“Perdono porque tengo un compromiso de paz con Colombia”: Ángela Giraldo

“En un país de inequidad el conflicto es lo único que nos hace iguales, es el único que no establece clases sociales”. 12 años después de perder a su hermano por las Farc, así resume lo que ha visto Ángela Giraldo, la hermana de Francisco Javier Giraldo, uno de los 11 diputados del Valle asesinados en cautiverio por parte de este grupo guerrillero.

No lo esperaba y con muchas dudas asistió al primer encuentro entre víctimas y la mesa de negociación en La Habana el 15 de agosto, con el fin de expresar y contar su historia de dolor, de perdón, de reconciliación y con la esperanza de que se llegue al fin al conflicto.

Giraldo no se siente una víctima, sino una sobreviviente de la guerra. No soñó con un proceso de paz, tampoco imaginó ni propició un saludo de mano con su victimario, ‘Pablo Catatumbo’; para ella haber perdonado significa un compromiso de paz y un acto de amor consigo misma. De esta forma, Ángela habló con Confidencial Colombia.

Cuando le dijeron que había quedado seleccionada para ir a La Habana ¿qué pasó por su mente?


Hubo muchas dudas. Le había dicho a Alejo Vargas, (director del Centro de Pensamiento de la Universidad Nacional), que yo no tenía interés en viajar, porque para ellos era difícil escoger a las víctimas que iban a ir a La Habana. Habían muchas personas interesadas en viajar. Sin embargo, había sido seleccionada, me lo dijeron dos días antes del encuentro.

El jueves en la noche no estaba tan segura de ir. Porque no sabía cuál era la función de nosotros en La Habana. Me preguntaba qué iba hacer yo en medio de víctimas que no eran de las Farc. La idea inicialmente de nosotros, que estamos en este proceso de diálogos con las Farc, era visibilizar a las víctimas de este grupo guerrillero. Entonces llegué muy prevenida a la reunión pero luego empecé a escuchar el dolor que narraban cada una de las víctimas que estaban allí, y el drama era tan intenso, que uno siente que no se le puede negar a nadie la posibilidad de participar en un diálogo de paz. Me di cuenta que uno no puede clasificar a las víctimas en Colombia según su victimario porque el dolor es mucho.

La comisión de víctimas no era una comisión de la verdad; nosotros no fuimos a hacer un careo con los miembros de las guerrilla, nuestra misión era dar testimonio de la guerra en Colombia, y pedirle a las partes que entendieran que no queremos guerra y, que nosotros estamos dispuestos a dar nuestro testimonio para que en Colombia empiece un proceso de reconciliación.

El denominador común de las víctimas que asistimos al encuentro, es que hemos perdonado, perdonado para que haya paz. El perdón es un acto de amor con uno mismo y si uno se quiere, quiere estar reconciliado con el mundo. De nada vale vivir con odio en el corazón. Pero sí llegué con muchas dudas.

¿Qué dudas?


Pensé que quizás iban a manipular a las víctimas. Que iban a utilizar nuestro dolor para el proceso y lo que buscaban de alguna manera era legitimar algo a costa de nuestro dolor. Que nos iban a instrumentalizar. Pero no fue así. Nunca nos guiaron en el discurso y las otras víctimas eran muy maduras y empoderadas de sus derechos. Eso hizo que me sintiera segura, pues ninguna de esas personas que estaban allí eran manipulables.

Con este encuentro entre víctimas y la mesa negociadora ¿Puede decir que este proceso de paz es serio?


A mí me inspiró mucha confianza lo que vi en La Habana. Los delegados del gobierno que están en cabeza de Humberto de la Calle, Sergio Jaramillo, del General Naranjo y otros, son personas muy serias y que tienen una trayectoria profesional. Por su parte, a las Farc se les siente la seriedad. Cuando a ellos (Farc) les tocó el turno de hablar fueron bien enfáticos en decir que, en este proceso de diálogos el punto central son las víctimas. Manifestaron que tienen un compromiso real con la paz.

Es decir, ¿usted les cree a las Farc?

Sí.

Cuando las víctimas empezaron a contar sus historias: ¿Qué actitud, qué hacían, cuáles eran las expresiones de los delegados de las Farc?


Todos estuvimos muy atentos escuchando los relatos, tanto del gobierno como de las Farc. Cada uno estuvo tomando nota de lo que decíamos. Por ejemplo, cuando Iván Márquez le tocó hablar mencionó el nombre, el contenido y retomó las palabras de cada una de las doce víctimas. Por su parte ‘Timocheko’, manifestó que él sabe que las Fuerzas Armadas están a favor del proceso de paz.

¿Fue suficiente la jornada en La Habana o falto tiempo?


Fue suficiente. No era una comisión de la verdad, fue un tiempo para que nosotros diéramos nuestros testimonios.

¿Qué sintió, qué le generó cuando ‘Catatumbo’ la saludó?


Yo no quería propiciar un encuentro directo con las Farc. Pero en el primer receso luego de que hablaran las primeras seis víctimas, fui al baño y cuando salí me fui hablar con Sergio Jaramillo y ahí se acercó ‘Pablo Catatumbo’.

