Los artistas pusieron a prueba las ideas de algunos políticos sobre la cultura y demostraron que en el tema se habla más por noción que por conocimiento y se ejecuta poco.
La Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia planteó un encuentro entre artistas y políticos en el panel El arte interroga la política: 7 preguntas, de 7 artistas para 7 políticos, que cuestionó el papel de la política para resaltar la importancia del arte y la cultura en la construcción de la paz.
Del lado de la política estuvieron los representantes Juan Carlos Losada, del partido Liberal; Edward Rodríguez, y Ángela María Robledo, de Alianza Verde; la ex senadora Piedad Córdoba y los senadores Iván Cepeda, del Polo Democrático, y Claudia López, de Alianza Verde. Por los artistas, el actor y dramaturgo Fabio Rubiano, la periodista y gestora cultural Soraya Bayuelo, la directora de la Corporación Colombiana de Teatro Patricia Ariza, el actor Nicolás Montero, el profesor de la escuela audiovisual infantil José Alirio González, el escritor Santiago Gamboa y el líder y cultor del Hip Hop en la localidad de Engativá Dager Tibayá.
El primer interrogante lo lanzó Fabio Rubiano, quien preguntó por qué el Gobierno no ha convocado a los artistas para hacer un acompañamiento al proceso de Paz. “No sé”, replicó Claudia López, quien añadió que, no obstante, “ni los artistas ni los ciudadanos tenemos que esperar que nos llame nadie, sino enterarnos e inmiscuirnos y desde nuestro propio escenario hacer críticas y formular propuestas sin esperar ningún llamado”.
Piedad Córdoba adujo que obedece al poco espacio que en los sectores del poder se le da al arte y la cultura y que debería nombrarse una subcomisión que le diera dimensión al arte en La Habana, en tanto que Iván Cepeda señaló que parte de la catástrofe que vive el país es que “los asuntos sociales se han ido transformando en un asunto de los políticos como si cada ciudadano no tuviera el poder, la obligación y el derecho de decidir sobre grandes temas”.
Por su parte, para Juan Carlos Losada se debe a que el arte es muy contestatario y para cualquier poder establecido eso significa que puede quebrar estructuras. Ante esto, Rubiano aclaró que no han esperado que los llamen sino que llevan 30 años trabajando con una visión estética y a veces contestataria.
Enseguida, Soraya Bayuelo preguntó sobre por qué es tan difícil para los políticos hacer leyes que prioricen al arte como mediador. Para Piedad Córdoba, se debe a que existe un país que desde su imaginario está aplastado por la guerra y a que, aunque la Unesco dice que mínimo el 1 por ciento del PIB debe dedicarse a la cultura y el arte, en Colombia apenas se destina el 0,4 por ciento pero se destinan billones para la guerra. “Aquí es más fácil el espectáculo que la cultura y el arte”, añadió, en tanto que Juan Carlos Losada anotó que los temas de las artes “son alternativos en la agenda política del país”.
Claudia López lo atribuyó a una enorme subrepresentación del colombiano promedio en el Congreso y dijo que las víctimas deben buscar estar mejor representadas en los niveles de poder.
Acto seguido Patricia Ariza cuestionó acerca de cómo se puede contribuir desde la cultura a ‘desengatillar’ el imaginario de violencia de los colombianos y por qué hay tanto retardo en mirar la cultura como un fundamento y no como un adorno.
“Para pasar a un estadio distinto se deben abrir las compuertas y generar recursos para que esos esfuerzos de resistencia puedan ser accesibles a todos y se necesita un modelo político distinto que no tenemos hoy”, explicó Cepeda. En cambio, Losada aseguró que “el pensamiento de que sólo a través de la cultura vamos a salir de la violencia está sobrevalorado. Los artistas deben ir a todos los territorios de Colombia y descentralizar el arte para generar movimientos mucho más poderosos”.
