Pasajes de Fernando González

En este nuevo texto, la escritora bogotana Carolina Sanín presenta un compendio y comentarios de la obra de Fernando González considerado por generaciones como “el filósofo paisa”.

“Quizá pueda decirse que Fernando González es un maestro, pero no uno a quien imitar, sino uno con quien se entra en contacto para avivar la intuición de que hay otra parte que no es otra sino toda esta”, explica Carolina Sanín en la introducción al libro.

A través de la pobreza complicada de sus tramas, la obra de Fernando González describe el proceso que sigue quien se convierte en quien es. “He escogido de la obra de González los fragmentos que me parecieron más representativos – aquellos a través de los cuales creí que el lector podría reconstruir los libros de los que se extrajeron – y también aquellos con los que resonó mi pensamiento. El conjunto resultante es otro libro que el autor escribió: el que escribió en mí”, revela la autora colombiana.

Las obras de Fernando González no combinan la autobiografía con el tratado filosófico, sino que reproducen el instante en el que se revela que dentro del cuento de la vida está la práctica filosófica, y en el desarrollo discursivo del pensamiento se hace posible vivir la vida.

En su exploración simultánea del potencial humano y la naturaleza del libro, se estudian los libros seminales de la figuración poética: las preguntas de qué cabe dentro de qué y qué cosa es como qué otra. Su escritura, (¿podrá llamarse autobiografía ensayística?) consiste en probarle marcos a la escritura: la narración enmarca las notas diarias, y estas dan a su vez contexto a la narración.

Es difícil antologar libros que conforman paisajes amplios antes que mostrar pasajes brillantes, y es difícil compendiar volúmenes que contienen todos lo mismo pero en distintos estados de desarrollo y dispuesto según diversas maneras de imaginar un organismo textual.

Las obras comprendidas se han dispuesto en orden cronológico en este volumen. Reúne las obras: Pensamientos de un viejo, Viaje a pie, Mi Simón Bolívar, Don Mirócletes, El Hermafrodita dormido, El remordimiento, El maestro de escuela, Libro de los viajes o de las presencias, La tragicomedia del padre Elías y Martina la Velera.

Por razones de espacio, en la selección han quedado excluidos los volúmenes de correspondencia, las obras publicadas póstumamente (El payaso interior, Salomé, Arengas políticas, El pesebre, escrito por Andrés Ripol, etc) y algunos títulos publicados en vida, como Santander, Mi compadre y Los negroides.

“A medida que leía a Fernando González fui sintiendo cada vez más admiración y afinidad, y mayor intriga. Me sentí desilusionada – y reflejada – en ciertas páginas de las que él no omitió bobadas surtidas que se le ocurrían, pero, muchas más veces que desilusionada, me sentí deslumbrada y renovadamente ilusionada”, concluye la escritora bogotana.