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Noticias, confidencial, bogotá, cali, medellín, barranquilla, judicial, actualidad, Llegan las convenciones con división entre demócratas y


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Más de 400 delegados republicanos planean un “golpe de palacio” contra Trump en la Convención.

Este mes, los grandes partidos estadounidenses celebran sus convenciones, en las que los delegados elegidos durante los meses de primarias nombrarán a sus candidatos a presidente y vicepresidente. Por un lado, los demócratas intentarán escenificar un reencuentro entre Hillary Clinton y Bernie Sanders, que intentará conseguir todas las concesiones programáticas que pueda. Enfrente, el evento republicano observa con atención un movimiento rebelde que pide cambiar las normas para rechazar a Donald Trump y poder elegir a otro candidato en su lugar.

El evento republicano será el primero en celebrarse, del 18 al 21 de julio en Cleveland, Ohio, y también parece ser el más disputado de los dos. Trump tiene una clara ventaja en cuanto al número de delegados que están obligados a votar por él en la primera ronda de votaciones -más de 1,500, cuando la mayoría está en 1,237-, pero se enfrenta a un problema: cientos de delegados no están contentos con su nominación y están intentando dar un “golpe de palacio” para negarle la victoria.

Las normas actuales de la Convención establecen que los delegados estarán obligados a votar a un candidato en concreto según los resultados de la primaria de su estado, al menos en la primera ronda de votación. Sin embargo, los propios delegados podrían cambiar las reglas antes de la votación y permitir que voten en conciencia. Dado que la mayoría de los delegados no apoyan personalmente a Trump -más de dos tercios son aliados del senador Ted Cruz o de dirigentes locales de cada estado-, sus posibilidades de salir elegido serían escasas.

Esta es la idea detrás del proyecto “Liberad a los delegados”, una campaña cuyos organizadores aseguran que respaldan al menos 400 participantes en la convención. Si alcanzaran la mayoría -los 1,237- podrían acabar con la carrera presidencial de Trump, a cambio de una enorme crisis interna que, aun así, consideran menos peligrosa para el futuro del partido que una candidatura del magnate inmobiliario. “A corto plazo habrá caos, a largo salvaremos el partido e incluso ganaremos las elecciones”, prometía Kendal Unruh, uno de los organizadores del grupo, en declaraciones al Washington Post. Su miedo es que Trump pierda por goleada ante Clinton -que lidera todas las encuestas desde mediados de mayo, por una ventaja media de unos 6 puntos- y se lleve por delante a numerosos diputados y senadores republicanos como daños colaterales.

Si el movimiento no triunfa, el efecto podría ser doblemente dañino: un candidato contestado y la seguridad, palpable, de que el partido está dividido, algo que no suele ayudar a ningún político en ninguna elección. A tal punto llega la situación que varios donantes demócratas, según el diario Politico, prefieren no dar más dinero a Clinton hasta saber si finalmente Trump gana la nominación, porque temen “destruir” al magnate demasiado pronto con campañas publicitarias en su contra y que la convención acabe eligiendo a otro candidato mejor preparado en su lugar.

La última opción, si los delegados rebeldes se ven incapaces de triunfar, es que el polémico multimillonario sea coronado junto a un candidato a vicepresidente en principio desconocido. Trump ha sugerido que prefiere a un compañero con experiencia de gestión que le ayude a compensar su falta de historial político, por lo que las apuestas señalan a varios de sus aliados como el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich, el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, o el senador Jeff Sessions, como los posibles elegidos.

En la convención demócrata, que se celebrará una semana después de la republicana -del 25 al 28 de julio-, los focos estarán puestos sobre la resistencia del senador Sanders y las condiciones que le imponga a Clinton para otorgarle su apoyo. El senador socialdemócrata ha prometido ir a la votación con sus delegados, 1,829 frente a los 2,202 de Clinton, y dejar que sean los superdelegados -diputados, senadores, gobernadores y altos cargos del partido- los que decidan el resultado final. Clinton tiene garantizada la victoria, dado que la inmensa mayoría de los superdelegados han hablado en su favor, pero el simple hecho de tener que realizar una votación para confirmar su victoria puede dañar a la exsecretaria de Estado.

Una vez nominada, el siguiente paso será ver si Sanders acaba pidiendo abiertamente a sus seguidores que voten a favor de su rival en las elecciones. El senador ya ha comentado a título personal que en noviembre votará a Clinton para conseguir el “bien mayor” de que Trump no gobierne, pero sus seguidores, enfrentados con la favorita durante las primarias, necesitarán algo más para dar su brazo a torcer.

Aquí puede jugar a favor la carta de la vicepresidencia: Elizabeth Warren, una senadora orgullosamente izquierdista que lleva semanas peleándose con Trump a través de twitter, puede ser capaz de atraer precisamente al tipo de votantes seducidos por Sanders. Otras opciones serían los senadores Sherrod Brown, del importantísimo estado de Ohio, o Cory Booker, de Nueva Jersey, que es joven, negro y muy habilidoso desempeñándose ante los medios.

Pero el meollo de la convención estará en los proyectos políticos: los delegados sanderistas querrán obligar a Clinton a prometer una subida del salario mínimo hasta 15 dólares a la hora, en vez de los 12 prometidos por la candidata, o conseguir su rechazo a tratados de libre comercio internacionales como el TPP o el TTIP, que Obama está negociando contrarreloj precisamente para intentar aprobarlos antes de la siguiente legislatura. Si clinton se ve obligada a moverse a la izquierda, puede ver su imagen dañada de cara al público más centrista. Si no, los jóvenes izquierdistas podrían abandonarla por moderada. El equilibrio será difícil de encontrar.

*Por: VÍCTOR VENTURA para: El Economista América

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