se activa con apenas encajar un par de malos resultados. La excelencia exige lo mejor. Siempre. Sin margen casi para el error. Y este Real Madrid lleva muchos. En Liga espacialmente, donde se ha descolgado a 10 puntos de la cabeza, con un Barça intratable (sólo le persigue el Valencia) y Zidane emponzoñado en un lodazal de arenas movedizas. Se hunde lentamente sin que sus decisiones tengan apenas incidencia en el devenir del equipo merengue, impulsado hacia el fondo con cada movimiento erróneo de sus decisiones. Cinco son los pecados con los que el Francés está arrastrando al Real Madrid a una situación infrecuente.
1.- Sin rotaciones
Resulta llamativo que lo que se convirtió en su principal virtud la pasada temporada, dar oportunidades a casi todos sus jugadores con la famosa alternancia entre plan A y plan B, se ha convertido este año en uno de los problemas de un Zidane que no se atreve a dar el paso de sentar en el banquillo a jugadores lejos de su forma habitual (Benzema, Cristiano, Modric, Kroos, Marcelo…) para dar minutos a otros.
Jugadores que, lo poco que juegan, demuestran estar capacitados para rendir o, al menos, de ganarse la oportunidad de que se les discuta (o ensalce). Hombres como Ceballos, Asensio o Theo apenas han gozado de esas ocasiones.
2.- Sin incidencia desde el banquillo
A Zidane le cuesta hacer cambios para hacer reaccionar a los suyos y, cuando ejecuta esas sustituciones, no tienen incidencia en el partido, bien por esa falta de tiempo o, simplemente, porque no son las acertadas.
El sábado, en el derbi, más allá del cambio forzado de Nacho por Ramos, Zidane sólo hizo un cambio: Asensio salió por Benzema en el 76′. El mallorquín apenas ha jugado 44 minutos en los partidos grandes y de ellos, siempre en el mismo minuto: 75 (aproximadamente).
3.- Poca estrategia
El año pasado el Real Madrid dominaba en las jugadas de estrategia y, liderado por la cabeza de Sergio Ramos, logró bastantes goles gracias a una pizarra que esta temporada está vacía. La estrategia apenas está dando resultado a Zidane.
Una vía con la que el curso pasado se solucionaron muchos partidos y que no sólo se basaba en la fe de Sergio Ramos, sino en los movimientos de sus compañeros, muchos con bloqueos que le liberaban camino al gol. El golpeo de Kroos también ayudaba. Pero este año el del alemán (o el de Modric, el otro lanzador) ha desaparecido.
4.- No cambia el dibujo
El Real Madrid se abonó al 4-3-3 con la BBC sobre el terreno de juego. Pero la lesión de Bale dio entrada a Isco y con él, el 4-4-2 domina el dibujo merengue. Los rivales ya le han cogido el truco, pero Zidane lo mantiene sin apenas aportar variantes, con casi siempre la misma distribución sobre el terreno de juego. La opción de alternar variantes, como hace Valverde en el Barça, con un dibujo más flexible o soluciones sorprendentes, como el 4-3-3 asimétrico, no se dan, por ahora, en Real Madrid.
5.- Carencia de autocrítica
Al menos de puertas hacia afuera. El Real Madrid apenas muestra críticas. Todo se hace bien. Todo está correcto. Es Zidane el que lidera esta sorprendente carencia de autocrítica.
El sábado, por ejemplo, tras el empate del Wanda Metropolitano, el francés parecía contento por el resultado. Como si su temor a la derrota fuera tal, que diera por bueno el empate. Aunque el empate fuera casi como una derrota viendo que el Barça se pone a 10 puntos en la clasificación.
Así está siendo a lo largo de todo el curso. A Zidane, cara al público, le cuesta entonar un discurso en el que haya algo de crítica propia hacia su trabajo o el de sus chicos.
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