¿Por qué es necesario que este país que es de extrema derecha –y si no lo es, pues lo torcemos como sea, a labia o bala- elija a un presidente como Oscar Iván Zuluaga, candidato del AUCD?
No solamente implica la recuperación del poder refundacionista de la patria en nombre del sagrado uribismo, sino que este sacrificado hombre que parece la más benéfica y aterradora de las máscaras, es una persona dócil, entregada y regalada como una torta de bodas con moño y todo, que nos garantiza el tránsito -hasta el digestivo- al convertirse en el amanuense, la prótesis misma de nuestro Supremo líder y caudillo AUV.
Dejar que en cada poro de su piel y en cada célula de sus entrañas habite el cuerpo y la mente superior de Álvaro Uribe Vélez, no solamente es un acto de infinita nobleza de Oscar Iván, del más desinteresado servilismo, sino que permite, como con nadie, que por interpuesta persona, sea el futuro Presidente del Congreso AUV, quien rija una vez más los destinos de la patria de Laureano, Monseñor Builes y de Jorge Visbal Martelo.
¿Se imaginan ustedes una cuatrienio con Uribe en el Senado, Oscarín en la Casa de Nariño, algunos amigotes en las Cortes, el Mariscal Juan Carlos Pinzón al frente de las legiones marianas, el prelado Ordóñez vitalicio en la Procuraduría, Fernando Londoño escribiendo la nueva Constitución Feudal, José Obdulio en la retaguardia y Uribe dirigiendo la wagneriana orquesta? Un solo poder, todo el poder acumulado en unas carnitas y unos huesitos predestinados.
No hay vuelta de hoja. Recuperaremos nuestro gran feudo de 32 departamentos, dos mares, tres cordilleras llenas de oro y carbón, hoy en manos del traidor del Juan Manuel, así haya decidido lanzarse, cual buitre, cual golero lascivo, zamuro infecto, en busca de una desde ya fracasada reelección. Santos candidato de nuevo, pero sin el apoyo de los nueve millones de votos llenos de conciencia que le aportó nuestra sacra cofradía, está condenado a ni siquiera llegar a la segunda vuelta. Es por eso que estamos seguros que para esa jornada definitiva, con enorme placer, casi como quien despanzurra a bombazos a la guerrilla, nos enfrentaremos seguramente a un candidato de eso que llaman la tercería, que no es más que una vaina justamente de tercera, cuando nosotros viajamos en primera clase en el avión de la victoria. Me encantan los aviones y más cuando son nuestros como Andrés Felipe Arias o Luis Carlos Restrepo.
Bueno, eso si hay segunda vuelta, porque es tal la gracia, el encanto, la seducción descomunal de Oscarín Zuluaga, que seguramente dejaremos tendidos en el campo de batalla cual sediciosos bandoleros, a todos los que se nos enfrenten.
Miren como son las vainas: si Santos tiene la “mermelada” que le va a untar a más de uno de sus clientes de todo tipo, nosotros estamos preparando una mezcla explosiva de nutella, anfo y aceite de ricino, que nos garantizará empalagar a la gleba, volar la oposición y cagarnos de la risa de nuestros enemigos. Óigase bien, no digo adversarios, ni contradictores. Digo enemigos. Todo aquel que se salga del redil uribista es enemigo no solo nuestro, sino de la amada patria, de Dios y de Juan Lozano, un apóstol de la confrontación, un cerrajero de la paz, que junto con Juan Carlos Vélez Uribe es dueño de centenares de palos que le ponen y le pondrán a la rueda de esa carreta que es la paz habanera…
De tanto reírme tengo un labio partido. Se cae de su peso que no es un retador contundente para un boxeador como Oscarín con su gancho de extrema derecha, su recto neoliberal, su “jab” doctrinario, y su fajín del más fino sectarismo. ¡Si! ¡Secta y qué! Como lo eran los primeros cristianos antes de que se volvieran partido.
Soldados, guerreros para decir lo menos, recogiendo acá las tesis cimeras de la última columna de Fernando Londoño titulada “Guerreros y pacifistas” , en la cual – y lo celebro con ardor hasta en las verijas- me puso la pata, me puso la vara tan alta, que jamás lograré escribir cosas tan propias de un genio de la más pundonorosa godarria. Una tal apología de la guerra, solo puede provenir de una mente esclarecida y por fortuna llena de misiles y obuses como la del doctor de Invercolsa. Un lord del verbo, un príncipe de la espada liberadora. Basta citar una sola de sus frases para entender la dimensión de este cíclope de la ideología, de esta hidra del conocimiento: “Un hombre con alma de guerrero, Álvaro Uribe, y un soldado con corazón de acero, el general Mora Rangel, al mando de un invicto ejército de héroes, nos devolvieron la paz y nos abrieron rutas de prosperidad y de justicia.” Ay carajo, debo decirlo, hasta se me para el renegado miembro, con esta sentencia magna, con esta oración patriótica, con esta máxima irrepetible.
Pero en medio de todo esta avalancha de optimismo por nuestro seguro triunfo, esta vez sin traidores y con los tres huevitos bien puestos y ya duros para que el tahúr no nos los vuelva pericada, siento un profundo dolor y una pena en el alma por la equivocada decisión de María Isabel Rueda de apoyar la candidatura del impostor cachiporro del Santos, que me emputa tanto, que me fluye la pluma para encochinarlo. Jamás hablaré mal de una fémina tan noble e inteligente, tan goda y felizmente atrasada como María Isabel. Solo puedo decir que su decisión me perturba y me hace pensar que a las ovejas descarriadas basta trasquilarlas o esquilmarlas para hacer de su error una ruana que nos albergue del frio en el alma que debe tener. No mijita, ¿cómo se le ocurre a usted salirse de la guerra y pretender una paz de pacotilla, llamando a votar por Chucky? Le aconsejo, para que regrese a las virtudes de la honra y bienes, que se me confiese con Monseñor Ordóñez, que él de penitencia solo le pone quemar algunos libros…¡Vuelva María hija de la Virgen, al Solideo! La esperamos en el gobierno de Oscarín y si la cosa es de mermelada, pues le tenemos un dulcecito de uchuvas donde quiera. ¿Quiere canal privado? ¡Delo por hecho!
Retomando, si Santos no es adversario para nuestro peso pesado, mucho menos los otros candidatos o pre candidatos. La vieja esa del moño marxista que parece como la maestra de ceremonias del Kremlin en tiempos de los soviets, la tal Clara López del Polo sedicioso, no le llega ni a las corvas a nuestro crédito cafetero. Le auguro por ahí unos voticos del Moir del monje Robledo y nada más. Al Navarro ese, filibustero pastuso, ex bandolero, le puedo anunciar que su candidatura cojea más que él mismo. Por ese desadaptado no vota ni el Petro, si no es que también el Procu le quita el derecho al sufragio, como debería ser. La vieja Aida Abella esa, mamerta de regreso de su merecido exilio, si acaso saca los votos de los lectores de Voz. Este país no vota por resentidos. Si se unen, pues los tasajeamos, los dividimos. Entre todo ese mustio ramillete, solo brilla una flor: Enrique Peñalosa, cual heliotropo colorido.
De tal modo que como están las cosas, no nos hace mella alguna ni esa caterva de desenfocados y mucho menos las ambiciones reeleccionistas del “gambler” de Anapoima. ¡Oscarín Zuluaga, sigue tu marcha inmaculada! ¡El camino está despejado!