Los informes sobre la violencia en Colombia

Se entregó esta semana al Presidente de la República y por su intermedio al país, el Informe del Grupo de Memoria Histórica “Basta ya. Colombia: Memorias de Guerra y Dignidad”. Este es un serio y juicioso análisis sobre un poco más de cincuenta años de violencia en Colombia -periodo que coincide con el conflicto interno armado, 1958-2012-, que es sin dudarlo una gran contribución a la comprensión de este ciclo de violencia. Igualmente, un aporte importante a la construcción de la memoria -que por supuesto deberá ser complementado con otros relatos que ayuden a construir una comprensión acerca de lo que sucedió en este medio siglo de violencia colombiano-.

El Informe fue elaborado por un grupo de académicos coordinados por el profesor Gonzalo Sánchez y que trabajaron, en desarrollo de un mandato legal, por un periodo de seis años en la elaboración del mismo y de los 21 informes específicos y teniendo como referente a las víctimas, sus discursos, dolores y relatos, en el centro del análisis.

El Informe hace un análisis de la historia del conflicto interno armado y sus transformaciones y un esfuerzo importante por acercarse a la cuantificación de la barbarie cometida por los distintos actores de la violencia -con todas las dificultades y limitaciones que conlleva esto, especialmente cuando existía una decisión en varios de esos actores de invisibilizar la violencia.

Les informa a sus lectores que 220.000 compatriotas, la mayoría población civil, perdieron su vida por causa del conflicto armado, un verdadero drama nacional, pero igualmente cuantifica los secuestrados, los desaparecidos y todos los que han sido de una u otra forma víctimas de este conflicto armado y los grupos que han protagonizado esta barbarie. Adicionalmente, resalta cómo la cultura de la intolerancia -que echa raíces en la anterior violencia bipartidista- ha sido un factor que ha incidido de manera relevante en la misma. Pero igualmente rescata la importancia de la memoria como un elemento central para la superación de estos periodos de violencia y especialmente para que efectivamente se logre la no repetición como paso previo a los procesos de reconciliación.

Pero este Informe no ha sido el único que se ha producido sobre la historia violenta que hemos vivido los colombianos y que algunos parecieran querer ignorar.

Al inicio del Frente Nacional se produjo, por solicitud del gobierno de la época, el primer análisis que fue conocido como “La Violencia en Colombia”, elaborado por los académicos Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna y Monseñor Germán Guzmán, sobre el periodo de la violencia liberal-conservadora, durante la cual igualmente se cometieron cantidad de barbaridades y se estima en 300.000 los muertos por razones de la misma. Todo ello influido en gran medida por el sectarismo político que en ese momento atravesó la vida política colombiana. Fue un importante y pionero documento que desafortunadamente fue rápidamente olvidado, con el abandono del estudio de nuestra historia y que no contribuye a la comprensión de los procesos actuales.

Posteriormente, en el gobierno del presidente Virgilio Barco, se produjo a solicitud del gobierno, un segundo Informe conocido como “Colombia: Violencia y Democracia”, elaborado por un equipo de analistas civiles y militares, coordinado por el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, que en su momento ayudó a la comprensión de la diversidad de las violencias y a analizar de manera más fina la complejidad e interrelación de las distintas violencias y dentro de ese universo valorar el peso de la violencia propia del conflicto interno armado, la derivada de las actividades del narcotráfico, las de la criminalidad común, etc.

Estas reflexiones analíticas son aportes fundamentales para entender las complejidades de nuestra historia violenta y la necesidad de formular e implementar políticas públicas que apunten de manera diferenciada a la multiplicidad de violencias que hemos sufrido los colombianos de diversos tipos de actores. Igualmente es un llamado a cuidarse de lecturas simplistas frente a fenómenos que se caracterizan justamente por su complejidad.