No estaba esperando que se acercara, pero en el discurso sí lo había mencionado, porque mi papá se había reunido con él a los pocos días del secuestro de mi hermano Francisco. Durante esa reunión ‘Catatumbo’ le dijo a mi papá que —él no podía ayudar en la liberación de mi hermano porque era un secuestro político, que solo era posible con el acuerdo humanitario y que lo único que él podía garantizar era que la vida de mi hermano se podía preservar siempre y cuando no hubiera un rescate militar—. Entonces cuando ‘Catatumbo’ se me acercó, agradeció la sinceridad de mis palabras y me dijo que: “Lo que pasó nunca debió haber pasado”. Por mi parte, simplemente le dije: “Espero que lo que está diciendo sea cierto y que no se vayan a levantar de la mesa”.

¿Por qué no quería un encuentro directo?


Porque no es agradable. He dicho que los he perdonado, pero eso no quiere decir que haya olvidado y, yo todos días, recuerdo a mi hermano. Lo secuestraron por cinco años y luego lo mataron con tiros en la espalda, e insisto; los he perdonado porque tengo un compromiso de paz con Colombia y, además no quiero vivir con odio.

¿Cómo recuerda a su hermano Francisco?


Mi hermano está por toda la casa —señala varios portarretratos que se encuentran en la sala y busca el álbum de fotos —. Tenía 30 años, era la primera vez que participaba en un cargo público. Mi papá muere a los seis meses de estar secuestrado, él (su papá) siempre participó en política y mi hermano llevaba eso en la sangre, él desde muy joven había estado en las juventudes del Partido Liberal.

Francisco quería hacer patria, cambiar las costumbres ‘poliquiteras’, quería trabajar por la justicia social, le gustaba ayudarle a la gente. Era muy comprometido con todos los temas sociales. Se desvivía por ayudar a los demás y tenía corazón de político.

¿Qué sería de su hermano hoy en día si no le hubieran quitado la vida?


Sería un líder muy importante. El Valle del Cauca se quedó sin políticos, en este momento no sabemos, por ejemplo, quiénes van a estar en la Gobernación o en la Alcaldía de Cali. Asesinaron a 11 líderes políticos. Acabaron con toda una clase política.

¿Cuáles fueron sus últimas palabras?

Mi hermano siempre en las pruebas de supervivencia mandaba mensajes de reconciliación y de mucha fe en Dios. Creo que cuando uno pierde toda la esperanza lo único que le queda es Dios y él estaba muy aferrado a él. En el último video dijo que —había aprendido a perdonar a todas las personas y que la paz inicia por nosotros— lo veía con una tranquilidad impresionante.

¿Cómo fueron esos años durante el secuestro para la familia?


Fue duro. Era una ortodoncista muy tranquila trabajando en mi consultorio. Nunca me había interesado por los temas de Colombia, no sabía por qué existía el conflicto armado, pero lo secuestran y, cambió todo. El día de su secuestro hablé dos veces con Francisco. Me alcanza hablar desde la buseta en donde los llevaban. Me dice: “Ángela estoy bien”, pero no entendía porque me decía eso, solo me comenta que se lo estaban llevando para la tercera brigada porque pusieron bombas en la Asamblea. En la noche recibo otra llamada, era él —me dijo que estaba bien—.

Empecé hacer una gestión intensa para que Uribe hiciera el acuerdo humanitario, porque él negaba que hubiera un conflicto armado interno o que se pudiera negociar con terroristas. Entonces viajé al Congreso de EE.UU para pedir que los congresistas apoyaran el intercambio humanitario, y logré que ellos se pronunciaran a favor. Luego viajo a la Comisión Interamericana para que protegieran a los soldados que estaban en el conflicto. Fueron cinco años en los que las 24 horas del día estaba pensando en el acuerdo humanitario.

En la madrugada había que enviarles los mensajes y muchas veces uno marcaba y marcaba y no entraba la llamada. La frustración era grande porque uno sentía que la única esperanza que les podía dar a ellos era el mensaje por la radio. Lo más traumatizante era saber que nos habíamos quedado toda la madrugada intentado llamar y que la llamada no entraba.

No hablando como político, sino como el hermano ¿cómo era?


Mi hermano era detallista. Físicamente era muy buen mozo, era muy cercano a mi mamá, él tenía su novia, pero cuando salían lo hacía con ella (mamá) la mayoría de veces, era muy de la casa, generoso. Con el primer sueldo de la Asamblea nos invitó a todos a la Costa. Era muy amiguero, siempre estaba propiciando que hubiera reuniones. Le gustaba tener todo macro, él no podía tener un abogado sino tres, es decir, él nunca pensaba en chiquito. Estudio en todos los colegios habidos y por haber.

¿Por qué pasó por todos los colegios?


Porque repetía años, así que pasó por todos los colegios de Cali. Los amigos de mi hermano me escriben: “Yo estudié con tu hermano en tal colegio”.

Durante la conversación siempre la veo sonriente y sus ojos brillan, incluso relatando esos años por los que pasó la familia mientras su hermano estuvo en cautiverio. ¿Eso se puede interpretar como el reflejo del perdón?


Hay momentos en los que uno recuerda y le da mucha tristeza, durante estos 12 años he llorado muchísimo. Hay días en los que uno está más triste y otros más fuertes. A veces uno amanece añorando esa compañía, pero se hace un esfuerzo para pasar la página. Cuando muere mi hermano, mi mamá me dijo…“No te preocupes que por fin está bien y ya no va a sufrir más”, ella asumió su muerte como una liberación.

¿Soñó con este proceso de paz?


No. Nunca pensé que este proceso de paz se fuera a dar. Primero porque tuvimos ocho años al expresidente Uribe y, segundo, porque el candidato de Uribe fue Santos. Nunca pensé que el presidente Santos reconociera que hay conflicto armado en Colombia. Imaginé que Santos era la continuación de Uribe o peor.