Estoy arrechísimo -en el sentido santandereano de estar furibundo- pero también en su otra acepción, la de la erección permanente y la excitación total.
No solo ya tenemos consolidado nuestro eficaz y estable conflicto interno, sino que ahora y gracias a la Corte Internacional de Justicia de La Haya, al fin vamos a poder tener ¡una auténtica guerra, una confrontación armada internacional!
De la cual, sin duda alguna, saldremos victoriosos, como siempre, sin perder un ápice del impoluto territorio cardíaco del Sagrado Corazón.
¡Qué papaya la que nos han dado los de la CIJ y el terrorista Daniel Ortega, Impostor y bandido nicaragüense!
Es la oportunidad suprema de conducir a la batalla nuestro secular belicismo. Tantos años esperando el momento sublime, tanto tiempo sin darnos plomo con los vecinos, desde los años 30 cuando les hicimos morder el húmedo suelo de la selva a los agresores peruanos. Volvamos al grito de entonces pero variado: ¡Guerra en el interior y guerra en las fronteras! ¡Guerra total!
En buena hora su eminencia Álvaro Uribe Vélez ha trazado nuestro destino al estimular plenamente el desacato a la CIJ, a las pretensiones de los marxistas nicas y al conminar al Gobierno y a la Nación a no tenerle miedo a las consecuencias siempre benéficas de la lucha libre.
Las órdenes son claras: a alinearnos en el frente de batalla con todos los fierros, con todos los juguetes. Movilización general militar inmediata, es lo que requiere la coyuntura. Todos los barcos, submarinos, aviones, avionetas, radares, tanques, cohetes, moto sierras, ametralladoras y fusiles deben ser enviados ipso facto a nuestras queridas aguas del Caribe para entrar en inmediato combate contra los usurpadores.
Se debe decretar ya la requisición de todas las canoas disponibles en los dos mares, ríos, quebradas y lagunas, para transportar al frente a nuestras tropas, de las cuales no pueden ser excluidas las tácticas y refundadas Bacrim.
Y si de manera aislada, combatientes de las FARC y el ELN, henchidos de patria quieren unirse a la cruzada por nuestra dignidad y nuestra soberanía, pues hasta los aceptamos, conscientes de sus mañas en materia de combate. Bienvenidos si es para que lancen cilindros bomba y tatucos sobre Managua.
En esta hora definitiva en la cual los clarines patrios suenan de Leticia a San Andrés, y en pos de la escalada de la guerra y su internacionalización, propongo desde ya que no solamente ataquemos por aire, mar y tierra a los gamines centroamericanos, sino que – en legitima retaliación- nuestra infantería de marina invada y someta las islas de Aruba, Curazao y Bonaire, que son propiedad contrabandística y periquera del Reino de Holanda.
Al fin y al cabo la espuria Corte esa, tiene asiento en una ciudad holandesa, cuna de la traición. Y si es del caso, pensemos desde ya en infiltrar ese país con buena parte de nuestra Policía Nacional, para que sepan los daños que pueden hacer por allá nuestros agentes “freelance”, duchos en las artes de tirotear adolescentes, como en la Buitrera de Cali.
Esta guerra inminente no solo debe expandirse en las áreas marítimas, sino ser también continental. Debido a que no podemos transportar todo nuestro ejército por vía marítima a la zona de combate, propongo que atravesemos de una vez por todas el tapón del Darién y que nuestra Divisiones y Brigadas retomen Panamá, Costa Rica, El Salvador, hasta llegar a la frontera terrestre de Nicaragua y entren en operación tenaza por todos los costados, para someter por tierra también al régimen castrista de Managua. Que al mando de esa expedición esté un hombre como Pablo Victoria.
Aprovechando el fervor bélico que se está desatando, debemos multiplicar esfuerzos y abrir nuevos frentes de batalla. No titubeemos en cruzar hacia Venezuela con nuestras divisiones intestinas y entrarle al Chávez por la Guajira, Cúcuta y Arauca.
La única manera de contener de raíz su evidente apoyo a los nicaragüenses, es atacarlo primero, para así impedir que envíe sus ejércitos bolivarianos a defender a los usurpadores. Y como en las guerras jamás hay que descuidar la retaguardia, es necesario igualmente entrar al Ecuador por Rumichaca y el Putumayo, para contener las ambiciones expansionistas y colonialistas del Ecuador de Correa.
Si en esta solemne aventura no solo logramos desacatar el fallo de La Haya y tomarnos Nicaragua entera, sino ganarle algunos cientos de kilómetros de territorio a Venezuela y Ecuador, estaremos realizando el magno sueño de los Estados Unidos de Colombia, para en algo parecernos a nuestros benefactores del Norte.
A propósito de ellos, es casi seguro que en el irreductible avance de nuestra Armada sobre cayos, olas y delfines, contaremos no solo con la ayuda tecnológica de los USA, sino, muy probablemente, con divisiones norteamericanas que consolidarían nuestra victoria, que es la de ellos
¡Movilización! Se acabaron los tiempos en los cuales los auxiliares de policía se dedicaban a joder vendedores ambulantes y a pedírselo a las estudiantes. ¡Todos al frente! Serán llamados los varones (qué carajo, y hasta las hembritas) hasta los 70 años de edad. Reservistas o no. Y se conformarán batallones de expertos ex combatientes de las AUC y del el EPL.
Todos los buzos, nuestros campeones regionales y nacionales de natación, gentes del windsurf y demás, conformarán grupos de operaciones especiales que armados hasta las aletas y a nado desde Cartagena, llegarán hasta la costa de los Mosquitos para infringirle grandes bajas al enemigo nica.
Desde ya toda la inteligencia militar y policial (incluida la de José Obdulio) bajo la dirección de una experta en asuntos centroamericanos como María del Pilar Hurtado desde su sede de Panamá, debe ponerse a trabajar para infiltrar a los sandinistas, chuzarlos, apuñalarlos. ¡Que sean liberados de las mazmorras del régimen todos los mal llamados para políticos, y todos los sicarios, para conformar nuestra propia Legión Extranjera que orgullosa hará flamear el tricolor nacional en todos los cayos.
¿Qué todo eso vale mucha plata? Pues que se utilice lo de la corrupción en una cosa loable como la guerra, que es lo más corrompido de todo. A limpiar dólares, a exportar clorhidrato.
Démosle gracias a Andrés Pastrana que fue quien nos metió en este lio de la CIJ y a su canciller Hernández y Fernández de Soto, que desde entonces planearon estas acciones que desembocan hoy en gran operativo armado nacional.
Ojalá que el mentecato del Santos, que ha dado declaraciones de aguas tibias, entienda que hay que desatar un bautismo de fuego ya. Como lo propone el Supremo, quien más sabe de guerras. Que Santos se de la pela y en aras de su cacareada Unidad Nacional, siga en el poder, pero le dé el mando de todas las fuerzas a Álvaro Uribe, el único que con toda seguridad democrática nos conducirá a la victoria.
¡Todos en orden de batalla! ¡A defender el contrabando! ¡Bala señores! Corbetas, fragatas, urutús y cascabeles, kafires y mirages. Hasta el avión presidencial como transporte del batallón Guardia a la zona de guerra (con eso dejamos desprotegido al Santos y uno nunca sabe, va y se pueda aprovechar la oportunidad para sacarlo de una vez).
Yo me propongo, junto con Alejandro Ordóñez, en ser los primeros en saltar en paracaídas desde uno de nuestros Hércules sobre Managua. Con la boina guevarista de Ortega en mis manos, cantaré soberanía.