Noticias, confidencial, bogotá, cali, medellín, barranquilla, judicial, actualidad, Mujeres wayúu padecen cáncer de cuello uterino, pero no

Las mujeres indígenas wayúu, residentes en la zona rural de Uribía (La Guajira), desconocen este tipo de cáncer y lo definen como una enfermedad estigmatizada tratada con indiferencia.

Este es uno de los resultados del estudio adelantado por Claudia Margarita Cortés, candidata a doctora en Salud Pública de la Universidad Nacional de Colombia, quien adelantó una investigación con esta comunidad en el norte del departamento de La Guajira, para determinar qué tanto conocimiento tenían sobre el cáncer de cuello uterino.

La investigadora Cortés decidió desarrollar este trabajo, puesto que, según información de las autoridades municipales y departamentales, es considerada una de las zonas con altas tasas de mortalidad por cáncer de cuello uterino, tienen baja cobertura de la citología cervical y existe un gran desconocimiento sobre las implicaciones de la enfermedad.

El estudio se realizó con 77 mujeres indígenas residentes en zonas rurales y urbanas, también se consultó a 12 funcionarios vinculados al sistema salud y tomadores de decisiones locales y departamentales.

La información fue recolectada a partir de entrevistas a estos actores sociales, al tiempo que se observaron todas las iniciativas de promoción y prevención, especialmente las campañas de toma de la citología.

Al analizar los resultados, la investigadora evidenció que un gran número de las mujeres de la zona rural desconocían de qué trata el cáncer de cuello uterino, únicamente sabían del cáncer de piel y de mama.

“Esta enfermedad es percibida como letal; cuando llega a alguna de las mujeres de la comunidad es estigmatizada, porque perciben la enfermedad como algo lejano y actúan frente a esta con indiferencia”, explicó la estudiante Cortés.

Muchas de las entrevistas dieron cuenta de mitos, por ejemplo, esta enfermedad podía aparecer cuando no se asistía a un velorio, uno de los ritos con mayor importancia en su cultura. También, podía darse a causa del descuido después de tener hijos o haber estado en contacto con aguas en mal estado usadas para bañarse o lavar la ropa.

Al indagar sobre las campañas de prevención, la mayoría llegan a las rancherías en idioma español, no en wayuunaiki, lengua nativa de la comunidad. “Las mujeres mencionaron que debido a esto sienten que su cultura y contexto no son tenidos en cuenta, el hecho de que exista un traductor también lo ven como algo invasivo y termina convirtiéndose en un mal mecanismo de difusión”, explicó la investigadora.

Las mujeres ubicadas en las áreas urbanas manifestaron que llevan muchos años escuchando los mismos discursos, por ello dejó de ser efectivo.

En el caso de la vacuna, existe un alto desconocimiento del virus del papiloma humano (VPH), con mayor presencia en las mujeres jóvenes. La mayoría rechaza el uso de vacunas, pues mencionan que la medicina tradicional en sus comunidades, como la curación con plantas, es una solución mucho más efectiva para esta enfermedad.

Las mujeres entrevistadas manifestaron que no acuden a los servicios de salud porque no contemplan sus costumbres y normas de convivencia, no relacionan la enfermedad con su contexto ni se incluyen sus experiencias y sus visiones del mundo.

“Las campañas de prevención no llegan hasta las rancherías. Y aunque según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud el 92 % de las mujeres wayúu conocen sobre la citología, la mayoría tenía un conocimiento inexacto y las menores de 25 años desconocimiento total”, añadió.

Por último, las mujeres indígenas no acuden a la citología porque les avergüenza mostrar su cuerpo y se refieren a esta como “un examen en el que a uno le ven lo que no deben”. Asimismo, deciden no vacunarse porque no ven la necesidad de protegerse frente a una enfermedad “que no saben si les va a dar”, advierte la investigadora.

En el país, esta enfermedad es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres y, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS 2010), se producen cerca de 10 decesos por cada diez mil mujeres, situación que se mantiene desde hace 40 años.

Las mujeres más afectadas son las que viven en condiciones vulnerables, especialmente aquellas que residen en zonas con alto retraso social y económico, y en regiones con alta población indígena en los departamentos de Cauca, La Guajira, Tolima y Amazonas.