Los diablos y los ángeles de la zona esmeraldera

Terminaba la reunión aquella mañana encendida de sol y viento del viernes cinco de septiembre de 2014 en el centro de Bogotá en donde se le daba vida a la Confederación de Esmeralderos de Colombia (Confedesmeraldas). Los asistentes mostraban su beneplácito porque al fin se iba a trabajar por un sector salpicado de desprestigio y por una zona sumida en el total olvido.

El tema días después fue terrible porque llegaban noticias desde la zona rural del municipio de Arbeláez en Cundinamarca en donde se daba cuenta del asesinato del líder esmeraldero, Luis Murcia, más conocido como el “Pekinés”. El palo no estaba para cucharas, pero la nueva agremiación encontró un escenario prudente para exhortar por la calma y propiciar un reencuentro de la familia esmeraldera, venida a menos por los hechos de sangre registrados a través de la historia y que les dieron la fama a los esmeralderos de bandidos y matones. Lo triste del asunto es que ese minero, ese hijo del Eje Esmeraldífero, no es más que un campesino humilde tratando de encontrar fortuna, es como el adicto por la lotería o al juego de azar, porque las minas tenían y tienen dueños y esos son tan solo unos pocos.

En el mundo de la esmeralda han pasado muchas cosas, pero tristemente la gente del común ignora lo que esta industria reserva y que tiene que ver básicamente con el duro oficio de la exploración y la explotación de las valiosas piedras verdes, pocos saben de las muertes en accidentes, de la dificultad del guaquero y del karma de encontrarlas, porque malo es no tenerlas, pero más complicado es salir de la zona con ellas. En fin son varias las vicisitudes de esta actividad que hoy concita el interés del país por la amenaza de la nueva “guerra verde”, que no deja de ser más que un sofisma de distracción porque el sector está apartado de los intereses del gobierno y que según el gremio, mira con cierta complacencia porque como dice el dicho, en rio revuelto, ganancia de pescadores, y no son pocos los rumores que apuntan a que el ejecutivo en su reconocida generosidad capitalista quiere entregar títulos y propiedad a las multinacionales y a los fenicios exógenos que desde hace muchos años han procurado con relativo éxito desestabilizar la región.

El análisis del sector de las esmeraldas no es fácil según la Confederación, todo en las zonas de explotación es muy diciente porque el resultado de la actividad se resume en hambre, desnutrición, muerte, huérfanos, viudas, desdén estatal, pobreza, miseria y un caos que tiene que ver con la falta de inversión en obras de infraestructura vial y en la carencia de centros de atención médica de primer nivel así como en una precaria educación. La zona esmeraldera está queriendo retomar su importancia agropecuaria y la preciosa piedra verde puede darle un empujón a la economía lícita del sector primario campesino, pero con el concurso del estado, con políticas mineras que jalonen el campo como sucedió otrora.

En una charla con Confidencial Colombia, los voceros de Confedesmeraldas aseguraron que ahora lo importante es ordenar la casa, propender por una regulación que incluya a toda la cadena esmeraldera y acabar de tajo con los zares, los reyes o los gamonales de la preciada joya. Ese error de alimentar egos y entregar poder a unos cuantos, legitimó las armas y la esclavitud porque muchas personas fueron sometidas a trabajar literalmente por nada, a su suerte.

El presidente de Confedesmeraldas, Wilson Alexander Quintero Ruíz, quien viene de un linaje muy respetable en el sector, fue víctima junto con su familia de la persecución, las amenazas, el robo de sus tierras en Peña Blanca y de la proscripción. Su padre, don Víctor Quintero fue conocido como una buena persona, un excelente ser humano que vio en la esmeralda una oportunidad de ayudar y compartir riqueza, sus donaciones no fueron pocas y su huella quedó en el recuerdo de muchos que lo evocan con aprecio.

En opinión del dirigente gremial la compleja situación de la economía esmeraldera obedece a las presiones de las multinacionales de la minería y a algunos países que tienen un macabro interés en la piedra, tal y como sucedió en África con los diamantes. “Aquí somos familia, nosotros queremos estar unidos porque con un bulto de esmeraldas no se saca a un hijo, o a cualquier ser querido de una tumba, una vida vale más que una linda esmeralda, repito, hay presiones en el extranjero”.

Según Quintero, hay una región muy defraudada con el aparato estatal que durante años ha tenido oídos sordos y una ofensiva miopía al problema de descomposición social en el oriente y en el occidente de Boyacá, de donde son extraídas las esmeraldas. Mucha culpa, dice, también les cabe al Congreso y a la rama jurisdiccional que han pasado de agache en el complejo escenario.

