¿Qué se lleva la destitución de Petro?

En medio del muñeco de mil cabezas que es el sistema jurídico colombiano, siempre se escucharon palabras sensatas que decían que la decisión del Procurador Ordóñez tenía vicios jurídicos de fondo cargados de fanática ideología.

Pero el establecimiento cerró filas, creo una verdad jurídica con sombras, y nada sirve si la lenta justicia internacional decide algún día en contrario, como ocurrirá, y cuando la Corte Constitucional de Colombia dicte doctrina sobre este complejo engendró normativo producto de males mayores, como son los sistemas jurídico, político y electoral de éste país.


Los votos por encima del estado y del orden internacional

En periodo de elecciones primó el interés electoral inmediato luego del reciente triunfo del uribismo en Bogotá. Santos necesita retomar electoralmente la capital llevándose por delante su misma palabra de condición de jefe de estado porque más de una vez él y su ministro de justicia dijeron que se respetarían las medidas cautelares de la CIDH. Su decisión también se llevó por delante el respeto fundamental de las instituciones colombianas a la defensa de los derechos políticos, y dejó en el camino una instancia supranacional como la CIDH que es parte de la estructura organizacional de la sociedad capitalista para regular su funcionamiento global.

Todos los miembros de la CIDH votaron de manera unánime a favor de las medidas cautelares, y las anunciaron al poco rato de la decisión del Consejo de Estado, precisamente para evitar una equivocación del estado colombiano a través de presiones a su presidente, y podía hacerlo cuando lo considerara oportuno a al ser sus decisiones parte superior del bloque de constitucionalidad de nuestra carta.

En todos los casos el gobierno recurrió a “inéditas” interpretaciones jurídicas, que se suman a la reciente contra la decisión de la corte de La Haya para desconocer un fallo adverso producto de una acción internacional poco responsable del estado colombiano. Dos y van cero. El desorden interno confrontando el orden externo. La acción internacional de Colombia es errática y contradictoria. Abraza el orden internacional cuando le conviene y lo rechaza cuando le ponen orden a su desorden institucional, geopolítico y geoestratégico. O lo que es peor, se va contra él por unos votos. Banana republik.


Petro no tenía salida

Sólo políticamente, porque asumió íngrimo su defensa política, y porque la dividida Alianza Verde donde terminó subsumido el progresismo, tampoco hizo mucho por su defensa, pues poco podían hacer metidos en una campaña electoral para lograr el umbral que les evitara la desaparición política. Afortunadamente lo lograron porque serán muy importantes en la inmediata acción política y electoral de Bogotá.

Si a la orfandad política se suma la orfandad de su precaria gestión, donde algunas importantes coberturas lograron indicadores de éxito – pero no visibles, suficientes e importantes para las clases media y alta -, no tenía posibilidad alguna de salir avante, y postergar su agonía en el cargo y prolongar la crisis de gobernabilidad de la ciudad.

Con su salida se podría ir un modelo de ciudad que en lo general es bueno y avanzado, y cuya destorcida vendrá lentamente en detrimento de la gente pobre: poco a poco volverán a cobrarle el agua a los estratos 1 y 2; las menores tarifas de Transmilenio, dirán los operadores que afectan su billonaria utilidad, volverán a subir peso a peso hasta quedar donde estaban hace dos años; al modelo de basuras le pasarán factura por cada uno de las problemas de implementación para justificar el retorno al anterior meganegocio; se echará atrás la magnífica idea de que la EEB compre Isagén como decisión estrategia para que Bogotá tenga una diversificada y autónoma matriz energética de largo plazo en tiempos de calentamiento global; y si gana las elecciones un emocionado uribista o un radical santista, revisará todos los proyectos de infraestructura para revisar la contratación del metro, de las nuevas troncales de transmilenio, de los cables para los barrios pobres del norte y del sur, los colegios que no hizo el que se fue, y así sucesivamente.

Dos aspectos se conjugaron para no hacer una mejor ciudad desde la idea de una Bogotá Humana: intereses particulares afectados por decisiones en el uso del suelo, y la ineficiente y testaruda gestión de Petro, porque muchas veces trinamos e hicimos columnas diciendo que aprendiera de la izquierda de Brasil, de Chile, de Ecuador y de Uruguay, y que la transformación de muchas ciudades brasileras la hizo el PT. Creo que sin ser suficientemente consciente, Petro pisó muchas chequeras y al final esas chequeras lo pisaron a él.


