Desde que se abriera la puerta para una posible destitución e inhabilidad, por parte de la Procuraduría General de la Nación, en contra del actual Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, la situación interna en la administración distrital ha dado para que se presenten algunas situaciones infrecuentes en un equipo de trabajo sólido. Desde cambios profundos en el gabinete hasta discusiones públicas entre personas cercanas a Petro, los hechos demuestran que la tranquilidad es algo que no está frecuentando las distintas oficinas que dependen del Palacio Lievano.
Cuando el pasado 18 de diciembre el cambio en el modelo de aseo de la capital fue implementado, muchas de las voces contrarias a la elección de Gustavo Petro como Alcalde Mayor de Bogotá (voces que se dejaron escuchar desde el mismo 1 de noviembre de 2011, cuando fue elegido alcalde) pidieron su cabeza. Una de las entidades que hizo eco de esas voces fue la Procuraduría General de la Nación, dirigida por Alejandro Ordóñez.
Desde la jefatura del ministerio público se ha adelantado una de las ofensivas más grandes a la administración Petro, como lo deja ver el auto de acusación con el que se le abrió la investigación al Alcalde. La presencia de adjetivos que califican de entrada las actuaciones de Petro sin que haya concluido la investigación, hace que muchos dentro de la administración hablen de un prejuzgamiento por parte de la Procuraduría.
El ambiente dentro del Palacio Lievano no es el más sano ni tranquilo. Mientras que muchos de los funcionarios cercanos al despacho del Alcalde comentan entre cigarrillos, en el patio central de la Alcaldía, que confían en que el Procurador no se atreverá a fallar sobre algo que podría generar una “primavera a la bogotana”, otros, no tan cercanos, creen que el fin del proyecto progresista está a la vuelta de la esquina.
Sin embargo, no en todas las entidades distritales la situación es igual. Por los lados de la Secretaría de Salud, en la que la incertidumbre campea desde que Guillermo Alfonso Jaramillo asumió la Secretaría General del Distrito, las cosas son diferentes. La paranoia es algo cotidiano, los rumores no paran de crecer y de poner a Petro en el peor de los escenarios. Incluso están quienes han empezado a pasar hojas de vida al sector privado y a otras dependencias del sector público, presagiando una debacle en el equipo de gobierno del Alcalde Petro.
En la Secretaría de Gobierno se siente la tensión pero por otras razones. Si bien existe preocupación por el posible accionar del Procurador, existen otro tipo de problemas de índole operativa. A pesar de que el Secretario, Guillermo Alfonso Jaramillo, le abrió espacio en la entidad a gente de su entera confianza, la cuota del exsecretario Guillermo Asprilla sigue siendo alta. La participación de la gente de Asprilla en las decisiones de la Secretaría ha llevado a que importantes proyectos se ejecuten guardando la imagen de Asprilla. El capítulo del presupuesto de la malla vial ha sido uno de los más complicados en la relación Jaramillo-Asprilla.
El presupuesto de la malla vial es una de las mejores maneras de acercarse a los líderes comunales al permitir pavimentar tal o cual vía. Si bien el Secretario de Gobierno decide en que se invierten esos dineros al interior de la Secretaría la cuota de Asprilla los ejecuta mostrando a este último como el planificador de esas políticas.
Una situación similar a la que se vivió al interior de la UAESP y que forzó la renuncia de su exgerente, Nelly Mogollón. La injerencia de Selma Asprilla, hermana del exsecretario de gobierno, llevó a que Mogollón explotara en uno de los consejos de gobierno adelantados por el Alcalde, y notificara su renuncia. Petro, temiendo perder una aliada invaluable le ofreció la gerencia del Fondo de Vigilancia y Seguridad.
Esos movimientos internos también llevaron a que muchos de los aliados cercanos del Alcalde se cuestionaran la eficacia de sus decisiones, en cuanto a los cambios en el gabinete. En palabras de una asesora de Petro “el Alcalde está alejando gente leal e incondicional, tal vez para abrirle paso a los verdes en el equipo de gobierno”.
La pelea entre Jaramillo y Asprilla no es más que un síntoma de lo que está sucediendo al interior de la “Bogotá Humana”. La tensión creciente por saber qué le depara la Procuraduría al Alcalde Mayor está desembocando en peleas internas por asegurar la sucesión política o, al menos, el mejor panorama para cada uno de los herederos del proyecto progresista.