A poco más de seis meses de la celebración de los Juegos Olímpicos, el Estado brasileño tiene un déficit presupuestario de más de 3.200 millones de euros, que está generando importantes problemas.
En un hospital de Río de Janeiro un grupo de celadores transporta un cuerpo por la escalera. Es un paciente que acaba de fallecer. El problema es que, con la crisis que asfixia desde hace meses el sistema sanitario de la Ciudad Olímpica, no hay fondos para la manutención de los ascensores.
O bajan el muerto a cuestas o se pudre en su cama. Difícil dilema. No es el único problema que enfrentan los pacientes ya sin paciencia de la Cidade Maravilhosa: además de soportar horas de fila en Urgencias o tener que deambular por varios hospitales antes de ser atendidos, en algunas ocasiones tienen incluso que realizar la limpieza de los baños comunes ante la falta de personal.
Fundido a negro. En la cocina de una comisaría, varios policías preparan unas pálidas salchichas de pollo. Son miembros del Batallón de Choque, el grupo de asalto de la Policía Militar de Río de Janeiro, inmortalizado en la película ‘Tropa de élite’. Hace meses que no ven carne de vacuno por causa de los recortes. “La mayoría de los días, solo nos sirven arroz, frijoles y estas salchichas. Ni siquiera hay pollo de verdad. O te llevas la comida desde casa o no aguantas el ritmo.
Tenemos que subir a varias favelas por día con los fusiles y toda la parafernalia. Nuestros entrenamientos son muy pesados. Es imposible hacer todo eso sin proteínas. Mi mujer me prepara la comida todos los días, pero acabo gastando dinero de mi bolsillo”, se queja un agente especial.
Fundido a negro. A principios de diciembre, alumnos enfurecidos ocupan la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj), ubicada cerca del estadio Maracaná, para protestar contra el retraso en el pago de las becas de 7.000 estudiantes y de los salarios de los funcionarios subcontratados. Una semana antes, el rector había suspendido las clases. Motivo: sin fondos públicos para pagar al personal de limpieza, es imposible garantizar la salubridad de los locales.
Fundido a negro. Un total de 505.371 personas entre funcionarios públicos y jubilados se quedan sin la extra de Navidad. En los cofres públicos no hay dinero suficiente para pagar el decimotercer salario, que tiene que serprorrateado en cinco veces.
Son diferentes escenas de la misma película, que podría llevar el título de ‘Quiebra total’. A poco más de seis meses del inicio de los Juegos Olímpicos, el estado de Río de Janeiro está sumido en una de las peores crisis financieras de su historia. El Gobierno local atribuye esta situación a la falta de recursos generada por la crisis económica que afecta a todo Brasil, a la disminución de los ingresos procedentes de los ‘royalties’ del petróleo y a la crisis de Petrobras, la mayor empresa de Brasil, que mantiene sus operaciones en Río de Janeiro.
Lastres del año electoral
Sin embargo, varios expertos apuntan a otro factores, como fallos en la gestión de las finanzas públicas y la ausencia de un fondo soberano con entradas de los excedentes del petróleo y de los ingresos generados por los Juegos Olímpicos.
“Concedieron aumentos generosos de sueldos en 2014, en año de elecciones, cuando ya había señales muy claras de que la economía estaba en crisis. Contrataron, aumentaron los gastos, no se ajustaron a los presupuestos. Ha sido una irresponsabilidad colectiva”, analiza en la prensa nacional Gil Castello Branco, director de la ONG Contas Abertas.
El resultado es que el estado de Río de Janeiro comienza el año olímpico conun agujero contable de 14.000 millones de reales (3.255 millones de euros). Una minucia si lo comparamos con los 27.174 millones de euros de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, es un apuro sin precedentes que está paralizando la vida cotidiana de los casi 16 millones y medio de habitantes de esta región.
“En la práctica, esto significa falta de gasolina para los coches policiales, impacto en la sanidad pública, recortes en los recursos para las universidades estatales. Son recortes desesperados, cuando ya no hay por dónde cortar”, señala Pedro Jucá Maciel, economista con un doctorado en Finanzas Públicas en la Universidad de Stanford (EEUU).
El sector sanitario es uno de los más afectados. Con un déficit de 1.400 millones de reales (325,5 millones de euros), tuvo que recibir una inyección de emergencia de 387 millones de reales (90 millones de euros) en la última semana del año para hacer frente a la epidemia de dengue y del virus Zika, ambos trasmitidos por el mosquito Aedes aegypti. El cierre de Urgencias de varios hospitales de Río de Janeiro, a finales de diciembre, había dejado a la población desprotegida.
Al menos 12 hospitales literalmente tapiaron las puertas, redujeron las camas en un 50% y restringieron la atención sanitaria en Urgencias solo a los casos más graves por la falta de recursos y de materiales tan básicos como guantes, tiritas o medicamentos.
El gobernador Luiz Fernando Pezão llegó a decretar a finales de 2015 el estado de emergencia en la sanidad pública para un periodo de 180 días. “No podemos quedarnos callados. Nuestra preocupación es que se produzcan muertes y que la responsabilidad recaiga sobre los médicos. Esta situación criminal es responsabilidad del Gobierno”, asegura Jorge Darze, presidente del Sindicato de los Médicos de Río (SinMed).
