Pedagogía por la paz

Un conflicto tiene uno o más bandos, todos generan víctimas y victimarios, y para poner fin a la confrontación, víctimas y victimarios deben conversar, preguntar, pedir perdón y perdonar, reconocer las barbaridades, conocer la verdad, y así y solo así será posible la reconciliación.

“Lo que va a suceder en La Habana entre las víctimas y los negociadores de las FARC es algo inédito. La guerra es brutal y despiadada pero el cara a cara posterior entre víctimas y victimarios es un escenario que hasta al más duro le parte el alma. Lo único que le bajó la arrogancia a los paramilitares fue ese cara a cara con sus víctimas”. María Victoria Uribe. [1]


Un conflicto tiene uno o más bandos, todos generan víctimas y victimarios, y para poner fin a la confrontación, víctimas y victimarios deben conversar, preguntar, pedir perdón y perdonar, reconocer las barbaridades, conocer la verdad, y así y solo así será posible la reconciliación.

Pero la paz no solo es entre afectados o involucrados en combates y habitantes inocentes de las zonas de conflicto. La guerra como la paz es asunto de todos. No haber sufrido directamente las consecuencias de la confrontación no exime a ningún ciudadano de su compromiso y responsabilidad con lo sucedido – por indiferencia o porque su ideología los ubicaba en uno o en otro lado de las fuerzas contendientes -, también los convierte en actores. Es asunto de coherencia como ciudadanos y de solidaridadcon los que han sufrido porque los indiferentes y los insolidariostambién estuvieron expuestos. Ellos pudieron ser víctimas y convertirse en victimarios.

Una cultura de violencia, de injusticia, de impunidad y de insolaridadcubre a Colombia. Hoy la violencia en el campo no le preocupaa la gente de las ciudades. Ayer la guerra les interesaba y por eso millones se expresaron contra las FARC y millones rechazaban la confrontación. Pero, llevada la guerrilla a los bordes de las selvas las ciudades se han derechizado y una inmensa masa de ciudadanos, asombra que sean tantos, no les importa si el conflicto continúa porque se volvió funcional a sus intereses políticos, económicos y sociales, y porque la guerrilla es detestada por la inmensa mayoría de colombian@s.

La guerra de Colombia, eterna, reciclada una y otra vez desde cuando los ultraconservadores decidieron que éste país no podía abrazar las ideas liberales ni menos las socialistas. Colombia debía ser por los siglos de los siglos una seudodemocraciarepresentativa conservadora, feudalista, confesional y premoderna. Por eso se opusieron a los reformadores, solo dos en un siglo: López Pumarejo y Lleras Restrepo, y ninguno en los últimos cincuenta años porque los asesinaron. Pero esa violencia, que en un país de menos de diez millones de habitantes arrojó 300.000 muertos en diez años, hizo puente con la guerra de guerrillas de la guerra fría, cuando Tiro Fijo y sus menos de 20 combatientes sobrevivieron la operación Marquetalia y se convirtieron en insurgencia. Si los hubieran dejado con su reserva campesina, Colombia no hubiera tenido FARC, ni doscientos veinte mil muertos, ni seis millones de víctimas, ni cien mil victimarios.

La guerrilla nada tuvo que ver con los inicios del narcotráfico. Este llegó por otros lados. Al final el narcotráfico envolvió al país y sus instituciones, recicló a la guerrilla porque la guerra fría se había acabado, dio paso a los paramilitares de estas últimas tres décadasque son la saga de los pájaros de los años cuarenta y cincuenta, yenvolvió a las fuerzas de seguridad del estado. Al final, una larga y sanguinaria guerra selectiva en torno a la propiedad de la tierra y la defensa de una sociedad conservadora. Hoy Colombia es un país de citadinosy de menos campesinos, pero son ciudadanosdetenidos en el tiempo como si el mundo de las ideas no hubiera cambiado, como si el mundo de ayer fuera el mundo del mañana. Esa es la desgracia de Colombia: su conservadurismo degradado.

Fin de la guerra


Para fortuna de Colombia llegó a la presidencia Juan Manuel Santos a buscar la paz. La está encontrando, el proceso es irreversible por más que las acostumbradas barbaridades selectivas sigan ocurriendo en ínfima proporción. La guerra languidece. La asimetría entre las fuerzas es evidente. Intereses agazapados intentan alimentarla, pero la mayoría de colombianos no queremos más violencia.

La comunidad internacional repudia este conflicto premoderno, conservador y de vetusta izquierda, que solo el ejercicio de la diplomacia impide que su malestar se haga evidente. La magra asistencia de personalidades internacionales en la posesión de Santos II refleja lo que es Colombia en el mundo y el hastío de esta violencia hipócrita, solapada y perversa. Ya nadie come cuento, ya nadie la justifica, ya nadie la acepta.

Así las cosas, agentes del estado, guerrilla, paramilitares y algunos empresarios, han generado víctimas pero todos han sido victimarios, y esto es necesarioentenderlo y aceptarlo para que haya paz, reconciliación, reparación, y se conozca la verdad.

En las guerras hay más víctimas que victimarios, y desgraciadamente quienes desataron la locura tienen esa doble condición.

La violencia selectiva de Colombia produjo engendros de perversidad y sufrimiento infinito.

Víctimas y posconflicto


La paz hay que hacerla e iniciar un largo camino para reconstituir las instituciones y emprender una larga marcha para que esa cultura de la muerte vaya poco a poco cambiando por una cultura de paz, convivencia, solidaridad, afecto, amor y desarrollo.

Los rezagos escriturados a Colombia en educación, investigación, innovación, desarrollo productivo, injusticia social, corrupción ilimitada, clientelismo desvergonzado y degradación de los poderes del estado, es consecuencia de las violencias que han dejado medio millón de muertos y seis millones de víctimas en siete décadas.

La paz es una necesidad vital. No hay otro camino para imaginar una Colombia que hoy es imposible soñar y proyectar.

Cada vez que los medios muestran cómo crímenes atroces han quedado en la impunidad, más y más muertes iguales pueden ocurrir si no se logra la paz y si no seconoce la verdad de tantas cosas pavorosas que han ocurrido en esta tierra de gente alegre pero ensangrentada y adolorida.


[1]Tomado del Facebook.