Los errores políticos y ciudadanos de Bogotá

Se llegó a decir que Bogotá era la ciudad con mayor cultura política y por tanto que la opinión de Colombia estaba en ésta metrópoli. Mentira. El triunfo de la izquierda y sus reiterados malos gobiernos fue por falta de cultura política y de una cultura ciudadana que no logró cimentarse para defender un proyecto de ciudad en construcción. Pero también por culpa de las individualidades dominantes en los partidos de la Unidad Nacional. Si Gina, Luna y Galán hubieran hecho frente común, porque Peñalosa era candidato verde uribista, tal vez Petro no hubiera ganado. La división de los “espíritus superiores” derivó en un parcial triunfo (32% de la votación obtuvo el exalcalde), como lo será Santos si gana la primera vuelta con un 32 %. Pero el desvarío político de Peñalosa de creer que si sumaba a Uribe ganaría, también fue culpable del triunfo de Petro. Las metidas de pata de una clase políticamente incorrecta e individualista.


Qué viene ahora: la reinvención de Bogotá

Se equivocan quienes dicen que Bogotá debe retomar el rumbo de hace una década. Se equivocan. El proceso se fracturó para siempre, y la ciudad hay que volverla a repensar porque no es la misma de esos años. Jaime Castro ya no sirve porque no tiene una nueva idea de ciudad, solo tiene ideas para confundir jurídicamente a la ciudadanía, y su campaña contra Petro era para despejar sus tantas veces fracasado intento de volver al palacio de Liévano. Mockus en sus pensamientos y afectado en su salud. Peñalosa, las urbes del siglo XXI son mucho más que la complejidad de un desarrollo basado en infraestructuras. Y lo rescatable de la fracasada aventura izquierdista, lo social, tampoco, porque su concepción necesita ir de la mano de un proyecto de desarrollo global de nuevo tipo: nueva economía con base en educación, ciencia y tecnología, y creando ciudades sostenibles dentro de la gran ciudad.

Entonces, la responsable gestión financiera, la cultura ciudadana, el desarrollo físico y la intervención social, hay que recrearlos para actualizarlos y complementarlos para una ciudad que cambio a la fuerza de un crecimiento acelerado determinado por la confusa realidad de una nación en conflicto perpetuo, y para un proyecto de ciudad donde lo urbano será el centro de la actual y de la futura sociedad nacional y mundial. Son días de nuevos paradigmas políticos, económicos, sociales, culturales, intelectuales, tecnológicos, ambientales y globales.

Bogotá necesita construir una nueva senda, comenzando por mejorar y terminar lo mejor posible con el plan de desarrollo vigente. Sin embargo, hay un desafío político enorme para la Alianza Verde, porque el progresismo es parte de ella. Debe escoger terna para reemplazar temporalmente a Petro y debe poner candidato para pelear la alcaldía. De esta manera, Peñalosa tiene un descomunal reto: manejar con inteligencia, habilidad y apertura mental el juego político de esta compleja transición. Si lo hace bien, puede llegar a la segunda vuelta. Tiene a favor que en el partido hay gente muy buena (Navarro, Claudia López, Angélica Lozano, Angela María Robledo, Carlos Vicente de Roux,….) que conocen Bogotá y cuyos electores están en ella. Para una nueva ciudad debe haber una nueva propuesta política que termine bien el plan de desarrollo. Además, los mejores expertos de ciudad están más cerca de la Alianza que de los otros partidos.

La Alianza y Peñalosa se juegan en Bogotá su inmediata y su futura proyección política. Otra nueva oportunidad les da la indignación, pero el candidato no puede decir cosas como las que dijo hace dos días: ”…. le enfurecía que los organismos internacionales intervengan en asuntos internos del país”. Eso NO lo puede decir un candidato presidencial, doctor Peñalosa. Eso lo puede decir un uribista.

La estrategia de Santos, apostar por las elecciones y no por el estado y el respeto del orden jurídico internacional, depende en gran medida de cómo los Verdes hagan su tarea en estos días. Santos puede ganar o perder la presidencia en la ciudad que lo vio nacer, porque lo único claro es que nos empujó a la extrema derecha. En horas cambió el rumbo de la compuerta y metió a Colombia en la exclusa de un viejo conservadurismo a ultranza y premoderno. A ese campo de concentración no entramos millones de colombian@s. Ojalá no se lleve la paz y nos deje en guerra.