La economía brasileña caerá un 3.25% este año, según un sondeo hecho por el Banco Central con entrevistas a analistas de un centenar de instituciones financieras.
El sondeo, conocido como el boletín Focus, una publicación que sirve de referencia para las proyecciones de crecimiento que elabora el Gobierno brasileño, mantuvo estable sus previsiones de la inflación, en el 7.26%. El producto interior bruto (PIB) se contrajo un 3.80% en 2015 y el país tuvo una inflación del 10.67%, según datos oficiales, lo que ha obligado al Banco Central a elevar las tasas de interés al 14.25%.
Brasil es la séptima economía mundial. Después de haber experimentado un crecimiento excepcional, la economía de Brasil evidencio signos de agotamiento en 2011, lo que fue relacionado con el estancamiento de los precios en sus elementos de exportación, el estancamiento dado por el consumo interno debido al endeudamiento de los hogares y la baja en las inversiones de la bolsa.
Afectada por la baja del consumo de los hogares, de la actividad industrial y la inversión, la economía brasileña ha estado en recesión desde el 2014, esto se prolongó hasta el tercer trimestre dejando para inicios del año 2015 un -3,5% en las actividades económicas del pais. En diciembre de 2015, el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, que había intentado reequilibrar las finanzas públicas renunció, puesto que el objetivo de lograr un superávit presupuestario primario ha sido abandonado y la presidente ha vetado más de 50 modificaciones introducidas en el Presupuesto 2016, incluidas las reducciones a su programa social estrella (Bolsa Familia) y la prohibición de la financiación exterior del estado para algunos proyectos.
Un número de factores siguen opacando el potencial económico del país, la fuerte apreciación del real brasileño, la mala calidad de la infraestructura, las desigualdades sociales y un sistema educativo débil son factores de peso pero, según las proyecciones, la recesión debería profundizarse en el 2016 por la política monetaria que estrictamente tiene como objetivo controlar la inflación, también se une a esto la falta de confianza de los inversores que sin duda repercutirá fuertemente en el decrecimiento de la economía brasilera.