“Nuestro mismo gobierno es permisivo, yo creo que todos los esmeralderos se han quejado ante el ejecutivo para que intervenga en el lío, y no se trata de coaccionar o quitar piedras, sino de hacer una verdadera presencia, es decir llevando obras, vías, educación, salud, energía y futuro, pero tristemente no hay nada que agradecerle al estado, es increíble que Muzo, la capital mundial de la esmeralda, no cuente con un hospital. El único reconocimiento que no se le puede dejar de hacer a los gobiernos es su aporte en el éxito del fracaso de unas regiones ricas que viven en la miseria”, sostuvo Quintero.

Al esmeraldero se le estigmatiza, no se le ayuda en casos de restitución o en detrimentos generados por agentes violentos, para completar no es sujeto de crédito y está por fuera de la bancarización.

Esmeraldas sin sangre

El presidente de Confedesmeraldas, Wilson Quintero, anheló la consolidación de un sector esmeraldero sin sangre, sin culpas y totalmente organizado, sostenido sobre pilares de honestidad y con una visión de progreso en donde la inclusión social y la atención a todas las capas menos favorecidas sea parte del común denominador. Hay una oportunidad de financiar proyectos productivos del sector agropecuario y de darle un manejo consecuente a la esmeralda, es decir con políticas que avalen la sostenibilidad del negocio y poder así reinvertir en la región de donde han salido miles de millones de dólares, pero en donde no hay justicia social ni futuro.

Quintero no pudo obviar los aciagos momentos que su padre y toda su familia debieron soportar en tiempos en que la violencia arremetía y con amenazas se quitaba la propiedad y el derecho a las minas. Ese capítulo marcó a la familia Quintero, la descendencia del patriarca de las esmeraldas conseguidas con arduo trabajo y verticalidad. Este medio obtuvo una de las cartas que su hija Sara le escribió al exiliado:

“Ese es mi VIEJO!!! Un Viejo con principios, con valores, que nos ha enseñado en la vida que la familia es el tesoro más grande, que los verdaderos amigos se cuentan con los dedos de una mano, que los sueños se trabajan y se luchan, que el significado de la palabra TORCIDO no existe en su cerebro, que ser agricultor, minero, esmeraldero no debe ser visto como un estigma. Que el trabajo es un orgullo cuando se hace con pasión y amor, que ser esmeraldero y de los de verdad (de pica y pala) y que creen en la palabra y cierran un negocio con un fuerte saludo de manos es y será para mí y mi familia un ORGULLO. Papi, te habrán quitado tus tierras, te habrán robado tus minas, te habrán exiliado por ser correcto en esta vida, habrán matado tus ilusiones una y otra vez porque creías en tus AMIGOS, te habrán herido y hecho mucho daño , pero NUNCA te pudieron quitar , ni te podrán quitar la fe , el amor , las ilusiones y la perseverancia por ser un hombre de ley, de PALABRA , un hombre que ha velado por su familia, un hombre del que hoy día me siento muy orgullosa de ser su hija. Mi viejo del alma… Te amo!!! Estos y todos los homenajes que te han hecho, te los mereces, Porque eres el mejor. Feliz cumpleaños mi VIEJO!! !Willy, me hace llorar . Abrace a mi viejo de mi parte y dígale que lo amo”.

Esta sentida carta fue enviada al señor Víctor Quintero el día de su cumpleaños y hace remembrar los execrables tiempos de la violencia de los años cincuenta, cuando el bipartidismo se convirtió en la peor pesadilla. Hoy se recuerda a don Víctor, al mismo que comparaba a los excavadores con el armadillo, a los de cara teñida de tizne que entraban en las minas, desafiando vértigo, riesgo, claustrofobia y el intenso miedo. “En ese tiempo hubo un ofrecimiento de un grupo extranjero que dispuso de diez millones de dólares por una mina de mi padre, inmediatamente personas inescrupulosas pensaron en venderla en la mitad del precio y para ello era necesario asesinar a la familia Quintero para poderle vender a la firma internacional, por eso salimos del país y perdimos fincas, hectáreas mineras legales y ganado”.

