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"Mi papá es el chivo expiatorio de ese caso"


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José Jaime Uscátegui, hijo del general (r) Jaime Uscátegui condenado a 40 años de cárcel por su responsabilidad en la masacre de Mapiripán, habló con Confidencial Colombia sobre la admisión de la Comisión Internamericana de Derechos Humanos del caso de su padre. Entrevista.

En julio de 1997 un grupo de paramilitares, apoyado por agentes del estado voló en tres aviones de Selva S.A. desde el Urabá antioqueño hacia Mapiripán en el departamento del Meta. La razón del viaje fue cometer la masacre en esa población del Meta, con un número indeterminado de víctimas mortales.

Por este caso el Estado colombiano fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, debido a su responsabilidad en estos hechos. La justicia colombiana condenó por esta masacre al general (r) Jaime Uscátegui a 40 años de cárcel.

José Jaime Uscátegui ha crecido con el caso judicial de su padre a cuestas. Este abogado de 34 años, que se desempeña como secretario de relaciones exteriores del Partido Conservador ha sido el principal activista de la causa que busca demostrar la inocencia del general Uscátegui. José Jaime habló con Confidencial Colombia sobre la admisión del caso de su padre por parte de la Comisión Internamericana de Derechos Humanos.

Confidencial Colombia. ¿Cuál es la importancia de que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos haya aceptado el caso de su padre?

José Jaime Uscátegui. Es una respuesta que hemos estado buscando hace casi 11 años. Es muy importante porque la justicia colombiana no ha sido capaz de juzgar a mi padre, el general (r) Jaime Uscátegui, con todas las garantías procesales. Muestra de ello son las falsas victimas, los falsos testigos y la manipulación de pruebas. Además, los términos y los plazos tampoco se han respetado; en esa medida no creemos en la justicia colombiana y por eso nos vimos obligados a recurrir instancias internacionales. Esto siginifica que es la apertura de un expediente formal contra el Estado colombiano.

C.C. ¿De qué manera estaría actuando mal la justicia colombiana en el caso de su padre?

J.J.U. La solo admisión de la acción judicial por parte de la CIDH es muy importante. Esto significa que sí hay merito para hablar de presuntas violaciones por parte del Estado a los derechos consagrados en los tratados internacionales. Los derechos que se estarían vulnerando son los de garantías judiciales, la integridad personal y la protección judicial. Esto siginifica que la Comisión va a entrar a revisar seriamente nuestra petición y llamará al Estado colombiano para que rinda cuentas sobre este caso.

C.C. ¿Qué pruebas tiene que avalen lo dicho por la defensa de su padre?

J.J.U. Desde el 2003, cuando presentamos la petición inicialmente, apartamos una serie de documentos que de entrada muestran que se le estaba dando un manejo irregular a este caso; ya son 11 años transcurridos y el tiempo nos ha dado la razón. El hecho que haya falsas víctimas no significa que no haya habido masacre, pero lo que sí demuestra es que el proceso de la Fiscalía se adelantó en una manera irregular .

Hoy mi papá está condenado a 40 años por la masacre de Mapiripán; por las falsas y verdaderas víctimas de las masacres. Algunos dirán que la existencia de falsas víctimas no le exime de responsabilidad, pero lo que esto demuestra es que el proceso no ha sido conducido correctamente. A uno no lo pueden condenar por la muerte de unas personas que están vivas y no son dos o tres víctimas; son 12 de 20 que hubo en la masacre.

Además, Daniel coronell en un artículo habla de una “chambonada” jurídica y cuenta cómo se le tergiversó un testimonio a mi papá solo para condenarlo y a eso es a lo que nos hemos tenido que enfrentar estos años.

Lo último que vamos a aportar como prueba es que la Corte Suprema de Jusitica dejó preescribir el caso y aún así falló en contra de mi padre, condenándolo. Es decir que esa detención es ilegal.

C.C. ¿Cuántos testigos existen en contra de su padre?

J.J.U. El único testigo en contra de mi papá es el coronel (r) Hernán Orozco, que era el comandante del batallón militar responsable de la zona de Mapiripan y resulta que el coronel Orozco está libre en Miami, a pesar que está condenado en Colombia a 40 años.

Él está libre porque el colectivo de abogados José Alvear Restrepo solicitó medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Eso pasó en el año 2003 y desde ese momento está libre evadiendo la justicia. Él tiene a Miami por cárcel.

C.C. ¿Usted cree que se trató de condenar a alguien sin importar quién fuera?

J.J.U. Exactamente eso se lo planteamos a la CIDH en 2003. Acá hay un interés de impunidad, es lo han dicho las víctimas, las organiaciones de derechos humanos y nosotros compartimos esa apreciación. Para satisfacer ese afán de impunidad necesitan un chivo expiatorio, necesitan un militar que no estaba en el lugar de los hechos, que no estaba en la zona y que no participó de la operación militar gigantesca que inició en el Urabá antioqueño. El general Uscátegui nunca estuvo incurso en hechos. Las declaraciones de los paramilitares en Justiicia y Paz mencionan la complicidad de agentes del estado pero jamás mencionan a mi papá. Mi papá es el chivo expiatorio de ese caso.

C.C. ¿Cómo ha sido a través de todos estos años, el afrontar la vida teniendo al padre señalado por la sociedad y condenado por la justicia?

J.J.U. Para nosotros ha sido una tragedia muy grande. Yo tengo 33 años una mitad de mi vida tuve a mi papá como un militar condecorado con una hoja de vida intachable y la otra mitad de mi vida he tenido que vivir con mi papá en la cárcel, señalado, estigmatizado.

Ha sido una tragedia para nosotros. No hay nada más preciado para un ser humano que su libertad. A mí me ha tocado navidad tras navidad visitar a mi papá en una cárcel. Es una situación muy difícil. Yo tengo dos hermanos menores; Mariana y Julián, ellos tienen 14 y 15 años respectivamente. Son el testimonio vivo de esta injusticia porque cuando uno de ellos nació y la otra aprendió a camniar mi papá ya estaba en la cárcel y, ahora, en su adolescencia ellos siguen viviendo esa situación. Para mí es insoportable porque si yo tuviera la mínima duda de la inocencia de mi papá seguramente hubiera bajado la cabeza hace mucho tiempo y me hubiera dedicado a mi esposa y a mi hijo de un año de edad pero como estoy convencido de la inocencia del él casi no puedo dormir cuando se que los verdaderos responsables se han beneficiado de este proceso.

Los únicos perjudicados en todo esto son mi papa, la justicia colombiana y las verdaderas víctimas que claman verdad, justicia y reparación.

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