Las críticas sobre la catástrofe de Nacional hablan de soberbia y falta de respeto hacia un rival menor. Pero si nos fijamos en las estadísticas y en el rendimiento de Nacional contra Kashima, no se puede hablar de que el equipo verdolaga tuviera un exceso de confianza ante los japoneses.
La catástrofe de Nacional contra Kashima dejó muchas críticas sobre el planteamiento de los de Reinaldo Rueda en el encuentro. ¿Se menospreció al rival? ¿Nacional pecó de soberbia? El mensaje unánime va dirigido hacia esa línea. Hasta Reianldo Rueda se unió a esta corriente cuando concluyó el partido: “Nuestro principal error fue el exceso de confianza”.
Pero, si nos atenemos a un análisis frío sobre el partido, no existen razones para pensar que el conjunto verdolaga se confiara en el encuentro contra Kashima. Para empezar, Nacional saltó al campo con su once de gala. No hubo rotaciones ni ningún descanso a cualquiera de sus estrellas para llegar en mejores condiciones a la final. Nacional no menospreció el encuentro y puso todas las cartas sobre la mesa contra su rival.
Pero es en el aspecto del rendimiento donde encontramos las pruebas definitivas que confirman la teoría de que nunca existió soberbia por parte de los verdolagas. Nacional fue muy superior en todo momento a Kashima. El mejor ejemplo está en los duelos individuales del juego, siempre cayeron del lado de Nacional. Cada pelota dividida era de los verdolagas.
Los de Reinaldo Rueda dominaron el esférico durante los 90 minutos. Cerraron el encuentro con un 67,6% de posesión, completando 585 pases por los 279 de su rival, el doble. En el asedio que sometieron a los japoneses, llegaron a colgar hasta 27 centros al área, que nunca terminaron, todo hay que decirlo, con el final deseado.
Nacional bombardeó el arco de Kashima. Llegó a rematar 24 veces al arco, siendo diez de estas ocasiones claras opciones de gol. Los verdolagas perdonaron en el área y eso es un precio muy caro a pagar en cualquier fase de K.O. A su rival no le fue necesario llegar la mitad de veces. Realizó diez disparos con cuatro ocasiones francas de gol de las que convirtieron tres, pura efectividad. La que le faltó a Nacional.
Lo que sucedió en Osaka se puede explicar mejor como un accidente futbolístico. Una de esas casualidades amargas que suceden en este deporte y que de vez en cuando aparecen para confirmar que no hay nada escrito en el balompié. De mil partidos que se hubieran desarrollado como el de ayer, Nacional solo habría perdido uno, y le tocó en el peor día. Así lo quiso el dios del fútbol, que no entiende de justicia ni de escudos.
Pero, si Nacional dio la cara sobre el campo y las estadísticas confirman que fue netamente superior a Kashima ¿por qué se habla de menosprecio al rival? La respuesta la encontramos más en el discurso que tuvieron tanto los medios como los aficionados en los días previos. Unos y otros dieron por hecho que Nacional ya estaba en la final antes de jugar el partido.
Se pensó antes en el duelo contra el Real Madrid que respetar al enemigo que primero se tenía delante. La osadía no vino por parte de la plantilla ni del cuerpo técnico, sino por el entorno que rodea al equipo, tanto hinchada como prensa. La cura de humildad no la tendrán que hacer sus jugadores, que siempre mostraron respeto sobre el campo hacia su rival como mejor saben, jugando al fútbol. Nacional no pecó de soberbia ante Kashima, fuimos nosotros.