Louis Vuitton fue la marca encargada de clausurar con broche de oro el Fashion Week de Paris, en el que más de cincuenta casas de alta costura presentaron sus colecciones primavera -verano 2013.
Para nadie es un secreto que los desfiles de Louis Vuitton son todo un espectáculo. De hecho, la colección otoño 2011 – invierno 2012 dejó sin palabras a más de uno, cuando la clásica pasarela se convirtió en una elegante estación de trenes de la que salían sus suntuosas modelos acompañadas de botones.
En esta ocasión la inspiración según Marc Jacobs, director artístico de la casa, surgió de una conversación con Bernard Arnault sobre el fetiche “inexplicable” de las mujeres con los bolsos.
Así que la marca no podía más que superarse a sí misma en el cierre del parís Fashion Week . Esta vez la inspiración llegó de la obra “Les Deux Plateaux”, realizada por el artista conceptual Daniel Buren.
Por ello, Louis Vuitton introdujo cuatro grandes escaleras mecánicas en el Museo del Louvre, las cuales transportaban a las modelos a un enorme tablero de ajedrez amarillo y blanco. Dúo tono que también recubrió los vestidos de la colección, con los que se rescataron las siluetas de los años 60’s y la estética mod.
Sin embargo, lo que pocos saben es que tras estos majestuosos montajes existe un trabajo minucioso, en el que cada puntada, cada costura y cada línea son realizadas con el mayor de los cuidados, ya que crear una colección de esta magnitud es verdaderamente un trabajo arquitectónico en todo su rigor, pues las dimensiones tienen que ser exactas.
En el caso de esta pasarela específicamente, los cuadros debían ser alineados simétricamente con las costuras y las asignaciones hechas para alternar ligeramente la superficie de las telas, con el fin de asegurar una perfectamente regular.
Así que, hasta minutos antes de la pasarela, el gran equipo de la casa francesa se encontraba trabajando en los detalles de las prendas y los bolsos, aún era posible encontrar hilos rebeldes que debían ser cortados o costuras que debían ser repasadas, todo con el único fin de que los asistentes vieran un espectáculo realmente perfecto.