Real pasa de estar en el abismo a perdonar la vida al Bayern

El Real Madrid se ha comprado una parcela en un territorio donde hace no muy poco sentía pavor al pisarlo. Los blancos empiezan a sentirse como en casa en Alemania, feudo que hasta hace tres años les recordaba a Mordor. Repitieron victoria en Múnich, esta vez con una diferencia bastante menor a la de la última ocasión. Con todo lo que pasó en un partido en el que los locales acabaron sacando barata la partida, y en el que los de Zidane tuvieron medio pie fuera de la Champions al filo del descanso.

Y es que a pesar del resultado, se podría decir que los muniqueses son los grandes vencedores del partido. Salieron vivos de un ecuentro que fácilmente pudo acabar en goleada. La cual solo se evitó gracias a un bendito Neuer. Bayern no fue el que nos pintaron este fin de semana contra el Dortmund. Fue un hermano gemelo demasiado poco hostil y congraciado con su enemigo. Cumplieron su papel con un arranque clásico alemán, pero se fueron diluyendo como un azucarillo en un tinto con el pasar de los minutos. Apenas lograron tres remates al arco, de los que sacaron un premio excesivo. Más por ímpetu que acierto, lograron ponerse en ventaja con un cabezazo potente de Vidal, solo en el centro del área, que rompió las débiles manos de Keylor.

El mismo Vidal tuvo en sus pies media eliminatoria justo antes del descanso, con un penalti por mano inexistente de Carvajal en el área, que mandó a las nubes el chileno. El error tuvo un efecto crucial en encuentro. Con el pitido del segundo tiempo, el Marid salió espoleado por esta oportunidad y en el primer minuto ya conseguían poner las tablas en el marcador. Carvajal, imperial en la noche alemana, puso un centro medido para que Ronaldo pusiera de manifiesto su remate letal.

A partir de ahí, solo hubo un equipo sobre el césped. Los alemanes desconectaron su cabeza del partido. El ejemplo de ello lo puso Javi Martínez con dos acciones estúpidas en cinco minutos que le supusieron dos amarillas y la expulsión del encuentro. El hecho reflejó el estado del Bayern, en otro mundo desde el fallo de Vidal. Con la ventaja numérica, los blancos gozaron de numerosas oportunidades para liquidar la eliminatoria y acabaron perdonando al conjunto de Ancelotti, que a pesar de todo viajará vivo a Madrid.

Benzemá y Ronaldo parecían golpearle al saco cada vez que se encontraban con la imponente figura del arquero alemán. Era una cuestión de insistir en un constante bombardeo en el que Neuer acabó cediendo precisamente en el remate más sencillo de Cristiano. Los blancos insistieron, después del tanto que le daba ya una ventaja que cualquiera habría firmado al término de la primera parte.

Zidane acertó esta vez con los cambios. Sacó a un Bale que desde la lesión no ha vuelto a dar señales, dando entrada a Asensio -asistente en la jugada de gol- y a un James que tuvo un papel testimonial en el partido.

Al final, después de que el encuentro pasara por las cuatro estaciones, la sensación queda es que los blancos acabaron perdonando la vida del Bayern, que después de todo sale respirando para la vuelta. Con el orgullo muy tocado, porque la sensación que dieron en el Allianza fue de un débil equipo que no tiene por donde hacer danó en el Bernabéu.