A esta familia, la Unidad Nacional de Protección ha hecho caso omiso de la seguridad que se pide y la restitución de tierras avanza de manera lenta, sin embargo por disposición del “patriarca” muchas familias conservarán las tierras ocupadas por tratarse de un tema expresamente social y de alta sensibilidad. Así las cosas, la familia Quintero considera que en el sector de la esmeralda hay un 99 por ciento de gente buena y con sueños, el restante uno por ciento deja mucho que desear. “La zona de producción de esmeraldas es un sitio a donde llegan ángeles y demonios, pero la idea es estar siempre de la mano de Dios y de la santa Patrona”

Ahora, dice el presidente de Confedesmeraldas, hay un sistema del gobierno llamado el RUCOM o Registro Único Minero que tan solo sirve para detectar quien tiene piedras para despojarlo de ellas, luego de intensas jornadas de trabajo, de riesgos enormes y meses y hasta años de búsqueda, como quien dice trabajar para las monjas. “Ese mecanismo expone al minero porque muchos lo identifican y terminan atracándolo, quitándole la piedra o matándolo, pero eso no lo mide el gobierno. La esmeralda es para los colombianos, pero resulta lamentable que quienes se enriquecen con la joya son los extranjeros, nosotros regalamos la piedra, obviando que somos capaces de manejar el valor agregado”.

Cuestionó el hecho que el gobierno exija el certificado de origen porque de una esmeralda de tamaño considerable al cortarla resultan tres, es decir, que se deben declarar tres piedras con la respectiva pérdida para quien la encontró, la trabajó y la dividió.

Quintero comentó que en Colombia se hacen leyes sin conocer la realidad de los sectores que como el de la esmeralda ha sido sometido a verdaderos vejámenes y aberraciones solo por complacer los caprichos del mercado internacional. En la esmeralda hay una anomalía técnica y es que se está el 90 por ciento del tiempo en exploración, es decir que en el momento que se encuentra esmeralda y empieza la explotación, hay un lapso de diez años, haciendo cuentas hay 27 años de exploración y tres de explotación, situación muy distinta en otras piedras preciosas, lo de los estudios es totalmente falso.

“Con el BTO obligan a todos los esmeralderos a mentir porque no hay forma de aplicar ese sistema en la forma real y si se lograra, igual no se aprueba, lo del RUCOM debería aplicarse única y exclusivamente para impuestos, pero no exponiendo a la gente como lo hace la Agencia Nacional Minera que pone a la gente a rodar por horas y a gastar dinero sin contar los problemas que se generan en las fincas con cultivos o con ganado. Nadie sabe en la zona que es el RUCOM o el mismo certificado de origen y es complicado porque si un campesino se encuentra una esmeralda de 20 millones de pesos y va y la declara ante la alcaldía, con la falta de estado muy seguramente lo atracarán o lo matarán por legalizar lo que pudo ser la fortuna de toda su vida”, anotó.

En Colombia, indicó, hay que comprender que sacar esmeraldas, no es como soplar y hacer botellas porque hay exploraciones que superan los 15 años, hay casos como el de una firma rusa que invirtió más de tres millones de dólares en una mina altamente tecnificada y al largo tiempo extrajo una piedra de 150.000 pesos.

Quintero dijo que la guerra verde se terminó entre 1989 y 1990, entre otras cosas porque todos estaban cansados de los desencuentros. Hoy hay una amenaza del gobierno en el sentido de querer quitar las minas y los títulos, lo cual no es sano en la actual situación.

Los gamonales de la esmeralda, conceptuó, pecaron al llenarse de ambición, olvidándose de sus regiones, obviando que había más gente que tenía hambre y grandes necesidades. Se crearon focos de violencia y todo eso se alimentó con la llegada de advenedizos y pescadores de fortunas que traían de todo menos buenas intenciones a las zonas esmeraldíferas en dónde habitaba y habita gente buena que llevó del bulto por las codicias y los espíritus diabólicamente ambiciosos. “Con cargo a todo ese fenómeno aquí en el sector esmeraldero todas las familias han sufrido y todo por la carencia de estado y tacañería social porque no solo de esmeraldas se vive. A Muzo y Coscuez han llegado cerca de 20.000 personas desplazadas de otros lados para engrosar los cinturones de miseria”.

Por una verdadera causa

El vicepresidente de Confedesmeraldas, Germán Suárez Bernal, declaró que la nueva agremiación es una agrupación incluyente de todo el clúster productivo de la esmeralda en donde tienen cabida, no solo los barequeros, los talladores, los comerciantes, los empresarios y los exportadores, sino las mujeres cabeza de hogar que hacen parte de la cadena.

El gremio nació, apuntó, para conseguir lo que jamás se obtuvo y es la inversión social y el desarrollo integral de las zonas esmeraldíferas de Colombia porque no lo hay. “Aquí si hay multimillonarios, pero no son ni siquiera el 0.1 por ciento de los grandes esmeralderos, de los que tienen la plata de la actividad”.

