Medellín da un emotivo adiós al Chapecoense

La ciudad de Medellín y Colombia entera brindan un sentido homenaje a todo el pueblo de Chapeco y Brasil con un simbólico gesto en el momento que debería disputarse la final por la Sudamericana. Las emotivas palabras del Ministro de Relaciones exteriores de Brasil José Serra o el tributo del profe Reinaldo Rueda al fútbol brasilero encogieron el alma del planeta entero.

En el Atanasio Girardot -y fuera de él- se fundieron miles de almas que despidieron por última vez a las 71 que trágicamente perecieron en la pasada noche del lunes, en una fecha que quedará grabada en la historia de este deporte. La hinchada de Atlético Nacional junto a autoridades brasileñas y antioqueñas homenajearon con un emotivo tributo a las víctimas del accidente del desgraciado vuelo aéreo que se chocó contra el Cerro Gordo. En la noche de Medellín no había equipos ni hinchadas, solo el lamento unánime, que quedó plasmado en las quebradas palabras del Ministro de Relaciones Exteriores brasileño José Serra que encogieron el corazón del mundo: “No olvidaremos jamás la forma como los colombianos sintieron como suyo el terrible… desastre que interrumpió el sueño de este heroico equipo de Chapecoense. Una especie de cuento de hadas con final de tragedia. Así como no olvidaremos la actitud de Atlético Nacional y de todos sus hinchas que pidieron que se concediera el título de la copa de Sudamericana a Chapecoense. Un gesto que honra al deporte, al deporte de todas parates y al deporte colombiano y que honra a esta querida ciudad de Medellín y que hace aún más grande a los verdolagas”.

La ciudad de Medellín atendió en masa al llamado solidario. 44 mil personas en el estadio y también miles a las puertas del recinto clamaron un cántico unísono de ‘Vamo Vamo Chape’. Pocos contenían las lágrimas, ni los presentes ni los millones de colombianos que también tenían el corazón arrugado -a pesar de que alguno quisiera sentirse dueño exclusivo de este sentimiento-. Las miradas de todo el mundo estaban puestas en el estadio de Medellín, y a la vez en el de Chapecó, donde en la última noche de noviembre el destino brindó un insólito partido que se jugó entre la tierra y el cielo.

El ambiente contenía una densa mezcla entre la nostalgia de la pérdida y la esperanzadora solidaridad del planeta entero con las familias de las víctimas de un humilde equipo que soñaba con dejar su firma en la historia de este deporte. Sus nombres serán eternos. Nadie olvidará este once heroico que el mismo profe Reinaldo Rueda recitó sin poder evitar el llanto del momento. “Gracias Brasil, gracias fútbol de Brasil por todo lo que no has enseñado. Ese fútbol que hizo Chapecoense”.

71 palomas fueron soltadas sobre el césped del Atanasio por cada una de las víctimas del accidente. Uno a uno fueron pronunciados sus nombres, recordados para siempre por esta desastrosa calamidad que escribió una de las páginas más negras de la historia de este deporte. En Medellín, Colombia y el mundo les brindaron su último adiós.