Mi primer salario mínimo

El aumento del salario mínimo a través de los ojos de los jóvenes que recién empiezan a trabajar. Confidencial Colombia presenta los testimonios de aquellos que conocieron en su primer trabajo el ‘camello’ de ganar un salario honrado.

El aumento del 4.5 por ciento del salario mínimo, es decir un monto fijado en 616 mil pesos, contrajo decenas de comentarios por el “tacaño”, dicen algunos, incremento del pago mensual. Muchos de los empleados del país se quejaron al ver que su situación económica no mejoraría lo suficiente, y entre estos están aquellos ‘novatos’ del mundo laboral.

Si bien han trabajado en oficios varios, ellos explicaron su visión del aumento de la mensualidad para el 2014 y cómo el primer salario mínimo o el primer pago oficial es aquel que revela la fría realidad de trabajar en Colombia.

Ellos son Gabriel, Mónica y Diana, jóvenes entre 18 y 25 años que no hace mucho empezaron a desarrollar su perfil laboral. Los tres ofrecen perspectivas diferentes del salario mínimo en el país y las diferentes formas de ganarlo.


Mónica Guerrero, exempleada de Mc Donalds

“Yo ni ganaba el mínimo, mis quincenas eran máximo de 200mil pesos y dependían de las horas de trabajo. En muchas ocasiones ellos (los jefes) no pasaban todas las horas que uno hacia y daban excusas”, dijo.

Mónica es estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y va a mitad de su carrera. Cuenta cómo el dinero no es una necesidad, sin embargo trabajaba duro para ganar experiencia laboral y tener unos pesos de más.

“Cuando trabajé, el dinero no era para comer o vivir, eso me lo pagan mis papás. Sin embargo, sí había muchos casos en que la gente realmente lo hacía por necesidad y nunca les alcanzaba. Siempre estaban a fin de mes pidiendo préstamos y llegando a trabajar en bicicleta o caminando”.

“En realidad es imposible vivir con ese dinero y es indignante que empresas que ni siquiera son nacionales y que tienen la capacidad económica de pagar más, paguen tan poco”.

Añadió que el incremento del salario mínimo “es una burla al trabajo. De nada sirve que las encuestas arrojen disminución en el desempleo, si los empleos son bajo estas condiciones”.

Gabriel Prieto, empleado próximo a graduarse

“El salario mínimo me sirve porque no tengo responsabilidades económicas de ningún tipo, me queda libre, exceptuando gastos como alimentación”, relata mientras explica que a pesar de que el salario mensual no aumentó lo suficiente, el pago para un joven no es del todo malo para empezar.

Gabriel es estudiante de la Universidad Politécnico Grancolombiano y espera con ansias su grado en febrero de este año. Indicó que ya había trabajado en un equipo de logística para eventos desde su adolescencia, sin embargo su primer sueldo mínimo oficial lo recibió haciendo sus pasantías en un periódico local.

Precisó que al no tener por el momento obligaciones financieras de algún tipo, sus gastos son simples. “Tampoco tengo carro (ya que no me alcanza para comprarme uno) así que no gasto lo poco que queda en gasolina”.

“En síntesis, solo porque no representa un poder adquisitivo de gran envergadura es que, irónicamente, me sirve el salario”, concluyó.

Son muchas las ofertas laborales para un joven en Colombia. Las más conocidas, trabajar en call centers, restaurantes, bares, cadenas de comida rápida, tiendas, bancos, cinemas o supermercados. Todas ofrecen experiencias de trabajo invaluables y constituyen parte vital del vivir de un joven.

No obstante, el mito de que por ser joven no merece un pago elevado puesto que es necesario que aprenda a empezar desde abajo, ganando poco, es algo de viejas épocas que muchos han llamado la atención. Si bien es necesario aprender el valor de la plata, que sea joven no significa que merezca ganar poco o nada.


Diana Montoya, arquitecta, coordinadora del Área de Construcciones de la Fundación Catalina Muñoz

“Mi primer pago fue en la práctica. Me pagaban el 70% del mínimo. Recibir dinero en un trabajo por primera vez es como un regalo de navidad, y sin ser muy consiente sabía que el pago, aunque era una práctica, terminaba siendo un abuso”, aseveró.

Graduada de arquitectura de la Universidad Piloto de Colombia, Diana formalizó un camino laboral ligado a su carrera con eficiencia. No supera los 25 años y ya es responsable del área de construcciones de una fundación en Bogotá, encargada de velar en temas de infraestructura y vivienda de poblaciones de muy bajos recursos,

Anotó que las pasantías de un estudiante merecen un pago que sea al menos el mínimo establecido. “Una persona que dependa de un salario así no puede vivir, pensaba yo. Ese dinero no alcanza para nada sin importar si se administre bien”. Respecto al aumento del salario mínimo indicó que es “ridículo”.

“¿Qué se supone que haga alguien con 20.000 pesos más? Gracias a mi trabajo he tenido la suficiente y excesiva cercanía con comunidades vulnerables donde ni si quiera reciben un mínimo”.

“Se aumenta el 4% del salario, pero se quiere aumentar el IVA, entonces se aumenta el precio de todo. Nada es proporcional, es injusto. Si no hacemos algo, estamos dejando que la pobreza nos sea impuesta”, concluyó.