En partidos como el Clásico del Bernabéu es difícil sacar una conclusión limpia de lo que sucedido en el partido. Más, en un Clásico como este que se ha decidido en el último minuto con una contra del Barcelona que encontró campo abierto cuando el Madrid lo tenía acorralado y daba el partido por cumplido. Exhaustos, dejaron una oportunidad de ataque favorable a los azulgrana de cinco contra tres. Ahí Messi liquidó el partido, como lo había gobernado de principio a fin toda la noche.
El argentino imperó sobre todos en el Clásico. Opacó hasta un Cristiano que venía de dar cátedra al Bayern y declinó el partido para el bando azulgrana. Nada ni nadie pudo detenerlo. Casemiro lo intentó reiteradamente, y bien puso salir expulsado por intentarlo. La Pulga se movió en sa zona como pez en el agua, en el mismo lugar donde un día le reinventó un tal Guardiola. En el mismo lugar donde había dejado callado al Bernabéu. Lo volvió a hacer. Messi hizo otro partido antológico.
Y lo hizo porque él solo fue capaz de revertir la situación desfavorable. El Madrid se había colocado por delante gracias al tanto de Casemiro, en otro de ejemplo de la amplia variedad de opciones que tiene el conjunto de Zidane para hacer el gol. La estrategia, clave de nuevo, daba ventaja a los blancos con justicia, superiores en juego y ocasiones hasta entonces. Con Modric y Kroos al mando.
En un partido con baja intensidad a causa del desgaste de esta semana en Champions, los de Zidane parecían tener un punto de más de concentración. Ganando los duelos individuales y leyendo mejor el encuentro. Hasta que Messi apareció. El argentino dibujó una jugada entre líneas que el radar del Madrid no fue capaz de detectar. Tocó en el centro y recibió de nuevo en la frontal del área, donde ya solo tenía que quitarse la marca de Carvajal para batir a Navas.
Zidane debió haber gastado un cambio en el descanso para evitar nuevamente una expulsión de Casemiro, que pudo haber llegado por reiteradas faltas a Messi. Ya se había dejado uno por su error al incluir a un mermado Bale, y lo más fácil era no probar inventos. Optó por la vía conservadora, pero esto bajó las revoluciones de Casemiro, y la batalla dejó de tener obstáculos para ambos bandos. Se convirtió en un toma y dame donde Navas y Ter Stegen intercambiaban paradones para el público.
En el frente abierto se exhibió el rifle francotirador de Rakitc, con un disparo al ángulo en el que el vuelo de Navas quedó simplemente para la galería. El Madrid entró en una fase de frustración, en la misma sintonía que venía del Bayern, dejando escapar partidos que debía tener fácilmente controlados. el nervio desesperó a Ramos. Al central se le fueron las luces con una entrada con las dos piernas y los taches por delante para frenar a Messi. No llegó a tocarle, pero el árbitro juzgó más la agresividad de la acción y se excedió una expulsión al central que bien se pudo arreglar en amarilla.
Como viene siendo costumbre la roja directa a Ramos salió lo mejor del Madrid. Espoleados por el golpe injusto, se fueron a por el gol de la justicia. Y lo lograron, por paradojas del destino, gracias al jugador más injustamente tratado de la plantilla en el presente año. James Rodríguez hacía estallar el Bernabéu con un gol de pícaro. Leyó astutamente la jugada para llegar al primer palo solo y colocar con su zurda el balón en las mallas por encima de Ter Stegen. Con mensaje para Zidane, “piensa” como habría sido de haberle sacado antes.
James Rodriguez #ElClasico pic.twitter.com/I34DCoH5Tq
— Esra Yoyaku Studio? (@kicaukacau) 23 de abril de 2017
El gol bien pudo haber sacado a James por la puerta grande del estadio y cambiar un destino que parece ya escrito en el equipo blanco. Tuvo hasta para hacer otro gol. Pero el miedo al fuera del juego o la presencia de Cristiano el desconcertaron. Los blancos tuvieron incluso otra ocasión por medio de Asensio para llevarse el partido. Perdonaron, y por confiarse acabaron pecando. Una arrancada de Sergi Roberto cogió mal parados a los merengues. Modric pudieron haberlo parado, pero estaban ciegos de cansancio y convicción. Con 30 segundos para el final, el Barça se vio en un ataque de cinco para tres. Demasiado regalo para Messi, que clavó la pelota en el ángulo recibiendo solo en la frontal.
Messi y solo Messi. El fue el único que plantó batalla al Real Madrid en su casa. Y salió como héroe de un espectáculo a frente abierto que hizo justicia al reclamo del Clásico. En la guerra gana el Barcelona, robando el liderato al Madrid, quien con los mismo puntos aún guarda el as en la manga contra el Celta.