Para este mi regreso triunfal a las contaminadas y vesánicas páginas de Confidencial Colombia, me he dejado arrobar por el único de los géneros literarios que me merece atención y respeto, verbigracia, la poesía mística española, el sabroso erotismo crucificado, el candoroso pero arrecho cantar, el toledano acero enhiesto del alma erecta.
Por ello, y solo por ello, he acometido la imitación del prístino y celestial género, para regresar a mis comentarios sobre el acontecer nacional, a mis églogas con las cuales pretendo –henchido el pecho de patria- colaborar con sutiles cubitos de azúcar al análisis de los hechos divinos y profanos, al entender de la gleba ignara en estos tiempos en los cuales se decide el futuro de la gente-gente y el destino de nuestro platanal amenazado por los masones de Santos y los hechiceros del petrismo. Excluyo voluntariamente de los peligros al Polo, máxime cuando su cimero líder, el hermano lego Jorge Enrique Robledo, ha tomado de una vez por todas los hábitos que a él si lo hacen monje trapense y cartujo de la hermana y enorme congregación (¡bendito seas Jaime Dussán!) que conspira contra el avatar del mal del liberalismo y contra la hidra mala del asqueroso Progresismo.
En homenaje a mi gran maestro, San Juan de la Cruz y con su sagrado permiso: ¡Ahí voy!
CANTAR DEL HERMANO PERDIDO (La transmigración de Pachito)
¿Adónde te encaletaste,
Pachito, y me dejaste con gemido?
Como el cuy huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y te habías pisado.
Godillos, los que fueres
allá por las majadas al Obdulio,
si por Londoño vieres
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.
Buscando tus voticos
iré por esos montes y riberas;
no cogeré la mermelada,
ni temeré a las Marthas y Lucías,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh Andrómedas y espesuras
plantadas por la mano del Ubérrimo!,
¡oh prado de verduras
de electro choques esmaltado!,
decid si por vosotros ha pasado.
ADMONICION DE MONSEÑOR EL BEATO ORDOÑEZ
Las zarzas donde mora Belcebú encaletado
avernos de volutas y círculos del mal;
palacios de Liévano o casas de Nariño
son hogares macilentos del maligno.
Al hombro pusilánimes, con teas y pajonales
metedle candela a las mansiones de la ruina
haced de cada instante tiempos de pira
cread las llamaradas que arrasan los pecados.
Con ellos y sus libros de desgracias
construid la hoguera donde ardan
en volutas y flamas delirantes
los necios, los mamertos, los cachiporros, los impíos
Venid a mi Águilas Negras y otros pájaros;
sembrad en Los Rastrojos las neo cruzadas
hollad con vuestras plantas el lupanar marxista
desbaratad con las adargas el coito irredento
clavad en las espadas el perverso corazón de los pirovos
hundid en el fango la lesbiana blasfemia
enterrad el miembro promiscuo del mago Benedetti
cercenad la lengua viperina de la Ángela Robledo
limad los luciféricos cachos del gañán Iván Cepeda
gorgojead la aleve pata del súcubo Navarro.
Suenan las trompetas de Jericó el Ubérrimo y Fredonia
se anuncia el clarín divino y el verbo ensoñador
ya llega la castrense melodía, el aguadeño tocado
de aquesta nuestra inteligencia superior
que ungiera a estas tierras de aceites de palma y de biodiesel
que hiciera llover la hidromiel de su palabra
sobre los campos desplazados y los baldíos apechugados.
Si, lo digo a voz en cuello en místico delirio
sonarán las trompetas de Juicio Final en el Senado
se levantarán todos de sus tumbas para saludar al señalado
Tiempos de admoniciones y no de legrados
retumbarán en los salones los sables, los Tucanos
el sanador Dios de la Guerra de regreso estará
el sagrado odio entronizado
Y como gran obra de un poder acojonante
Álvaro Uribe recargado.
ELEGIA POR OSCAR IVAN
(Ante su segura resignación cristiana por Sor Martha Lucía. Fina cortesía de De la Cruz)
“Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado
Que no le pena verse así afligido
Aunque en el corazón está herido
Mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado
De su bella pastora con gran pena
Se deja maltratar en tierra ajena
El pecho del amor muy lastimado.
Y dice el pastorcico: “¡Ay desdichado
De aquel que de mi amor ha hecho ausencia
Y no quiere gozar la mi presencia
Y el pecho por su amor muy lastimado!”
Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos
Y muerto se ha quedado asido de ellos
Del pecho del amor muy lastimado.”
COPLA DEL INFIERNO TROPICAL
Íncubos y herejes se solazan con las barbas mismas del dañino Fidel
los hijos del estrago, los vástagos impuros del Marulanda
y los pútridos retoños del usurpador y vicioso jugador.
Ay de ti Juan Manuel que no solo estafaste nuestros votos
en ellos incluido el supremo de nuestra castidad total
sino el divino nombre de los Santos.
Todos ellos unidos en la marisma del Caribe habanero
en repugnante ejército de sátiros y corifeos
hermanados en la rastrera tarea de traicionarnos a los buenos
con una paz sepulcral para enterrar los blasones
para entregar las banderas de esta nuestra guerra
santa expedición más que centenaria, modo de ser
auténtica expresión de nuestra intachable autodefensa
batalla sempiterna contra las falacias de la igualdad.
Que ese amor que nace del fusil, de la granada
del pensamiento puesto en el Amado, en la corona y en el oro
nos revele en el corazón la justeza de una lucha que debe ser eterna
y no la engañifa de una paz para jodernos.
Viven allá, los ángeles caídos, los genuflexos
en eterno convite, en orgía de acto y de palabra
Viven allá las Tanias y los Humbertos en promiscuo aquelarre
arrastrando al pecado a frutas del señor tan delicadas
como una Mora o un Naranjo,
que del jardín del Edén han pasado al vórtice concupiscente
jolgorio y francachela.
Que el Amado los ilumine para que vuelvan al ancestral redil
para que regresen al acuartelamiento general y al oficial disfrute.
Que los ejércitos del Mesías arrasen esas mesas dionisiacas
que se paralicen sus lenguas para que no hablen más
impúdicos, vergajos, atorrantes.
Que el fuego purificador los consuma o cuando menos que los tueste
y que esos pactos con el demonio, que es la paz, no sean.
¡Bala señores!