Por Jaime Polanco | Algo pasa con la popularidad de los presidentes en América Latina. No puede ser casualidad que casi todos los que dirigen los países importantes de la región, estén suspendidos por sus ciudadanos y casi nada de lo que hacen para remediar esta situación, les funciona.
Recientemente la ACOP (asociación de comunicación política) ha publicado los últimos datos sobre la favorabilidad de los presidentes y los de esta región no salen muy bien librados. A enero de este año el ranking queda de la siguiente manera:
República Dominicana, Danilo Medina 79%; Bolivia, Evo Morales 69%; Argentina, Mauricio Macri 63%; Ecuador, Rafael Correa, 47%; Enrique Peña Nieto 40%; Colombia, Juan Manuel Santos 39%; Uruguay, Tabaré Vázquez 24%; Chile, Michelle Bachelet 20%; Perú, Ollanta Humala 15%; Nicolás Maduro 08%.
Los problemas son muchos, y no todos explican qué esta pasando, pero es posible establecer cuales son los denominadores comunes entre los países.
Los tres países punteros de la región México, Brasil y Colombia están atravesando por unos problemas de credibilidad en la manera de hacer política sus clases dirigentes. Los escándalos de corrupción que han salpicado las valientes reformas que se acordaron en los primeros meses de gobierno de Peña Nieto han quebrado las políticas de recuperación de México. La bajada del precio de las materias primas especialmente el petróleo y la devaluación del peso con respecto al dólar, han terminado por contaminar las finanzas públicas y la posibilidad de una recuperación económica capaz de impulsar las reformas que ayuden a estrechar las diferencias sociales que hay en el país.
La misma situación vive Brasil, inmerso en un sinfín de escándalos políticos financieros que han terminado con la credibilidad de su presidenta. Petrobras, Odebrech etc. Han perdido margen de maniobra política para poder hacer las reformas que se necesitan después de tantos años de intentos sin rematar la modernización de la vasta maquinaria del país .
Colombia volcada en su necesario proceso de paz, parece que nada le sale bien en la gestión diaria de su gobierno. El Presidente Santos no acierta a establecer ningún tipo de sintonía con la ciudadanía y sigue apoyado por los mismos consejeros que le han llevado a este divorcio con el país que casi prefiere la guerra que la paz con tal de no darle la razón en nada de lo que hace. Y con una oposición política implacable que no lo deja respirar al exagerar el pesimismo.
Los ojos del mundo están atentos a lo que suceda con la Paz, que es un asunto geoestratégico, pero se confunde el panorama con cada mini crisis, que se vive, una tras otra, en materias económicas ( Isagen, reficar) en seguridad, (policía); políticas o medioambientales y sociales ( niños de la guajira) etc. que hacen que el gobierno y su presidente tengan un suspenso muy generalizado desde el comienzo de su gestión en el segundo mandato.
En otro paquete más pequeño están los recién llegados, Tabaré Vázquez y Mauricio Macri quienes de momento gozan de buena imagen y sus respectivos países están expectantes al desarrollo de sus políticas. Especialmente en Argentina donde el presidente Macri juega con el tiempo en su contra por si el tenebroso aparato de la oposición se llegara a recuperar, casi seguro saldrían mal paradas algunas de sus políticas ya que los sindicatos y demás operadores sociales cambian rápidamente de postura acercándose al sol que mas calienta.
También quedan mal parados, la Presidenta de Chile a quien los estudiantes y los escándalos de corrupción de su gobierno han acabado con la buena favorabilidad que tenia en su primer mandato. Tampoco ha contribuido a mejorar su imagen la bajada de las materia primas que han hecho que su economía lejos de ser una de las punteras de la región esté congelada sobre el 2%. Casi la misma música le suena al Presidente del Perú, quien está en una favorabilidad del 15% a pasar de un crecimiento económico cercano al 4%, pero eso si, muy lejano de los días en que Perú crecía en cotas muy cercanas al doble de esa cifra. La mala gestión política, la injerencia de factores familiares que han ayudado a minar su credibilidad y la falta de mando en su gestión de gobierno le han llevado a esta situación a unas semanas de salir del cargo.
Y al final nos quedan sorprendentemente los países del bloque bolivariano, donde como todo en la viña del Señor hay de donde elegir. Evo Morales a quien su pueblo le dice no a tu cuarto mandato, le mantiene una favorabilidad de cerca de 70% por sus mejoras en la economía, su transformación y cambios sociales en sus sistemas productivos y una mejor distribución de algunos recursos del Estado. La buena sintonía del presidente Correa con sus ciudadanos ha hecho que esté en un aprobado muy meritorio. Tendrá que manejar una economía en recesión y dolarizada, pero con el crédito de haber dinamizado el país y llevándolo a unas mejoras nunca vistas en Ecuador. La gran desilusión de toda la región la personifica el Presidente Maduro, quien no ha sabido manejar las riendas de la maltrecha economía venezolana y una y otra vez ha atentado contra los principios básicos de la libertad en su país, desoyendo todas las voces que piden que abra las puertas a la democracia y que renuncie a esa pantomima que tiene armada en su país.
Y como siempre para lo último el primero en este ranking, el Presidente Medina quien ha sabido conducir al país manejando la razonable buena labor de sus antecesores, tratando de construir un país más moderno, con mejores infraestructuras, con subidas en los indicadores sobre las desigualdades sociales y todo ello sin grandes sustos políticos ni grandes escándalos de corrupción que le hayan afectado a su imagen negativamente.
Pero todo esto pasa en medio de un torbellino de situaciones anómalas en el mundo occidental, donde la vieja Europa pasa por momentos de incertidumbre debido a la crisis migratoria y al estado general de nerviosismo producto de las cotas de inseguridad que viven los países. Nada tiene que envidiar al líder del mundo occidental , traumatizado con la posibilidad de que un histriónico y derechizado candidato pudiera ganar las próximas elecciones para sustituir al Presidente Obama. Ojalá que la cordura que han prometido los gobernantes de muchas naciones tenga altas dosis de credibilidad, para conseguir que los ciudadanos de los países occidentales puedan palpar las reformas que necesitan para estar a la altura de las expectativas generadas desde hace décadas.