Claudia López expresó que tiene mayor fe en la cultura como elemento del anclaje de transformación de los colombianos, que en la política. “Hay otros sectores que tienen menos barro enterrado y pueden dar pasos más rápidos y certeros”. Mientras, Piedad Córdoba sugirió hacer un foro donde se interpele a los medios de comunicación sobre su papel. “En este país se sigue en la ‘farsándula’ y eso es una cosa, y la cultura es otra”.
A la pregunta del escritor Santiago Gamboa sobre cuál es el justo medio en la relación que existe entre poder y arte, Robledo dijo que el arte es un micropoder muy poderoso que siempre ha estado “pero quizá no lo vemos”, y Edward Rodríguez aseguró que debe haber un diálogo entre la política, para escuchar más; y el arte, para influenciar más.
Por su lado, Claudia López se refirió a la subvención como una política estatal necesaria que no dependa del cortejo del artista de turno al poder, mientras que Iván Cepeda agregó que se deben garantizar las condiciones para el desarrollo de la vocación artística, como ocurre en algunos países de Europa. Entonces el escritor Santiago Gamboa, por los artistas, les recordó que México invierte 13 veces más en cultura que Colombia, teniendo apenas el doble de población.
Una de las preguntas más celebradas fue la del profesor José Alirio González, de la escuela infantil audiovisual de Belén de los Andaquíes sobre cómo los panelistas harían una película con un niño que los puso en serias dificultades. Las ideas resultaron vagas para el artista, que al final les sugirió: “Este país debería hacer cosas con los niños y construir un país con los niños. Esa es mi propuesta”, dijo Gonzalez.
El actor Nicolás Montero preguntó: ¿Por qué creen que el arte es un derecho y qué tiene que ver con la construcción de las leyes? De nuevo se mostró preocupado con las respuestas, por lo que replicó: “Es deseable que cuando se hable de arte como derecho, el acceso a este no sea solo a las obras sino a la metodología para la compresión de una realidad con la cual estamos en deuda. Se ha privilegiado desde el Estado al hombre que produce, y él ha llevado el mundo a límites preocupantes. En la educación, el arte está desapareciendo y así vamos a tener seres alienados que generan violencia”.
Por último, Dager Tibayá, líder del Hip Hop, preguntó hasta dónde es posible que el posconflicto lleve la paz los barrios. Tampoco fue alentador. Para Claudia López hablar de postconflicto no quiere decir que se terminen fenómenos violentos como la discriminación a los jóvenes de los barrios. “Hay otra forma de conflictos que no se expresan en grupos armados que no van a cesar. Pero tengo fe de que parando la violencia en Bogotá o Montes de María, haya otras formas de solución y canalización”.
“Aquí no nos podemos generar tantas expectativas, se puede acabar el conflicto armado pero hay otros muchos en la ilegalidad y hablar de postconflicto es un sueño o una aventura, muchos van a quedar por resolver y apenas los vamos a poder ver cuando se acabe este, en los barrios o las regiones”, añadió Piedad Córdoba.
Para Robledo, la tarea es atacar la tríada de resentimiento, odio y venganza que termina muchas veces en muerte, mientras que Edward Rodríguez sostuvo que se debe democratizar la cultura porque hay una realidad social por solucionar y la paz se construye en la cuadra de ciudad bolívar, en el parche y en el respeto por los demás. “No es un tema exclusivo de los más pilos, sino un derecho de todos”.
Finalmente Juan Carlos Lozada recordó que el contrario de la paz no es la guerra, sino la violencia y que en Colombia una de cada 5 muertes violentas tiene que ver con el conflicto armado. “Esa proporción se ha mantenido. Definitivamente la violencia está en las calles y en la violencia intrafamiliar. ¿Con ocho millones de consumidores de alcohol, un mapa que se puede pegar con el de la violencia intrafamiliar de qué arte vamos a hablar? En esto hay una responsabilidad de los medios en la historia del postconflicto”.