A pesar de que no se buscaron culpables por la sorprendente derrota de Nacional contra Kashima, sí que existieron casos de jugadores que rindieron por debajo de su nivel. Nacional fue muy superior al rival en el aspecto colectivo, pero existieron individualidades que no terminaron de conectar con el resto.
La debacle de Nacional contra Kashima aún está presente. Son muchos los que aún no ha podido digerir la amarga derrota que derribó todos los sueños verdolagas de medirse en una final de Mundial de Clubes ante el todopoderoso Real Madrid. A Nacional se le escapó la oportunidad de comprobar si realmente pueden competir de tú a tú contra uno de los mejores conjuntos de las grandes ligas.
Los verdolagas fallaron en la misión ante un débil Kashima. Un rival muy inferior que dio la campanada en Japón, sorprendiendo con tres goles que terminaron por culminar un goleada que nadie se esperaba. En el conjunto han preferido no buscar culpables a la catástrofe, el mensaje más repetido ayer en tras el partido eran las disculpas con los aficionados por el papelón realizado. Una afición que por lo general tampoco ha pedido cabezas por la derrota, sino que más bien ha agradecido al equipo por haberlos hecho soñar hasta esta instancia.
Sin embargo, si nos fijamos en lo plenamente futbolístico, y a pesar de que Nacional fue ampliamente superior en todos los apartados del juego en lo colectivo, sí que que hubo casos individuales de jugadores que no rindieron al nivel que se esperaba.
Berrío: Es el más afectado de todos los jugadores por la calamitosa derrota contra Kashima. Como reconoció ayer Bocanegra, el delantero llegó destruido al vestuario donde no pudo aguantar el llanto por sentirse culpable del extraño penalti que acabó señalando el árbitro Kassai. Berrío también también fue un espectro sobre el césped. Se mostró desacertado en su intervenciones, desconectado desde el fatídico momento del penalti.
Macnelly Torres: El cerebro del equipo no lo fue tanto en Osaka. Macnelly no dio la talla en el encuentro y estuvo lejos de la versión que nos tiene acostumbrados. Busco el pase fácil, casi siempre en horizontal, y nunca arriesgó a la hora de encontrar el hueco con profundidad. Macnelly no fue el generador de juego que lo caracteriza.
Miguel Borja: El delantero, que había sido un torbellino durante toda la temporada, se quedó un leve soplo de aire contra Kashima. Borja gozó de oportunidades de todos los colores que acabó desperdiciando. Nada que ver con el cazador despiadado que no dejaba escapar ninguna de sus presas durante todo el año. El equipo echó en falta su puntería. Borja perdió una ocasión idónea para mostrarse al fútbol europeo, al que no esta tan lejos su partida.
Farid Díaz: El lateral se mostró errático en el pase en muchas fases del juego. Fue uno de los lunares del conjunto, sobre todo en el aspecto defensivo. Doi le ganó más de una vez la espalda y casi todas las ocasiones francas de los japoneses llegaron por su banda. Farid nunca supo tapar la utopista que tenía a su espalda cuando el equipo se volcaba en ataque.