El destino y su fidelidad profesada hasta el final al fallecido presidente, han permitido que Nicolás Maduro (Caracas, 1962) consiguiera los votos suficientes para llevar el timón de la nave venezolana. El “hijo de Chávez”, conducirá el país de la valiosa mano de su compañera Cilia Flores.
El sucesor de Hugo Chávez al frente de la política de Venezuela será Nicolás Maduro, que tras unas ajustadas elecciones presidenciales venció al candidato opositor, Henrique Capriles, por tan sólo 234.935 votos, en una votación en la que participó el 78.71% de los 18,9 millones de venezolanos convocados a las urnas.
“Podemos decir que tenemos un triunfo electoral justo, legal, constitucional, popular”, afirmó Maduro, tras conocerse vencedor.
“Caraqueño, caraqueño”, como gusta definirse, e hijo de una modesta familia con un padre sindicalista, a Nicolás Maduro, que trabajaba de chófer en una ruta de autobuses en Caracas, le corresponde ahora por votación popular conducir a la nación venezolana, en su difícil camino sin el líder Chávez.
Junto a él estará su compañera sentimental Cilia Flores, la ahora primera dama de Venezuela, que ha sido Procuradora General de La República y presidenta de la Asamblea Nacional, desde 2006 hasta 2011.
Su padre, que tiene su mismo nombre y apellido, fue fundador de Acción Democrática y uno de los organizadores de la huelga petrolera en 1952, que fracasó, por lo que tuvo que huir del país. “Mi familia viene de tradición en la lucha”, confesaba recientemente Niolás Maduro en una entrevista al canal venezolano de televisión VTV. También manifestaba en ese programa que “desde niño la política estaba instalada en casa y yo, desde bien pequeño, ya tenía opinión política”.
Ingresó en 1991 en el Metrobus, del sistema de Metro de Caracas. “Tenía 28 o 29 años. Ya tenía a Nicolás Ernesto, mi hijo”, confesaba el dirigente en VTV, donde también afirmó que hasta 1998 estuvo manejando el bus por varias rutas. La 421 Bellas Artes-San Bernardino o la 312, que subía a Santa Mónica, entre otras.
FAMILIA Y PAREJA.
Según información que recogía la versión digital del Periódico Vanguardia Liberal de Bucaramanga, Colombia, la madre del Presidente electo de la República Bolivariana de Venezuela, Teresa de Jesús Moros, tiene expedida una cédula de la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia, del 9 de diciembre de 1956, en la que se indica que ella nació en Cúcuta en junio de 1929.
Según este diario, el documento consta de una fotografía de la madre de Maduro, y que, aunque fue tomada hace más de 50 años, “no oculta el sorprendente parecido con su hijo Nicolás”.
El padre, al decir del mencionado medio de comunicación, no consta que naciera en este país, aunque si que se graduó en el colegio José Eusebio Caro de Ocaña, al norte de la ciudad colombiana de Santander, en 1947.
En esta singladura en solitario, junto a Maduro estará Cilia, primera dama de Venezuela y nueve años mayor que el dirigente. Una activista de gran carácter que se graduó en la Universidad Santa María de Caracas como abogada y que se especializó en Derecho Penal y Laboral. En 1993 fundó el Círculo Bolivariano de los Derechos Humanos y se apuntó al Movimiento Bolivariano Revolucionario.
Flores fue una de los letrados que gestionaron el sobreseimiento del caso del entonces presidente de la República Rafael Caldera, para buscar la liberación de Hugo Chávez en 1994, logrando su salida de la cárcel.
Tras la salida de Maduro de la Asamblea Nacional para ocupar un ministerio, Cilia fue elegida en una votación interna en el parlamento y nombrada presidenta de la Asamblea y, en 2012, Chávez la nombró Procuradora General de la Nación.
SU VIDA ESPIRITUAL.
Nicolás Maduro ha declarado en diversas ocasiones que se considera católico, pero también que se encuentra imbuido de una “religiosidad especial”.
Mucho eco tuvo en los medios su discurso en la campaña electoral en el que dijo que el presidente Hugo Chávez se le apareció bajo la forma de un “pajarito chiquitico”, aseverando que estaba feliz de compartir su “espiritualidad” con el pueblo.
“Conté algo muy sencillo que me pasó ayer, sí, me sucedió, me sucedió. Y yo me siento feliz de que me haya sucedido, es mi espiritualidad y me dio la gana de compartirla con el pueblo”, afirmaba durante un acto en el estado de Táchira, al noroeste del país.
Los comentarios de Maduro sobre el “pajarito” fueron muy comentados, especialmente por la oposición, pero lejos de amedrentarse, al poco repitió, en el marco de una pequeña capilla católica del estado natal de Chávez, Barinas, que el mandatario fallecido se le apareció en forma de “pajarito chiquitico” y lo bendijo.
“Cada quien tiene sus sentimientos, sus percepciones, cada quien se comunica con nuestro Cristo redentor desde su corazón, y eso yo lo respeto, y el pueblo de Chávez lo respetamos, la burguesía no”, agregó Maduro ante centenares de sus seguidores.
Entre algunos de sus actos curiosos se recuerda todavía la visita que hizo, junto con su pareja Cilia Flores, al líder espiritual indio Sai Baba en 2005, algo que para algunos evidencia unos hábitos religiosos, cuanto menos curiosos, mientras que otros lo consideran que es una parte del carácter del mandatario. Después ha repetido visita.
“Él es tan curioso y tiene siempre tanta ganas de conocer, que fue a la India y quiso conocer a Sai Baba, y se fue hasta allá. Eso es todo, así es él”, dijo a Efe una excolaboradora de Maduro.
“Es seguro que su fe influye en su manera de hacer política, que se basa en principios como la universalidad del amor, la verdad y la paz”, explicó también a Efe A. Anantharaman, portavoz del Centro Sai Baba de la localidad de Puttaparthi, en el estado de Andhra Pradesh, al sur de India.
Según Anantharaman, “en Venezuela existe una gran fe por el movimiento” y ese país fue a principios de los setenta el primero de Latinoamérica donde se fundó un centro para promover las enseñanzas del líder espiritual, que cuenta allí con unos 200.000 seguidores. De hecho, cuando Sai Baba murió hace casi dos años, el Parlamento de Venezuela emitió una declaración de duelo nacional.
El gurú, que se atribuía naturaleza divina, se consideraba una encarnación o avatar de la trinidad del panteón hindú formada por Brahma, Vishnú y Shiva, y era conocido por su melena estilo “afro” y su larga túnica naranja.
La espiritualidad y la sociedad tienen que ponerse del lado de Nicolás Maduro para reconducir a un país, que aún llora la ausencia de su líder, y sus dotes de beisbolista
-tercera base- golpeando los problemas, y de buen bailarín de salsa, moviéndose por la política nacional e internacional, le van a hacer falta para manejar en esta nueva ruta, dado que en el autobús del futuro llevará a toda Venezuela.
Por Joaquín Méndez Rosa.
EFE-REPORTAJES.