Reino Unido se juega caer en su peor crisis política desde 1936

Ni el conservador Cameron ni el laborista Miliband lograrán la mayoría absoluta. Los sondeos confirman el empate mientras la ‘City’ se prepara para afrontar hasta diez días de negociaciones.

Los británicos votan este jueves en las elecciones más inciertas de las últimas décadas. Ni el conservador David Cameron ni el laborista Ed Milibandtienen posibilidades de conseguir el número mágico: los 326 asientos que les darían la mayoría absoluta. Las alianzas se postulan, a priori, como la mejor opción para garantizar estabilidad política. Pero tanto el premier como el líder de la oposición tienen intención de formar un Gobierno en minoría. Es más, el laborista tiene oportunidades reales de hacerlo aun si consigue menos escaños que su rival.


Al ser un país que carece de Constitución es complicado establecer qué es “legitimo” y qué no lo es. La City está preparada para afrontar hasta diez días de negociaciones, el doble de tiempo que se tardó para llegar al pacto de coalición entre tories y liberal demócratas en 2010. Pasado ese periodo, según fuentes de Canary Wharf, los mercados empezarían a ponerse “muy nerviosos”.


Muchos hablan ya de que el país se enfrenta a su peor crisis institucionaldesde la abdicación del monarca Edward VIII, en 1936. Otros son menos pesimistas. Lo que está fuera de discusión es que todos los candidatos se juegan hoy su carrera política. Si los conservadores fracasan –una vez más– en su intento por ganar la mayoría absoluta, presionarán para la dimisión de su líder y la formación vivirá una batalla entre los tradicionalistas –que quierenun nuevo giro a la derecha para recuperar a los tránsfugas del UKIP– y los progresistas –que consideran que solamente sobrevivirán dando un paso más al centro–.


Una lucha similar se llevará a cabo en el Partido Laborista, con aquellos que abogan por volver a la izquierda más dura –para recuperar el voto en Escocia (que hasta ahora había sido su gran feudo)– y otros que insisten en la renovación –para asegurar el voto de Inglaterra–. El futuro de Miliband está más en el aire. Pero Nick Clegg sí tiene complicada la supervivencia. En caso de que gane su escaño (a estas horas no está claro), los liberal demócratas se dividirán entre los que quieren seguir siendo un partido de gobierno y los que prefieren volver a la oposición.


La última vez que hubo un gobierno británico en minoría fue en 1974. El conservador Edward Heath consiguió 297 escaños frente a los 301 del laborista Harold Wilson. El tory intentó negociar con los liberal demócratas, pero no lo logró. Wilson se quedó en Downing Street y ocho meses más tarde consiguió mayoría absoluta en otras elecciones.


Un londinense mira por un ventana junto a un póster del UKIP (Reuters).

Los posibles escenarios

En el cuartel general del Partido Conservador ya se ha dicho, en privado, que si consiguen ser la formación con más escaños (aunque queden lejos de los 326), Cameron –que por ley sigue siendo primer ministro– va a quedarse en el Número 10. Es más, tras el recuento de papeletas, pretende hacer un discurso delante de la mítica puerta (la foto sería un gran golpe de efecto) agradeciendo al pueblo su apoyo. Ya lo hizo en septiembre, minutos después de que se supiera que el electorado había votado a favor de la unión en el referéndum de independencia de Escocia.

En esta ocasión, la estrategia obligaría a Miliband a llegar a un acuerdo con los independentistas escoceses para derrotarle. Los tories saben que el laborista ha dicho públicamente en televisión que preferiría renunciar a ser primer ministro antes de llegar a un pacto con el SNP.

A pesar de que los conservadores acusaron a Gordon Brown de “haber sido un ocupa en Downing Street” cuando este trató de aferrarse al cargo de primer ministro en 2010, es cierto que Cameron está en su derecho de ser el primero en intentar formar gobierno. Eso sí, si decide gobernar en minoría, se tendría que enfrentar a una amplia oposición ‘anti-tory’. Los independentistas escoceses, los verdes y los nacionalistas galeses ya han adelantado que van a tumbar cualquier normativa propuesta por los conservadores.

