Hace años una importante compañía se preparaba para salir a bolsa. Los viejos conocedores de la empresa, curtidos de experiencia en el mundo de los negocios alzaron su voz ante los directivos y aconsejaron: “salgan a bolsa pero olvídense de las recomendaciones de los analistas porque sólo les ayudarán a quebrar la compañía”.
¡Qué razón tenían!, Esa máxima que dice: “más sabe el zorro por viejo que por zorro” se cumplió. Y con el paso de los años, esa gran compañía, manejada sin mucha personalidad, fue guiada en cada momento por las recomendaciones de los analistas sentados en sus cómodos despachos de Londres o New York que nunca habían estado sobre el territorio donde se desarrollaban los negocios y ni conocían el sector, pero se sentían libres de opinar y dejar por escrito las recomendaciones estratégicas que dicha compañía debía cumplir.
La empresa siguió esas recomendaciones y aceptó sus efectos, concretó la cotización en la bolsa en el corto plazo tomó muchas de esas decisiones olvidándose de la manera de hacer los negocios de toda la vida y se equivocó. Una empresa que capitalizaba varios billones de euros ha estado a punto de cerrar sus puertas, entre muchas razones, por el efecto de esos alejados consejos de “expertos”.
Desgraciadamente en la política, esto también pasa muy a menudo. Los asesores, las encuestas, las agencias de comunicación, las redes sociales y los medios de comunicación están permanentemente bombardeando a los dirigentes políticos sobre lo que tienen o no que hacer. Ellos sin más, toman decisiones todos los días para congraciarse con estos gurús, muchas veces virtuales, y sin ninguna capacidad de analizar las circunstancias internas de los países.
Hemos visto en los últimos 20 años cómo las encuestas se han apoderado de la voluntad de la clase política. Los “trackings” , los mecanismos que diariamente enseñan el estado de opinión supuestamente de la mayoría de “la gente”, llevan a los ministros y presidentes de los gobiernos a tomar medidas casi siempre desacertadas y sin ninguna lógica para el bienestar de los ciudadanos.
¿Cuantas encuestas han predicho resultados que no se han dado, tormentas que no descargaron agua, exit pools que nada tuvieron que ver con los resultados finales de las votaciones.? Analistas en paracaídas, asesores oportunistas y toda clase de personajes que merodean las esferas del poder influenciaron a las elites políticas para tomar tal o cual medida de carácter urgente por que “la gente” lo demandaba según las encuestas.
Eso mismo pasa en estos momentos tan delicados para muchos presidentes de la región sobre sus supuestas popularidades, que según las encuestas y su eco en los medios, están por los suelos en la gran mayoría de los casos. ¿Cómo se llega a este despropósito?.
Casi siempre por no cumplir las promesas electorales, otras veces por el empecinamiento en no comprender que algunas variables las marca el mercado y los agentes externos a ellos mismos. Otras veces por pensar que a los amigos hay que premiarles y eso lleva a muchos equipos de gobierno a estar rodeados de personajes poco capacitados y no muy capaces.
Pero la mayoría de las veces en los últimos años ha sido por seguir y perseguir la influencia de las redes sociales.
Ese deseo permanente de demostrar simpatía donde no la hay, de transmitir esfuerzos personales cuando son colectivos, de hacer acercamientos baratos hacia la población que logran el efecto contrario. Querer trasladar una ingente cantidad de anuncios, inauguraciones, conferencias, conversatorios, mensajes necrológicos, felicitaciones por doquier a las redes sociales, lleva a los políticos a escribir un sin fin de lugares comunes y mensajes sin sentido, que consiguen que el personaje se ahorque un poco más en su relación con los ciudadanos. Esto, claro, lo logran yendo de la mano por docenas de asesorías que ofrece el mercado y que diseñan esas estrategias suicidas por buen precio.
Según el diccionario, una definición de política es: Actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país. Entonces,
¿Dónde esta la vieja manera de hacer la política?
¿Dónde están los cara a cara con los ciudadanos, las visitas a los pueblos, a las fábricas, a las veredas para comprender in situ qué es lo que está pasando en el terreno. ¿Dónde está la cercanía con la gente, la honestidad en los planteamientos, el compromiso de vamos a trabajar por sacar a los nuestros de las desigualdades sociales en las que viven? Los ciudadanos, muchos no saben de redes sociales, no distinguen si el presidente habla o no por el telepronter, ni comprenden por qué les invaden su casa cada día con mensajes de una u otra índole.
Ellos necesitan creer en alguien que les resuelva sus problemas del día a día y les justifique sus esfuerzos para que tener un futuro mejor y en paz. Por eso queridos políticos, abandonen las redes sociales y hagan POLÍTICA.