Desde hace 100 años en un pueblo del Sucre se vienen vistiendo sus calles con lo que ellos llaman cuadros vivos. En un comienzo eran cuadros sobre temas religiosos, derivados de los autos sacramentales del medioevo europeo. Hoy son representaciones que pueden ser religiosas, artísticas, sociales o políticas dependiendo de la inspiración de quienes las crean.
En su versión actual los cuadros vivos se montan en tres calles de Galeras, Sucre, calles que cambian cada año de acuerdo a la selección que hace el comité organizador. Cada calle tiene su día, o mejor su noche, para presentar los cuadros creados por los vecinos que han decidido participar. Este año, en la segunda noche, vimos más de 30 cuadros en la calle Sucre.
Los ganadores de cada calle se presentan nuevamente en la última noche, cuando se cierra el Festival de Algarrobo que sirve de marco a los cuadros vivos.
Las familias o personas que montan el cuadro ponen todo: tema, protagonistas, escenografía, maquillaje, iluminación, etc. Y lo presentan al frente o al costado de la casa por dos horas en la noche que les corresponde.
Este año, en esa calle, los títulos de algunos de los cuadros eran: “De día y de noche”, “Las palenqueras”, “Décima plaga”, “La fuerza de las letras de Gabo”, “Isis, la diosa del amor”, “Ni con el pétalo de una rosa”, “La Gioconda”, “La Ascensión”, “Hasta que la muerte nos separe”, “Violencia intrafamiliar”, “Centro de Salud Chikunguña”. (*)
Los protagonistas van desde niños y niñas hasta abuelitos y abuelitas, pasando por todas las edades intermedias. En otras ocasiones, no en esta, los cuadros han incluido animales que, como sus dueños, permanecen como estatuas durante las dos horas que dura montado el cuadro vivo. Y si la suerte acompaña a los asistentes, como ocurrió esa noche, pueden toparse con una gran actriz como Carmenza Gomez haciendo el papel de Fermina Daza en un cuadro sobre “El amor en los tiempos del cólera”.
Así como los temas, los elementos de los cuadros (escenografía, vestuario, maquillaje, iluminación) van de lo simple a lo sofisticado dependiendo de los recursos y de la imaginación de sus creadores.
De 6 a 8 de la noche pasa por la calle en cuestión todo el pueblo de Galeras, más lo visitantes, comentando, criticando, gozando y disfrutando de los cuadro vivos. Como en todas las expresiones artísticas hay para todos los gustos, pero los más populares tienen verdaderos tropeles de gente frente a ellos.
Esa noche, por lo largo de la calle y la cantidad de cuadros, el paso tuvo que ser rápido con poco tiempo para disfrutar de cada uno.
A Galeras llegué en compañía de mi mujer, gracias a la invitación Carlos MartinezSimahanquien, conGloria Triana y Olgalucía Jordán, está preparando un libro sobre esta fiesta, popular en el sentido más estricto de la palabra, pues tanto protagonistas como espectadores son el pueblo de Galeras y los que tenemos la fortuna de ser sus huéspedes. (**)
Como toda fiesta popular corre el riesgo de que el éxito la desborde, haciéndole perder su esencia y su sentido. Esa noche percibí dos problemas que atentan contra el disfrute de los cuadros vivos: la música a todo volumen en dos o tres locales comerciales afanados por atraer clientela y el gentío que recorría la calle sin dirección ni orden. Ambos fáciles de resolver con un mínimo de orden y de autoridad.
Para fortuna nuestra, esa noche nos acompañaba un artista de Sincelejo quien sin rubor alguno se tomó la autoridad de hacer silenciar los altavoces dándonos la oportunidad de disfrutar, en paz, las representaciones. Pero esto no pueden los organizadores dejarlo al azar, pues no siempre va a estar alguien que como él exige, y logra, el respeto para los asistentes y para los artistas.
(*) Las fotos que acompañan este escrito fueron tomadas por la fotógrafa Olgalucía Jordán.
(**) Ante la inexistencia de hoteles en Galeras, la familia Santos nos recibió en su casa con un cariño y una hospitalidad extraordinarias.