En las últimas horas Humberto De la Calle propuso una coalición entre partidos para ganar las elecciones presidenciales del 2018 en la primera vuelta, con el fin de preservar el acuerdo de paz. Esto fue una respuesta a las declaraciones de José Obdulio Gaviria, en las que el parlamentario uribista afirmó que de ganar las elecciones el Centro Democrático modificaría lo pactado en La Habana, generando obstáculos en la fase de implementación.
Algunos calificaron la propuesta de fatalista, tal y como sucedió antes del plebiscito cuando el jefe del equipo negociador en La Habana aseveraba que no había “mejor acuerdo” y, de rechazar lo firmado el 26 de septiembre en Cartagena, volveríamos inequívocamente al fragor del conflicto, situación que evidentemente no sucedió.
Los medios tenemos los ojos puestos en las colectividades y sus estrategias en este año eminentemente político, en el que los egos salen a flote y la pantalla es el más eficiente vehículo a la Casa de Nariño.
El vicepresidente Germán Vargas Lleras, cabeza de Cambio Radical, y quien no niega sus aspiraciones de reemplazar al presidente Juan Manuel Santos, aunque haya construido un caudal electoral gigantesco durante su paso por la vicepresidencia, debe seguir pensando que el hecho de entregar los avales en el departamento de La Guajira, por ejemplo, no le vayan a pasar cuenta de cobro al partido en futuras elecciones.
Las preocupaciones ya aquejan a varios dirigentes de ese partido. Uno de ellos es Carlos Fernando Galán, quien ha asegurado que teme que todo el escándalo que se ha desatado en el país por cuenta de las malas decisiones que tomó la colectividad se traduzca en una condena electoral.
Lo cierto aquí es que deben dar la cara al país por haber entregado su apoyo a personas cuestionadas que luego terminaron en problemas con la justicia.
Por lo que al partido le tocará comenzar a buscar alianzas en sectores que, más allá de la visión de país, posean un músculo de votantes avasallador.
Al presidente del Partido de La U Armando Bendedetti, quien ya había hecho esta sugerencia meses atrás, le suena, pero más adelante, cuando los partidos hayan escogido y medido sus candidatos porque ahora mismo ninguno va a querer renunciar a su opción de presentarse con su aspirante propio.
Los verdes, que apoyaron a Santos en 2014, han manifestado que por ahora están enfocados en la bandera anticorrupción en la que no cabrían partidos de la Unidad Nacional.
Por el lado del Polo, Jorge Robledo ha sido claro en que si él es el candidato su campaña será NI-NI, ni santista ni uribista, lo que da por descontada su participación en esa coalición que propone Humberto de La Calle.
Finalmente, en el partido del expresidente Uribe siguen desmarcándose de Óscar Iván Zuluaga, cuya campaña presidencial del 2014 salió salpicada con el escándalo de corrupción de la firma Odebrecht, que al parecer habría pagado los honorarios del publicista Duda Mendonça en la campaña. La polémica en esta colectividad ha beneficiado a Iván Duque, a quien muchos gradúan como el pupilo de Uribe y el más opcionado a quedarse con el aval del partido para las elecciones presidenciales en 2018.