El reciente estudio sobre la modalidad de narcomenudeo publicado por el Departamento Nacional de Planeación, en cabeza de su director, Simón Gaviria, contundentemente demuestra que Colombia giró su comportamiento, y ahora, además de productores, nos hemos vuelto consumidores con un mercado interno que deja ganancias de, por lo menos, 6 billones de pesos.
La cifra sorprende, pues perfectamente podría representar 0.75% del PIB del país. Impresionante. De acuerdo con una ficha técnica denominada “Microtráfico y Narcomenudeo: caracterización del problema de las drogasen pequeñas cantidades en Colombia”, publicada por el Ministerio de Justicia, el consumo de drogas ha aumentado de manera significativa en los últimos 12 años. Para el año 2012 (año de publicación de la ficha técnica) se estimaba que en Colombia había un consumo de aproximadamente 991 toneladas de marihuana y 19.9 toneladas de cocaína que arrojaba un ingreso bruto total de un poco más de un billón de pesos al año. Para ese momento la cifra era alarmante, pues de acuerdo con la publicación, el porcentaje en crecimiento era progresivo y acelerado.
Tenían razón. El problema del consumo interno en el país, con las cifras analizadas por el DNP, demuestra que el mercado interno para los productores se ha vuelto tan, o quizás, más lucrativo que el mercado internacional. Un dato importante que nos deja entender este fenómeno es que la transformación de grandes carteles de la droga a organizaciones fragmentadas y el crecimiento del mercado interno de sustancias como la cocaína, marihuana y basuco, llevó a que Colombia pasara en los últimos años a ser un país no solo productor sino consumidor.
Lo preocupante del descubrimiento es que lo atractivo del negocio se demuestra en cifras. El DNP asegura que la rentabilidad del narcotráfico común es del 260%, mientras que para el microtráfico es del 346%.
Las regiones más afectadas, informa el estudio, han sido categóricamente los departamentos de Cundinamarca (22%), Valle del Cauca (14%), Antioquia (12%), Magdalena (7%) y Santander (5%). El país tiene actualmente contabilizados 1’500.000 consumidores, de los cuales poco menos de la mitad está localizado en las grandes capitales.
Ahora bien, un punto que evidencia la magnitud del problema, en términos del impacto social, son las sofisticadas bandas criminales de administran esta red y que han asumido el papel de pequeños “capos”. De acuerdo con el Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, en los dos últimos años la Fiscalía ha identificado 1350 bandas dedicadas al microtráfico. Martínez afirma que estas bandas están, en promedio, integradas por 20 ó 30 personas.
Confidencial Colombia quiso indagar la situación en términos de seguridad en la ciudad de Bogotá, luego de haber asimilado las impresionantes cifras de este fenómeno delictivo. Por lo que decidimos consultar con Coronel de la Sijín, Douglas Restrepo, cuál ha sido el efecto del microtráfico en Bogotá.
El Coronel asegura que es muy difícil establecer el número real de bandas que operan en la ciudad, teniendo en cuenta que la dinámica delictiva puede ser cambiante en cada entorno. “Algunas veces estas estructuras pueden dedicarse al homicidio y financiarse con la venta de estupefacientes (…) y a esto se le suma que el microtráfico es generacional y los líderes son reemplazados por familiares que no conocen otra forma de obtener recursos económicos”, subraya.
De acuerdo con Restrepo el problema es más profundo. El delito del microtráfico es conexo a los delitos de homicidio, hurto, lesiones personales, entre otros, que cada vez calan más en la sociedad y generan un deterioro progresivo en las comunidades que padecen esta problemática. “El delito base es el microtráfico, de éste se generan riñas, lesiones personales, hurtos y asesinatos, entonces lo más importante es atacar este fenómeno para contrarrestar los otros fenómenos que se puedan desarrollar por el consumo de sustancias estupefacientes”, afirma.
Finalmente, Alejandro Gaviria, actual ministro de salud al respecto asegura que esto no sólo es un fenómeno criminal, es un fenómeno complejo, donde están superpuestas patologías sociales que hay que resolver: “Si no aumentamos las oportunidades de nuestros jóvenes y si la informalidad urbana sigue siendo la regla y no la excepción, vamos a tener un combustible para que este fenómeno siga creciendo sin pausa”.