Suena el despertador y Sr. Cerebro se preocupa: “Ya hay que despertarse y nos comimos todo el azúcar”. Descubre la gravedad cuando la chica decide (equivocadamente) evitar el desayuno porque quiere bajar de peso.
Llama para saber la disponibilidad de azúcar en la sangre pero Sr. Páncreas responde: “hay azúcar para unos 20 minutos, nada más”.
Sr. Cerebro hace un gesto de duda, y le pregunta al banquero Hígado: ‘cuánto tenemos en reserva’. Revisa la cuenta de ahorros y responde que ‘los fondos alcanzan para unos 25 minutos’.
En total hay 290 gramos de azúcar, alcanza para 45 minutos, tiempo en el cual el cerebro ha estado rogándole a todos los santos para que la chica desayune.
Quien cree que no desayuna se está engañando: se come sus propias proteínas, se “auto-devora”. La consecuencia es la pérdida de los músculos y colágeno.
Su cerebro no se encarga de las funciones intelectuales, sino de encontrar combustible. Los síntomas de un metabolismo lento van desde falta de energía a dolores musculares y arrugas en la piel.
Lo peor ocurre cuando llega la tarde, justo antes de quedarnos sin azúcar. Aparecen intensos deseos por alimentos dulces y sin poder evitarlo empiezan a comer con ansiedad. Eso hace que en la mañana del día siguiente no les provoque desayunar, volviendo al principio de este círculo vicioso.
Recomendaciones médicas
Desayuna hasta estar más que satisfecho
Si tienes ansiedad en la tarde significa que desayunaste pocas proteínas
Desayuna al levantarte (antes de que pasen 60 minutos)
Come tu postre favorito en el desayuno para no sentir ansiedad en la tarde
Dr. Daniela Jakubowicz