Antanas Mockus hoy no es el político de un partido indígena, o Verde, ni es el exrector que se bajó los pantalones, ni el novio que se casó en un circo, tampoco el excéntrico personaje del triángulo anaranjado. Antanas Mockus hoy es una necesidad en Colombia. Columna para El Pais.
Enfrascados en un círculo vicioso que analiza el país de una misma manera, Mockus representa la libertad y el arrojo de echar a andar formar particulares para abordar los agujeros negros que tenemos como sociedad y que nos alejan de poder encontrar las claves de la ‘salida’.
Necesitamos que Mockus se invente muchas cosas, que sea una especie de oráculo de la creatividad certera para lanzarnos a romper los esquemas acartonados de comunicar y de enfrentar estos procesos de transformación.
La nueva ciudadanía activa que quiere participar en el entendimiento social que demanda el proceso de paz, y más allá de él, los cambios que trae consigo, tiene en Mockus una figura que simboliza sabiduría, la buena intención, la transparencia y el atrevimiento para modernizar la sociedad a través de procesos pedagógicos contundentes y oportunos.
El Estado va a vivir un impacto en el que cada uno de los funcionarios públicos deben tener claro cuál puede y debe ser su rol en la implementación de los acuerdos; los soldados tienen que lograr descifrar el lugar que valorará su sacrificio y su honor llegada la paz, los profesores han de aprender cómo enseñarle a la nueva generación los nuevos conceptos de una sociedad en proceso de pacificación. Los líderes sociales quieren encontrar las herramientas para encaminar de forma efectiva sus esfuerzos para lograr sus objetivos. Y así, una larga lista de necesidades de aprendizaje que Mockus puede representar.
Mockus está convocando a una ‘Marcha por la Vida’ y es un deber atenderla. Tiene todo el sentido empezar a establecer ese valor como la base de un acuerdo en medio de la polarización y el debate entre quienes están a favor y menos a favor del proceso de paz. Detener la guerra es salvar vidas y ese es un mínimo básico que a nadie molesta. Las Farc, el ELN y las famosas Bacrim tienen que darse cuenta de que es una conversión de la sociedad, no es una petición, ni una súplica, es que ya no quedan más pretextos para resistirse al cambio. Los que han matado seguro quieren dejar de hacerlo. Hay miles de testimonios que lo evidencian, y el país está listo para aceptarlo.
Evitar que un colombiano mate a otro por cualquier razón, no parece una misión que requiera carné de filiación santista o uribista, se trata de ganar en sentido de lo humano y por eso lo invito a que le pare bolas a Mockus, contribuyamos a que tenga sentido su llamado y poco a poco iremos convirtiéndonos en una mejor sociedad. ¡Mockus! Necesitamos más Mockus.