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Jody Williams, Nobel de paz (1997), ha sido desde su juventud una incansable activista que no ha dejado de quejarse, ni de actuar. Es la mujer que consiguió que se firmara en Ottawa, Canadá, la Convención Internacional por la Prohibición de Minas Antipersonales. Gracias a eso, 26 países se declararon libres de minas desde 1999.

En cinco años, esta profesora nacida en Brattleboro – Vermont, logró lo que parecía imposible; en 1997 en Ottawa, Canadá, se celebró la Convención sobre la prohibición total de las minas terrestres antipersonal, en la que 122 países suscribieron el tratado. Actualmente, este compromiso sigue abierto no solo para su ratificación, sino para que se adhieran los Estados que no lo hicieron antes de marzo de 1999.

Williams, narra que antes de llegar el gran día, hubo “una serie de reuniones de los gobiernos para desarrollar y negociar el tratado en sí, así como eventos y actividades en distintos lugares del mundo, encaminados a presionar a los gobiernos para que participaran y luego firmaran el tratado que resultara de allí. Los austriacos, liderados por el diplomático Thomas Hajnoczi, prepararon un borrador del tratado para discutirlo con el grupo básico y hacer negociaciones preliminares en reuniones patrocinadas por el gobierno de Viena, Bonn y Bruselas. Esas reuniones culminarían en una sesión final de negociaciones que duraría tres semanas y tendría lugar en Oslo, en septiembre de 1997”.

La dramaturga y activista conocida por su obra teatral “Los monólogos de la vagina”, Eve Ensler, describe a la Nobel en el libro “Mi nombre es Jody Williams”, (de la autoría Williams), como una mujer de “personalidad intensa, llena de furia, y picardía, una gran estratega, una excelente organizadora, una valiente e implacable defensora (…).

Y, es precisamente en este libro, en el que Jody cuenta cómo alcanzó que un número importante de países alrededor del mundo se unieran para no solo desenterraran las minas que cobraban miles de víctimas, sino que los Estados prohibieran su uso en sus territorios. Cuenta que no basta con indignarse frente a situaciones injustas, sino que ésta debe ir acompañada de acción.

Durante el conversatorio que hizo parte de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, el periodista, Alberto Salcedo Ramos, habló con ella sobre su historia como activista plasmada en la obra “Mi nombre es Jody Williams”, así como del proceso de paz que se lleva a cabo en La Habana entre el gobierno y las FARC.

Allí resaltó la importancia de las conversaciones y, cómo lo escribió en una nota especial para Colombia, incluida en su libro, “negociar una paz justa y tomar las medidas necesarias para hacer que la paz sea una realidad sostenible requiere más coraje que ir a la guerra”.

Pero no solo habló del proceso, sino de esa arma infalible y silenciosa que ha dejado a miles de víctimas, esa que también le llaman “armas de destrucción masiva en cámara lenta”. En el país desde 1990 hasta marzo de 2016 se han reportado en Colombia 33.376 eventos con minas antipersonal (MAP) y municiones sin explotar (MUSE). De este total, 6.674 fueron accidentes y 26.702 incidentes

El 53 % de los eventos por MAP y MUSE se concentran en cinco departamentos: Antioquia es el más afectado con el 17 % y le sigue Meta con el 15 %. Caquetá (9 (%), Arauca 6 (%) y Norte de Santander (5 %) cierran la lista.

Una realidad, dolorosa, pero no imposible de sanar. Jody comenta que, “retirar las minas antipersona del territorio colombiano puede parecer algo atópico e imposible de lograr. Pero el desminado no tiene nada de ilusorio. Requiere planeación, esfuerzo y compromiso, pero es una meta alcanzable”.

Sobre el proceso de paz: