Los Hermanos Musulmanes de Egipto nombraron a Mahmud Ezzat como jefe interino para sustituir a su guía supremo, Mohamed Badie, detenido por el gobierno instalado por los militares que derrocaron al presidente islamista Mohamed Morsi.
La detención asestó un duro golpe al movimiento islamista, creado hace 85 años, y que desde hace seis días protagoniza una sangrienta demostración de fuerza con la Policía y el Ejército, que ya dejó más de 900 muertos, en su mayoría manifestantes que apoyan a Morsi, así como cientos de detenidos.
La página web del Partido de la Justicia y la Libertad (PJL), formación política de los Hermanos Musulmanes confirmó el nombramiento. “Mahmud Ezzat, jefe adjunto de los Hermanos Musulmanes asumirá la función de guía supremo del grupo de forma temporal después de que las fuerzas de seguridad del sangriento golpe militar detuvieran al guía supremo Mohamed Badie”.
Los Hermanos Musulmanes ya habían indicado que Badie solo “era un individuo entre los millones que se oponen al golpe de Estado”, dando a entender que el movimiento continuaría su movilización contra la destitución y la detención de Morsi.
La televisión local, adherida a la causa del Ejército y a favor de la violencia aplicada contra el “terrorismo de los Hermanos Musulmanes”, emitió imágenes en las que podía verse a un Mohamed Badie postrado y ataviado con una galabiya, la larga túnica blanca tradicional egipcia. Badie, de 70 años y que solo apareció una vez en público desde el derrocamiento de Morsi, fue detenido en un apartamento en El Cairo y conducido a la prisión cairota de Tora, donde se encuentran sus dos adjuntos, Jairat al Shater y Rashad Bayumi, con quienes será juzgado el domingo por “incitación al asesinato” de manifestantes que se oponen a Morsi.
Desde el comienzo de las manifestaciones, miles de miembros de los Hermanos Musulmanes fueron detenidos, entre ellos algunos responsables como el jefe de su partido político y expresidente del Parlamento, Saad al Katatni, también encarcelado.
En la cárcel de Tora también está detenido Hosni Mubarak, el presidente expulsado del poder por una revolución popular a principios del 2011. Mubarak se encuentra en prisión por un solo caso de corrupción, tras haber obtenido la libertad condicional por otros tres luego de haberse superado el periodo máximo de detención preventiva.
Morsi, que está detenido por el Ejército en un lugar secreto desde su derrocamiento, fue acusado de “complicidad de asesinato” y de “torturas” contra manifestantes. Nada parece detener al Ejército en su represión contra los Hermanos Musulmanes, que desde el 2011 ganaron las primeras elecciones legislativas y presidenciales libres del país.
Esto podría llevar de nuevo a los islamistas a la clandestinidad y a provocar un regreso a los años negros de 1990 con su sangrienta violencia. En los últimos días, la asonada de violencia se aceleró con la muerte, en menos de 24 horas, de 25 policías en el atentado más sangriento de los últimos años contra las fuerzas de seguridad en la península del Sinaí y la de 37 detenidos de los Hermanos Musulmanes, asfixiados por gases lacrimógenos en un furgón penitenciario.
Las manifestaciones de los partidarios del Morsi son reprimidas violentamente desde que las fuerzas de seguridad desalojaron el 14 de agosto sus dos campamentos en El Cairo, dejando unos 600 muertos en todo el país en la jornada más sangrienta desde la revuelta del 2011.
A pesar de las condenas de la comunidad internacional, el jefe del Ejército y nuevo hombre fuerte de Egipto, general Abdel Fatah al Sisi, insistió el domingo en que su país no “cedería” ante los “terroristas”. Los países de la Unión Europea, que dijeron estar dispuestos a “reexaminar” sus relaciones con El Cairo, celebrarán una reunión ministerial.
Estados Unidos lanzó el lunes un llamado a la reconciliación en Egipto y dijo que continuaba analizando el futuro de la ayuda de 1.5000 millones de dólares anuales que suministra al país, aunque reconoció que su capacidad de influencia era “limitada”.
Arabia Saudí, por su parte, aseguró que los países árabes estaban dispuestos a compensar cualquier pérdida de ayuda occidental a Egipto y Catar. Así mismo, envió un segundo cargamento gratuito de gas natural licuado. A pesar de que el estado de emergencia y el toque de queda decretados el jueves siguen en vigor, El Cairo, una megalópolis de 20 millones de habitantes, recuperó prácticamente la normalidad en su día a día, solo perturbada por la presencia de tanques en las grandes arterias de la ciudad.