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Pistas por el robo de ganado, fraudes con las supuestas pajillas de un toro de casta, tráfico de huevos de aves exóticas colombianas y una piel de róbalo deshidratado son algunos de los casos investigados en este campo.

Se trata de un área sin explorar por la academia en Colombia, pero a la que la Universidad Nacional de Colombia le apuesta con el primer curso de Ciencia forense y medicina veterinaria legal del país, dado el considerable número de casos que empiezan a componer registros en la Fiscalía General de la Nación.

Uno de ellos está relacionado con el robo de 10 cabezas de ganado en un municipio de Nariño. El propietario había tomado la precaución de tomar muestras de sangre de todo su ganado. Tras el robo, se acercó a la Universidad Nacional con 11 muestras de carne que había comprado en una fama (expendio) y solicitó exámenes comparativos para establecer si estas pertenecían a sus vacas robadas.

Tras las pruebas de ADN, no solo se logró consolidar la hipótesis más fuerte que había en el caso, también la fiabilidad del trabajo en los laboratorios. De las muestras, siete de ellas correspondían a las reses robadas, lo que ya daba una pista para dar con los ladrones, explica el profesor Jimmy Vargas, doctor en Ciencias Veterinarias y magíster en microbiología.

También, por la vía de la ciencia, las autoridades descubrieron el fraude que se realizaba en Brasil con la venta de supuestas pajillas de Radar, un toro colombiano Gyr, considerada una de las razas de ganado más finas y de extraordinario potencial lechero. El propietario, quien lograba venderlas hasta en mil dólares cada una, sabía que solo él podía venderlas, pues tenía el monopolio de las mismas. Y pese a que el vacuno había muerto mucho antes de que trascendieran las ventas de sus pajillas en Brasil, un primer indicio para mostrar el fraude, se buscó en la cabeza disecada del animal.

“No toqué nada del cráneo”, manifestó el taxidermista a los profesores de la U.N., por lo que se tomaron muestras de hueso para determinar si el ADN correspondía a los marcadores microsatélite estándar que se tienen para los bovinos.

Sin embargo, el ADN estaba muy fragmentado y no fue posible obtener la evidencia. Ante esta situación, los científicos convencieron al propietario de facilitarles una pequeña muestra de semen de una de las pajillas (el stock de pajillas era de 250, que debe mantenerse a -170 grados en nitrógeno líquido para mantener su capacidad de reproducción) para obtener un ADN con mayor número de marcadores (en genética se requieren de mínimo cinco para obtener una prueba funcional). Los investigadores debieron esperar a la inseminación de una vaca, para usar la pequeña porción de esperma que necesitaban. Tras los exámenes, se sacaron 11 marcadores, tres de los cuales eran correspondientes con tres de los sacados al hueso del cráneo.

Luego del envío de esos resultados, autoridades brasileñas desmontaron el fraude que se hacía en ese país.

Gato por liebre


Un tercer episodio lo constituye la venta de tres embriones provenientes de un ganado fino, cuyos terneros no nacieron con las características físicas que esperaba el comprador de los embriones. El caso está por resolverse en 20 días, cuando se concluyan los exámenes.

Sin embargo, los casos de ganado no son los únicos dentro del campo forense y médico legal animal.

El tráfico, así como el maltrato, abren dos capítulos más dentro de la pertinencia del nuevo curso en la U.N.

Recientemente, dos colombianos, en casos distintos, fueron sorprendidos sacando del país una especie de plástico, así como unos huevos hacia China y Europa, respectivamente. Solo a través de pruebas científicas se determinó que el supuesto plástico era en realidad piel deshidratada de róbalo, y el segundo cargamento pertenecía a guacamayas, aves endémicas del país.

En cuanto a maltrato, episodios de crueldad, abuso y negligencia contra los animales ahora hacen parte de una sanción que prevé la nueva ley que castiga estas conductas.