Mauricio Santoyo y Rito Alejo Del Rio. Sus historias no sólo coinciden ahora cuando la justicia los vuelve noticia. En su trayectoria hay elementos que los unen como eslabones de este nefasto capítulo de la historia nacional.
Dos generales de la República. Uno de la Policía, otro del Ejército. Uno condenado por la justicia en Colombia y el otro, confeso ante la de Estados Unidos. El peso de la ley cae sobre los dos por el mismo delito: vínculos con grupos paramilitares y acciones derivadas de los mismos.
De ambos se dijo que eran hombres ejemplares dentro de las Fuerzas Armadas. Y a los dos se les entregaron medallas y condecoraciones y obviamente, los dos alcanzaron los tres soles y estrellas. A Rito Alejo hasta se le rindió homenaje un escenario a reventar como desagravio por haber sido llamado a calificar servicios y a Santoyo, como ya se ha dicho, se le recomendó con todos los honores para convertirse en general y jefe de seguridad del Presidente.
Casualmente los dos comienzan a estar en la mira de la justicia, por hechos sucedidos en Antioquia. Y en la misma época. El asesinato por el que se le condenó a Rito Alejo fue en el 1997, cuando era comandante de la BrigadaXVII. Ese mismo año Santoyo estaba al frente del Gaula de Medellín ( grupo antisecuestro) y se le investigó por interceptar los teléfonos de Ong´s de Derechos Humanos, algunos de sus “objetivos” resultaron asesinados años más tarde. Es fácil entonces, deducir que el accionar delictivo de Santoyo en asocio con criminales, ya había comenzado.
En las trayectorias de estos generales la llegada tardía de la justicia también coincide. Desde la misma época de su paso por Urabá a Rito Alejo se le ha denunciado decenas de veces, y los procesos en su contra apenas comienzan a llegar a decisiones. Estuvo preso 10 días, hace 10 años, como coautor de masacres, pero fue absuelto por la fiscalía. Hace cuatro años le fue ordenada su captura y está recluido en una guarnición militar desde donde aun ejerce poder e influencia en algunos sectores de la milicia y de la política, que aun lo defienden.
Santoyo también logró sacarle el quite a la justicia por largos años. Después de que fuera destituido por la Procuraduría, e inhabilitado para tener cargos públicos, la Fiscalía lo absuelve y sin que una investigación tuviera que ver con la otra, Santoyo siguió orondo su camino al ascenso, y luego “corona” al llegar a un lugar de lujo para la Seguridad Nacional.
En ambos casos fue Estados Unidos el país que determinó la suerte de estos hombres de armas.
El Departamento de Estado alertó en su momento al gobierno colombiano y a las autoridades sobre las denuncias por la cercanía de Rito Alejo del Rio y las autodefensas de los Castaño. Y en el caso de Santoyo, es claro que si los EEUU no entran en el juego, que por algo lo hicieron y de manera directa, sobre Santoyo aun se oirían frases elogiosas.
Y por último es imposible no incluir en el listado de puntos de unión de la historia de los dos generales, la coincidencia en el entorno político que los ha acompañado. Era el ex presidente Álvaro Uribe gobernador de Antioquia cuando los dos trabajaban en ese departamento. En llave con el ex ministro Fernando Londoño, protagonizó el homenaje de desagravio a Rito Alejo en el 1999, y luego fue en su gobierno en el que Santoyo, ascendió a general y ejerció el privilegiado cargo.
Rito Alejo y Santoyo son dos casos que ejemplifican la que quizá ha sido la más nefasta consecuencia de este conflicto armado irregular para la institucionalidad colombiana, y es que se pueda cuestionar la legitimidad del Estado. Y en tiempo de rumores de paz, hay que recordar que ha sido el paramilitarismo uno de los temas que sirve de argumento para la desconfianza. Ante los ojos de los guerrilleros estos casos son un ejemplo de lo que ha sido capaz de hacer el Estado para ganar la guerra.