A principios de esta semana, comenzó a circular un rumor por las redes sociales de Venezuela. Varios barcos de la petrolera venezolana PDVSA no podían atracar en la isla de Curazao para refinar petróleo porque se lo impedía el gobierno local. La razón: PDVSA debía mucho dinero a Curazao, y como no pagaba, no podía refinar petróleo en la isla. Detrás de la incursión de la incursión de tropas de Venezuela en territorio colombiano estaría una nueva cortina de humo de Maduro para tapar la crisis económica.
Desde hace tiempo, Venezuela refina en la isla caribeña para abastecer sus propias gasolineras. Venezuela no tiene capacidad de refino pues sus propias instalaciones están en mal estado. La refinería más poderosa de Venezuela, Amuay, voló por los aires hace años debido a la falta de mantenimiento. Y no se ha repuesto de aquel golpe.
La noticia de que los barcos venezolanos habían sido paralizados es un rumor no confirmado. Pero su rápida circulación por WhatsApp y otras redes sociales, ha creado una ola de pánico en la población venezolana. Pánico que ha lanzado a miles de venezolanos a las gasolineras para repostar antes de que sea demasiado tarde. Eso a su vez está agotando las reservas de gasolina del país, que ya estaban en lamentable estado.
De hecho, el diario venezolano El Nacional informaba ayer de que está faltando gasolina en las estaciones, y reiteraba que “de las 290 bombas de Caracas, al menos alrededor de 90 no estaban funcionando”. Es un drama que ya están padeciendo también otras grandes ciudades venezolanas.
Esta escasez ha coincidido con una operación de invasión de territorio colombiano por al menos 100 militares venezolano. El gobierno venezolano defendió que las tropas estaban acampadas en territorio venezolano. Pero según El Nacional, el propio director de Soberanía de la Cancillería colombiana, Ricardo Montenegro, “comprobó que militares venezolanos instalaron un campamento en el departamento fronterizo de Arauca”.
El río Arauca divide a los dos países y marca la frontera. Tan fácil como comprobar a qué lado del río están las tropas, para saber quién tiene la razón. De hecho el secretario de gobierno de Arauquita (Colombia) lo confirmó. Y el diario colombiano El Tiempo difundió un video donde se ve a las tropas venezolanas desmantelando el campamento, y arriando la bandera venezolana para volver al lado venezolano.
¿Por qué esta extraña maniobra que ha podido causar una catástrofe bélica entre los dos países? Solo hay dos razones. Una, desviar la atención de los venezolanos, ante la escasez de gasolina. Y dos, provocar al que ahora es el mayor enemigo de Maduro, que no es EEUU ni Trump, sino el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos.
Sorprende la templanza del presidente colombiano Juan Manuel Santos que, ante la invasión de su territorio, declaró en una rueda de prensa lo siguiente: “Acabo de hablar con el presidente Maduro, a quien le manifesté que para Colombia es totalmente inaceptable la situación que se ha producido. Me ha asegurado que ha ordenado el retiro de las tropas del territorio colombiano y acordamos que mantendremos el diálogo y las vías diplomáticas hasta que se normalice la situación”, dijo Santos.
Del gobierno de Maduro se puede esperar cualquier cosa. Para los analistas, cada movimiento de Maduro parece una maniobra con un interés propagandístico. A la escasez, la pobreza y los crímenes impunes que sufre el país, se suman las presiones de 14 países de la OEA para que respete la democracia en Venezuela y libere a los presos políticos.
Hasta la asamblea de Venezuela, a la que Maduro no controla, ha reiterado las peticiones de la OEA. Pero para Maduro, cuando no es la CIA, se trata de una “traición” de los enemigos de Venezuela. En realidad, solo se trata de un presidente que intenta mantenerse en el poder, aunque sea con peligrosas maniobras militares y propagandísticas.
*Carlos Salas es un periodista hispano-venezolano. Especializado en Economía, ha sido director de El Economista, Capital, Metro y lainformacion.com. Es autor de varios libros de Periodismo, y de otros sobre la crisis financiera mundial de 2008. Colabora en el diario El Mundo, en lainformacion.com, y en idealistanews.com, y da clases de Periodismo y Comunicación en universidades y escuelas de negocios. Vive en Madrid, España.