Hoy no sabemos qué significa vivir en paz. El panorama tiene un tinte distinto, no hablamos sólo de balas, costos de guerra o estrategias de inteligencia; y aunque de los diálogos de la Habana no saldrán todas las respuestas a medio siglo de dificultades y sus consecuencias, sí es el primer paso para cambiar una realidad que presenta la muerte y la imposibilidad de progreso como rutina diaria.
Los diálogos en la Habana ya han dado resultados, estamos en medio de un proceso de paz que no le ha concedido ni zonas de distención ni impunidad a aquellos que han sido la contraparte de nuestro conflicto por tanto tiempo. El proceso es largo, pero el saber que 2 de los 6 puntos planteados en la agenda ya se resolvieron, nos da un parte de tranquilidad para seguir adelante.
Debemos apostarle a la continuidad. Hay muchas razones para seguir con el gobierno de Juan Manuel Santos, que incluyen una amplia agenda de reformas en los últimos cuatro años, las cuales apuestan por la reconciliación y reparación con la Ley de víctimas, la reforma a la Ley de regalías para una redistribución equitativa de los recursos en el país, y la reforma política más que necesaria en Colombia.
Además de esto, el desarrollo económico ha permitido generar más de 2 millones de empleos, así mismo, gracias a las políticas monetarias del gobierno Santos, Colombia ha mantenido la tasa de inflación más baja de los últimos 50 años.
Estamos construyendo una paz real, que no termina en Cuba y debe comenzar por nosotros en la cotidianidad; el gobierno apuesta a proyectos para la juventud y la educación, que necesitan que todos tengamos un papel activo. Estamos pensando en una Colombia en la cual la cultura de la guerra deje de dictar las bases para todo, un país en el que ésta generación se convierta en la Generación de La paz, donde el futuro se construya a partir de la ausencia de conflicto.
Nos hemos acostumbrado a vivir entre balas y fosas comunes, blindados en contra de la muerte, la pobreza y demás problemáticas sociales. Si se cambia la base de la dinámica cíclica que nos tiene enmarcados en una era de violencia, las oportunidades surgen y se desarrollan. Juan Manuel Santos es la persona que puede garantizar la transformación de nuestra realidad, a partir de un plan de acción que, sobre la base del fin del conflicto, se enfoca en el progreso desde adentro, fortaleciendo la educación, la salud y tomando a los sectores sociales como elementos activos en la construcción de país.
La oportunidad está dada y el proceso debe continuar, aunque las proyecciones son múltiples hay que tomar la decisión para que todos firmemos el fin del conflicto. A partir de ahí, nuevos procesos se desprenderán a nivel macro y desde lo cotidiano. Tenemos que cambiar la cultura del odio y comenzar a construir país como nación. Aunque el proceso es largo, el primer paso es la paz, estamos a un voto de romper la historia del país en dos.
Por eso, mi voto es por Juan Manuel Santos.