Rafa Nadal es historia viva del tenis. Una leyenda capaz de superar el mito que había forjado durante toda su carrera. Una carrera que se veía ya en el ocaso, y del que ha renacido como un ave fénix exhibiendo el mejor tenis que atesora. Renovado y con un estilo que le permite competir en la élite dándole tregua a sus rodillas castigadas en exceso.
Sobre la tierra de Roland Garros se colocó su Décima corona. Barrió a Wawrinka en la final. No le dio opciones, igual que hizo con todos los rivales que se ha encontrado este año en Francia. Ni un solo set. Un registro histórico que completa en su tercera ocasión en este torneo. Implacable. En la pista de Philippe-Chatrier tiene inscrito su nombre en oro, como el auténtico amo y señor del Abierto.
En dos horas y media liquidó a Wawrinka. Al suizo solo le quedó renunciar de forma honrada a su cetro. Se rindió al mejor Rafa. Desde el primer juego, Nadal comenzó mandando y sacó de la pista al número 3 del mundo. El único capaz de competir en esta era del tenis al Big Four -Nadal, Federer, Murray y Djokovic-.
Pasarán los años y será difícil encontrar un jugador como Rafa Nadal en el tenis. El español ha vivido un caso muy parecido al de Falcao en Colombia. Lastrado por sus problemas físicos, tuvo que sobrevivir en la élite, luchando más contra su cuerpo que contra sus rivales. Un calvario de dos años que ha dado paso a su mejor versión en este 2017. El regreso de un grande.
Nadie daba un peso por Nadal en este lapso. Ni siquiera él mismo. Todas las señales apuntaban al final de su carrera. Una prejubilación que se daba por sentada y de la que resurgido. Ese via crucis ha terminado con la Décima corona en Roland Garros, algo no logrado por ningún tenista en la historia.
La cara al final del encuentro lo decía todo. Impotente, frustrado por darse de bruces contra un muro que lo arrasaba golpe a golpe. Nadal no tuvo piedad, tan solo cedió cinco juegos para completar un 6-2, 6-3 y 6-1 impecables. El rey del tenis confirmó su cetro en París. Su casa. El hogar al que volvió para poner todo en orden.