Nicola Sturgeon, líder de los independentistas escoceses, hace campaña en Edimburgo (Reuters).

Por lo tanto, Cameron tendría muy difícil contar el apoyo suficiente para el llamado Discurso de la Reina, el próximo 27 de mayo. El Gobierno elegido debe presentar ese día su programa legislativo para el próximo año. Sería la gran prueba de fuego para saber si cuenta con la confianza de la Cámara Baja.

En caso de que el premier no supere el denominado “voto de confianza”,Miliband podría trasladarse a Downing Street. A falta de Constitución, en la sede principal del Partido Laborista se está estudiando al detalle el llamado Cabinet Manual. Se trata de las leyes, convenciones y reglas sobre el funcionamiento del gobierno que Sir Jeremy Heywood, el secretario del gabinete, redactó para establecer una hoja de ruta, en caso de llegar a un resultado ambiguo. El texto deja muy claro que “la legitimidad se basa en la capacidad de obtener apoyos en la Cámara de los Comunes, no en ganar el mayor número de escaños”.

Todo eso está muy bien, pero como señala Lord Hennessy –experto en el motor administrativo que mueve a cada Ejecutivo– “la legitimidad constitucional es una cosa y la legitimidad psicológica es otra”. ¿Los británicos aceptarían a un perdedor (en número de diputados) que ha llegado al poderporque los independentistas escoceses han tirado abajo el programa de los conservadores?

La relación entre políticos y votantes atraviesa una profunda crisis. El electorado ha perdido la confianza en sus representantes

Los analistas advierten de que lo que realmente está en juego en los próximos días –o incluso semanas– no es sólo la credibilidad del próximo Gobierno, sinola legitimidad del sistema político en su conjunto, ya de por sí bastante tocado. El bipartidismo parece haber quedado anticuado y los ciudadanos demandan ahora la reforma del sistema electoral para que las formaciones minoritarias, las verdaderas protagonistas en estos comicios, tengan la representación que merecen en Westminster.

La relación entre políticos y votantes atraviesa una profunda crisis. El electorado ha perdido la confianza en sus representantes. Y parece que es recíproco, porque la recta final de campaña ha estado más centrada en trazar las “líneas rojas” para posibles pactos que en explicar al ciudadano su programa. Cameron no ha especificado quiénes serán los más perjudicados en su programa de recortes sociales de 12 millones de libras. Miliband ha estado igual de reacio a establecer sus planes de reducción del déficit.


¿Habrá pronto unos comicios anticipados?

Históricamente, cuando Westminster ha tenido un Gobierno en minoría, el primer ministro ha convocado otros comicios lo antes posible para tratar de obtener la mayoría absoluta o ha sido la oposición la que ha obligado sacar de nuevo las urnas. Sin embargo ahora, tanto la primera como la segunda opción se antojan difíciles.

Esto se debe al Fixed-term Parliaments Act (Ley de Parlamento de Plazo Fijo) aprobada en 2011 por el Gobierno de coalición precisamente para tener unpacto de no agresión entre conservadores y liberal demócratas que garantizara la estabilidad. La normativa establece que la fecha para las próximas elecciones es mayo de 2020.

Por lo tanto, sólo se podrían convocar comicios anticipados en dos casos:

1) Si dos terceras partes de los diputados votan por ello.

2) Si tiene lugar una moción de “no confianza” aprobada por mayoría simpleen la Cámara de los Comunes. En ese caso, se celebrarían otra vez elecciones en un plazo de 14 días, a menos que un nuevo Gobierno pudiera garantizar que tiene el apoyo de la Cámara Baja.

Hasta 2011, si un ejecutivo no conseguía aprobar los Presupuestos o elDiscurso de la Reina se consideraba ya en sí una votación efectiva de “no confianza”. Pero bajo la Ley de Parlamento de Plazo Fijo, se debe seguir un protocolo especial para que los diputados tengan que votar específicamente: “Que esta Cámara no tiene confianza en el gobierno de Su Majestad”. Y esto pone las cosas más difíciles.

En definitiva, los británicos acuden hoy a las urnas. Pero será necesario esperar algunos días (o incluso semanas) para saber quién ha ganado.