Con varias nominaciones y premios en festivales de cine alrededor del mundo, la cinta chilena “No” se estrenará esta semana en nuestro país. La película se centra en la campaña publicitaria adelantada durante el plebiscito del 88 y con la que se logró derrocar la dictadura de Pinochet.
Hay cuentas muy personales por saldar cuando la violencia, la impunidad y la incertidumbre se han calado en la tragedia, como la de los descendientes de las víctimas del capitán Augusto Pinochet. Un dolor invasivo que no perdona, como sucedió con Francisco Cuadrado, cuando visitó el féretro del dictador justo después de su muerte y escupió sobre el cristal que brillaba exaltando las facciones muertas de quién en su época, ordenó el asesinato de sus abuelos bajo la mirada humillada e indefensa de todos sus familiares.
Las reconstrucciones de esa historia no tan lejana de Chile han sido más o menos exitosas y divulgadas. El miedo durante la dictadura no calló del todo a varios reporteros, fotógrafos, activistas de todas las ramas que capturaban el testimonio y la realidad del momento, para convertirse en algo más que espectadores.
La más reciente mirada a ese conflicto, se da por cuenta del director Pablo Larraín, quien dirigió la película “NO”, merecedora de múltiples reconocimientos y nominaciones, una de ellas para los Premios Óscar. La cinta fue estrenada en chile en el primer semestre del 2012 y removió la costra entre las críticas, pero ante todo, ante las víctimas. La principal razón es que su padre, Hernán Larraín, senador y militante de la Unión Demócrata independiente que apoyaba de manera radical la dictadura de Pinochet, fue vinculado a “Colonia Dignidad”, un centro de detención y tortura en tiempos de Pinochet.
“NO” realmente no habla de la dictadura, pero tiene elementos que nos muestran la represión, el miedo, la violencia que vivía el pueblo chileno por cuenta de la dictadura vivida entre 1973 y 1990 con Augusto Pinochet como el artífice del deseo del poder y la grandilocuencia propia de un gobernante obsesionado.
La cinta refleja el momento vivido en 1988, por cuenta de una oportunidad que parecía imposible en Chile de aquel entonces, el plebiscito que se disponía en la Constitución de 1980 y donde se debía aprobar o rechazar al candidato que proponían las Fuerzas Armadas chilenas. Aparentemente no existiría posibilidad de derrocar al general Pinochet, pues su mismo gobierno organizaría el plebiscito, fijaría las reglas y controlaría los escrutinios. El momento era clave, pues el oficialismo debía ser cuidadoso mostrándose respetuoso de las elecciones para mejorar su imagen ante los entes internacionales, que se veía desacreditada después de las denuncias y los conflictos internos que se agudizaron desde 1985.
En ese momento, el publicista Eugenio García, hijo de ideólogos exiliados chilenos, logró revolucionar la historia de su país, y comprobar que las campañas publicitarias son tan importantes e impactantes que incluso logran cambiar políticas y democracias. Él fue el creador de la campaña “Chile, la alegría ya viene”, con la que la opción “NO” tuvo la mayoría en el plebiscito con un 55,99% logrando lo impensable… tumbar a “Pinocho”.
“Eso no vende”, es lo que René Saavedra (el personaje de Eugenio García e interpretado por Gael García) les dice a los creativos que le presentan un video triste, con imágenes de las brutales acciones de los policías y los resultados de los desaparecidos durante el periodo Pinochet. El personaje se muestra soberbio, pero respetuoso con el dolor de las víctimas y sus familiares y manifiesta, “esto no se trata de decir la verdad, se trata de vender el NO”, y convence al partido de la oposición que jamás ganarán si se centran en desacreditar al dictador con las cifras negativas contra él y tal y como lo hizo Eugenio García en la realidad, René Saavedra centra su estrategia en vender “la alegría”.
La campaña fue tan exitosa, que en las calles se silbaban los jingles, se vendían botones con el “NO”, y se vivía un manto de positivismo, aun entre los más pesimistas, todos esperaban que “la alegría viniera a Chile”.
Por su parte, el “SÍ” por Pinochet, se basó en controlar los medios de comunicación y desacreditar la campaña del “NO”, mofándose de la estrategia y mostrando los peligros que supuestamente suponía el regreso del comunismo. Una campaña que fracasó desde el inicio y cambio de táctica varias veces.
Todo esto es la cinta “NO”. Quizás un homenaje a la publicidad y el reconocimiento de un poder que logra cambios y dinamismo en el espíritu de las personas y que impulsa sus decisiones de conducta, de compra, de voto.
La publicidad se reivindica en esta cinta y por ese mismo camino, la lección más contundente para todos los espectadores –sin importar si son publicistas o no-, es que la creatividad en los tiempos más difíciles es el verdadero camino para alcanzar los ideales.