Buques italianos y malteses han rescatado a 206 personas de un barco de inmigrantes que naufragó el viernes mientras una nave de rescate se apresuraba para ayudar a otra barcaza con problemas, dijo este sábado la Armada italiana. Al menos 50 personas, diez de ellas menores de edad, han perdido la vida.
Una semanas después de que al menos 339 personas se ahogaran cuando un barco se hundió a menos de un kilómetro de la pequeña isla de Lampedusa, entre Sicilia y Túnez, ocurre éste desastre, una tragedia que se ha convertido en el punto central de una creciente crisis de inmigración en el sur de Europa.
Un avión militar maltés localizó a la nave con problemas a unas 70 millas (130 kilómetros) náuticas al sur de Lampedusa y 206 personas han sido rescatadas. Los medios italianos dijeron que el barco se hundió cuando la gente, presa de pánico a bordo, empezó a moverse para pedir ayuda.
De los 250 inmigrantes que, según las primeras informaciones, viajaban en la barcaza, 56 fueron rescatados por los barcos de la Marina italiana y 147 por la patrulla maltesa. Al menos 50 personas, entre ellos 10 menores, murieron.
El llamado “fenómeno de la inmigración”, que en Italia y en otras partes de Europa despierta los peores fantasmas del racismo y la xenofobia, tiene en el canal de Sicilia, en las playas de Lampedusa, su perfil más dramático.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso, y el primer ministro italiano, Enrico Letta, en su visita del pasado miércoles —casi una semana después de la tragedia en Lampedusa, reconocieron que el mal llamado centro de acogida (centro de internamiento con peores condiciones que la peor de las cárceles) “es una vergüenza”.
Desde 1990, el drama de la inmigración ha arrojado a la isla siciliana más de 8.000 cadáveres —de ellos, 2.700 durante 2011, coincidiendo con el conflicto de Libia—. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, desde el inicio de 2013, Malta y Lampedusa han acogido a 32.000 personas, de las cuales dos tercios han solicitado después el asilo.
Pero no ha sido hasta la pasada semana cuando Europa parece haberse dado cuenta de la crueldad de la tragedia. El grito de la alcaldesa de Lampedusa, Giusi Nicolini, al primer ministro Enrico Letta —“el mar está lleno de muertos. Venga aquí a mirar el horror a la cara. Venga a contar los muertos conmigo”— tardó casi una semana en ser respondido.
Aquella barcaza, como muchas de las que cruzan el canal de Sicilia, había partido del puerto libio de Misrata tres días antes. Era solo uno más de los muchos que prueban suerte en el sueño europeo .
Con informacion de Reuters y El País