En Colombia hay unos 350.000 esmeralderos en ese clúster que van desde lavadores hasta comerciantes. En un censo reciente se logró establecer que en el solo barrio La Candelaria de Bogotá hay al rededor 2.000 comerciantes de esmeralda. En materia de exportaciones, los registros dicen que la piedra vende entre 150 y 200 millones de dólares anuales, pero habría que cuantificar el mercado informal y la fuga de esmeraldas como tal.

Suarez indicó que los agremiados en Fedesmeraldas se han sentido algo incómodos con la creación formal de la Confederación de esmeralderos, pero aclaró que tan solo se le está haciendo caso a la política pública promovida por el ministerio de Minas y Energía en cuanto a la formalización a través de las asociaciones con sus respectivos líderes, capaces de identificar los problemas del sector.

“La situación social que vive la zona esmeraldera es supremamente grave y no se ha visualizado, tan solo se ha quedado en los zares y en los grandes comercializadores de esmeralda, pero el problema social del minero-esmeraldero no es un tema visible ante el país. Ese problema requiere, no solo inversión social sino acompañamiento para las transformaciones tecnológicas que conlleven a la formalización en seguridad social, hasta ahora hay datos que hay unos 650 mineros que entraron en formalización”, aseveró Suarez Bernal.

Suárez también culpó al gobierno del estigma hacia el esmeraldero porque sencillamente la política minera ha sido un rotundo fracaso. Esa minería está en el total abandono a tal punto que no hay puestos de salvamento con el agravante que se retiran los puestos de salud. A tal punto llega la desidia que hay 48 ESES en proceso de liquidación en Boyacá, es decir, casi el 50 por ciento si se tiene en cuenta que el departamento tiene 123 municipios. “Ahora a una gran mayoría les tocó nacer en Chiquinquirá y eso implica menos giros de recursos del gobierno central por la baja natalidad y la carencia de población”.

El vicepresidente de la Confederación deploró que la minería esmeraldera ha estado en los últimos 15 o 20 años en un escenario de desplazamiento forzado, con exclusión y una migración que llega casi al 65 por ciento en las zonas mineras de este departamento. “Es por esto que la zona requiere de serias compensaciones y proyecciones de calidad de vida y desarrollo”.

Para Suárez será de vital importancia tener acceso a los recursos del Fondo Nacional de la Esmeralda porque se trata, como en todos los fondos, de recursos parafiscales o públicos que a la fecha se manejan como privados sin que cumplan con el mandato de promoción y fomento, así como de acompañamiento. “Hay una queja generalizada y es que no se están reinvirtiendo esos dineros en el sector, menos en calidad de vida, en salud, vías o educación. En este momento y como van las cosas, la esmeralda y la minería son una maldición para las regiones”.

Más allá de los planteamientos, en Colombia hay recursos minerales que deben ser explotados al amparo de la regulación porque no se pueden usar los TLC para importar acero u otros productos. En 2002 la inversión extranjera directa en Colombia era de 460 millones de dólares al inicio del gobierno Uribe que entregó el país con una inversión extranjera directa de 17.000 millones de dólares por año con un 95 por ciento en minería lo cual afectó la actividad por el desvío del marco legal en vista que se dieron a la tarea, en ese gobierno, de titular paramos, zonas de reserva y todo lo que no debían, aclarando que eso se hizo sin marco jurídico.

Todo lo anterior invita al ministerio de Minas y Energía y a la Agencia Nacional Minera a replantear un modelo que fracasó y que desprotegió a pequeños y medianos mineros hoy muy dados a la asociatividad. En Europa el minero es respetado y admirado, en Colombia el minero es equiparado con narcotraficantes y con delincuencia. Las autoridades mineras, dice Suárez, desobedeció la orden de la Corte Constitucional que les dijo legislen sobre la minería, pero sin hacer caso, lanzaron la locomotora minera sin legislar creando grandes conflictos sociales, superpusieron títulos sobre otros títulos como en el caso del conflicto de occidente que ya cobra 3.500 muertos.

El marco regulatorio de la minería, denuncia el gremio minero, no contempla mecanismos de resolución de conflictos, como cualquier otro elemento que hay en el código de procedimiento Civil que dice que cualquier forma de resolución de conflictos pasa a cosa juzgada y se radica como tal. “Hoy la figura no la reconoce el gobierno, es decir que no hay conciliaciones ni espacios de solución de diferencias”.

De manera increíble, Muzo se encuentra a 140 kilómetros de Bogotá, y lastimosamente hay líos agudos de transporte que impide la salida de un potencial agropecuario de la región que con mayor apoyo estaría, fácilmente, desplazando a la minería de la esmeralda.

