El reciente 10 de octubre, Naciones Unidas conmemoró el 14º Día Mundial contra la Pena de Muerte. En ese marco, Amnistía Internacional publicó un revelador informe, en el que se evidencia cómo algunos países han reincorporado la pena de muerte a su legislación, en un intento de combatir el terrorismo.
El reciente 10 de octubre, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, aseveró que la pena de muerte constituye una práctica cruel e inhumana que no tiene cabida en el siglo XXI.
El tema central del 14º Día Mundial contra la Pena de Muerte, hace hincapié en que las medidas de lucha contra el terrorismo para ser legítimas y eficaces deben basarse en el respeto de los derechos humanos, y hace referencia a que 65 países aún mantienen la pena capital por esos delitos.
En un mensaje con motivo de la fecha, Ban Ki-moon explicó que a menudo los tribunales especiales o militares imponen esa condena por actos de terrorismo en juicios rápidos y sin las debidas garantías.
También obtienen confesiones bajo coacción o tratan de reprimir el ejercicio de libertades fundamentales con definiciones legales vagas cuando se trata de atentados de este tipo.
El alto diplomático afirmó que es erróneo creer que la pena capital reducirá el terrorismo ya que la experiencia ha demostrado que ese tipo de condenas no hace sino alimentar la propaganda de los movimientos extremistas. Eso genera mártires y ayuda a que las campañas de reclutamiento de los terroristas sean más eficaces, puntualizó.
El titular de la ONU, llamó así a abolir la pena de muerte en todas las circunstancias y a guiar las acciones por la brújula moral del respeto de los derechos humanos. Explicó que por el contrario, el mantenimiento del estado de derecho fortalece la capacidad de la sociedad de hacer frente a esas amenazas.
En ese sentido y según un informe de la ONG Amnistía Internacional, los países recurren cada vez más a la pena de muerte en un equivocado intento de combatir los delitos relacionados con el terrorismo, ha dicho hoy Amnistía Internacional en un nuevo informe en vísperas del Día Mundial contra la Pena de Muerte.
En 2015, al menos 20 países condenaron a muerte o ejecutaron a personas por delitos relacionados con el terrorismo (Arabia Saudí, Argelia, Bahréin, Camerún, Chad, China, Egipto, Estados Unidos, India, Irak, Irán, Jordania, Kuwait, Líbano, Pakistán, República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Túnez y EAU). Aunque el uso de la pena capital para tales delitos suele estar envuelto en el secreto, en los últimos años Amnistía Internacional ha documentado un notable aumento.
“El aumento en el uso de la pena de muerte al que estamos asistiendo, en equivocada respuesta a los delitos relacionados con el terrorismo, revela un error fundamental por parte de las autoridades: no hay ninguna prueba de que la pena capital disuada de cometer delitos violentos con más eficacia que otros castigos. Esta actitud se basa más en la debilidad y la conveniencia que en la fuerza”, ha dicho James Lynch, subdirector del Programa sobre Asuntos Globales de Amnistía Internacional.
“Los ataques violentos contra la población general causan terribles sufrimientos a las víctimas y a sus familias, y nunca pueden justificarse. Los gobiernos deben investigarlos y hacer que sus responsables comparezcan ante la justicia.
…Pero el homicidio sancionado por el Estado no resuelve las causas fundamentales de estos ataques violentos. Sólo agrava la injusticia y el sufrimiento y alimenta el círculo vicioso de la violencia, sin hacer justicia con las víctimas.
…La pena de muerte es siempre una violación de derechos humanos. Más de dos tercios de los Estados del mundo han optado por abolirla en la ley o en la práctica. Todos los gobiernos deberían hacer lo mismo”.
Amnistía Internacional se opone a la pena de muerte en todas las circunstancias, independientemente del delito, de las características de la persona acusada de cometerlo y del método de ejecución. Es la expresión máxima de pena cruel, inhumana y degradante.
Amnistía Internacional hace parte del movimiento abolicionista, conmemorando el Día Mundial contra la Pena de Muerte, que en 2016 se centra en el uso de la pena capital para los delitos relacionados con el terrorismo. Si bien los ataques armados y otros ataques violentos no son un fenómeno nuevo, en los últimos años se han repetido ataques de este tipo de gran repercusión —en muchos casos en un contexto de inestabilidad política y conflicto— que han sacudido al mundo.
*Con información de Amnistía Internacional y Naciones Unidas.