El occidente de Boyacá es muy rico en agricultura por la calidad de sus tierras, a tal punto que hoy esa región ostenta el premio al mejor cacao de Colombia.

El eje pagó los platos rotos


Finalmente, Jesús Ruíz, experto en temas de paz en el conflicto esmeraldero y quien participó en el proceso de hace 15 años, anotó que por las zonas de producción ha pasado de todo, incluidas personas de no muy grata recordación y que fueron residuos de la violencia que llegaron a Boyacá como población flotante. “Hasta los miembros de la pesada que era una reconocida banda de atracadores de bancos tenían su sede en la mina de Peña Blanca porque por la geografía, no había ningún control. Allí llegó gente buena y gente mala”.

El primer conflicto lo crearon esos personajes oscuros que tenían cultura de guerreros pues se habla de Efraín González, Sangre Negra y otros que formaban cuadrillas pendencieras y le dan origen al diferendo sangriento entre los González y los Ávila que derramaron sangre por el poder y el control.

En medio de esta guerra nace en Bogotá el barrio Santa Isabel que sirvió de escenario de reyertas en donde los saldos se daban en muertos en no pocas cantidades. En 1975 se logró un acuerdo de paz entre las partes el cual se rompe por la ambición de un empresario, algo similar a lo de hoy.

La situación de hoy es muy delicada y por eso estamos pidiendo que no se vaya a usar a la población, que no se comprometa por un sueldo o un plante para que un patrón los utilice con fines bélicos o guerreristas. Allí por lo general caen muchachos que por un puñado de billetes empuñan armas.

“En esta zona vino y hubo gente muy buena que fue desplazada y atracada por hacer las cosas bien y todo por la falta de autoridad y por la misma corrupción. Cuando hay un capital de por medio todo queda en silencio, estamos viendo la complicidad de muchos funcionarios”, apuntó Jesús Ruíz.

La naciente Confederación asegura que infortunadamente, pareciera que en Colombia reinara una política pública de desplazamiento para usurpar tierras productivas y la misma actividad minera. “Al estado se le olvida que no es propietario de los recursos de los nacionales porque pasa por alto que es un administrador que no puede abusar de su mandato”.

Para Ruíz hay que dejar claro que la gente de Otanche, Muzo, San Pablo de Borbur, Pauna, Quípama, La Victoria y Maripí en la Provincia de Occidente, así como Chivor, Santa María y Somondoco en el oriente boyacense y Ubalá y Gachalá en Cundinamarca es buena que ve en la esmeralda una oportunidad de progreso.

“Como miembro de la Comisión de Paz invito a tener cuidado, ya hablamos con la iglesia y lamentablemente por estos días enterramos a uno de los líderes que firmó la paz, por circunstancias estuvo en la guerra, pero honro su palabra, ayudó con la pacificación como lo hizo don Víctor, le mataron familia, pero tuvo en medio de todo la enorme voluntad de paz”, afirmó.

La zona esmeraldífera que tiene enormes riquezas no puede darse el lujo de repetir la historia porque hay niños que vienen atrás y jóvenes con esperanza, por eso se adelantan proyectos como la ruta de la esmeralda que involucra 14 municipios y una serie de parques temáticos de acuerdo a cada cultura. ”Los turistas no pueden privarse del cultivo de mariposas en Otanche y el desarrollo de cultivos en el occidente de Boyacá como el cacao”.

Para los expertos hay guacas que duran en encontrarse 20 años y tienen la particularidad que bajan en precio por el pago de impuestos. En Colombia hay esmeraldas que se cotizan desde 20.000 o 50.000 pesos hasta las de alto valor. “Hay casos en que se impone el cambalache que consiste en extraer pequeñas piedras de bajo costo que son cambiadas por arroz porque el asunto es de hambre”.

De momento, en el verde y hermoso paisaje boyacense, la industria de la esmeralda le apuesta al crecimiento económico, a las mejoras sociales y a la paz que se iza como una gran esperanza sobre los peñascos de Fura y Tena, los dos personajes de la mitología muza, en donde Fura la hermosa, pero infiel mujer provoca el suicidio de Tena el engañado esposo por lo que fueron convertidos en montañas y separados por el rio minero. Mientras la mitología dice que las lágrimas de Fura se convierten en esmeraldas que se ocultan en la cordillera y en hermosas mariposas, la paz, para nada mitológica, ronda al parecer por las mentes sensatas de los orgullosos esmeralderos.