A principios de esta semana, Darze ha convocado a los principales medios de comunicación internacionales para alertar a las personas de otros países que pretenden visitar Río de Janeiro durante los Juegos: “Si se ponen enfermos aquí, van a tener dificultades para ser tratados”, señala.
Para este sindicalista, la crisis de la sanidad se debe a errores en la gestión pública: hubo un gasto excesivo en la construcción de nuevos edificios en detrimento de la mejora de unidades ya existentes, que podrían proveer las necesidades de la población.
Brecha financiera en las pensiones
“Yo he tenido que ir a tres centros con la fiebre a 40 para que me diagnosticaran el dengue”, cuenta desesperada Marcela, encargada de un restaurante que vive en la favela de Vidigal, infestada de mosquitos. “En el primer hospital me dejaron esperar horas, hasta que vino una enfermera y me midió la temperatura a toda prisa, para que saliese 37 y poco. Me dijo que mi caso no era urgente y me mandó para casa. Yo estaba delirando y no tuve fuerzas para protestar.
En el segundo centro sanitario, intentaron hacer lo mismo, pero les pedí que midieran la temperatura a conciencia. Dio 39,8. Me dejaron esperar dos horas, no me hicieron ninguna prueba y no me dieron ningún medicamento en vena, porque no había”, relata Marcela.
“Finalmente en el tercer centro, flipa, está en la favela de Rocinha, un médico se apiadó de mí y me hizo los análisis. Mis plaquetas estaban en 70.000, o sea,con riesgo de hemorragia. Aun así, me mandaron para casa. No tenían dónde ponerme”, continúa. “Ha sido una pesadilla”.
Los 251.543 jubilados que viven en el estado de Río de Janeiro no están mejor. Rioprevidência, el organismo responsable del pago de las pensiones, tendrá que gastar este año 17.800 millones de reales (4.140 millones de euros). Sin embargo, solo hay 4.900 millones de reales en las arcas públicas (1.140 millones de euros), es decir, el 27,5% del total. Para cubrir esta brecha financiera, el presidente de Rioprevidência, Gustavo Barbosa, confía en los ‘royalties’ del petróleo y en la venta de inmuebles del estado.
“El problema principal no es la reducción de los ingresos y sí el aumento de los gastos. Las normas brasileñas permiten una jubilación muy precoz. Si sumamos la longevidad cada vez mayor de la población, tenemos una situación en la que los gastos avanzan de una forma que no hay presupuesto que aguante“, asegura Barbosa.
En Brasil no hay una edad mínima para jubilarse, como sucede en España, donde el tope ha sido fijado en los 67 años. Cualquiera que haya cumplido un número mínimo de años cotizados, puede retirarse del mercado de trabajo. Como consecuencia, hay muchos funcionarios y militares que se jubilan a los cincuenta y pocos años.
Otra dificultad para las finanzas cariocas reside en su dependencia del petróleo. Con el precio del barril por los suelos (33,27 dólares, el más bajo de los últimos 12 años), las arcas públicas sangran. Para algunos economistas, el principal fallo es no haber implantado un modelo parecido al de Noruega y Chile, cuyas economías dependen de la producción de petróleo y cobre, respectivamente. En ambos países, los gobiernos han creado fondos soberanos para los momentos de crisis.
El impacto del caso Petrobras
“En estos lugares, cuando el precio de las materias primas está en alza, se deposita el exceso en un fondo. O sea, se hace un ahorro en las épocas de vacas gordas para los tiempos de vacas flacas, porque es sabido que los precios pueden bajar. El estado de Río de Janeiro, en cambio, se comportó como Venezuela, gastó todo el dinero y ahora está en crisis”, afirma Marcelo Portugal, economista y profesor de la Universidad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS). “Otro error es que el estado de Río de Janeiro se ha comportado como si fuese Arabia Saudí, con recursos procedentes del petróleo tan altos que se ha permitido el lujo de bajar los impuestos”, agrega.
El escándalo de corrupción en la principal petrolera de América Latina,Petrobras, también juega un papel decisivo en la quiebra técnica de Río de Janeiro. La operación Lava Coches tendrá un impacto negativo de 2,5 puntos porcentuales en el PIB brasileño. “Este caso ha paralizado sectores que tienen un peso enorme en las inversiones totales de la economía.
Entonces es natural que haya un impacto negativo en el PIB a corto plazo”, explica Alessandra Ribeiro, economista de la consultora Tendências. Otra consultora, GO Associados, calcula un efecto del caso Lava Coches en el PIB de la misma magnitud. Según sus estimaciones, el impacto tanto directo como indirecto podría ascender a 142.600 millones de reales (33.000 millones de euros) en 2015, es decir, en torno al 2,5% del PIB brasileño.
Solo Petrobras redujo en más de un 30% el volumen de las inversiones previstas para el periodo entre 2015 y 2019. Al mismo tiempo, muchas empresas del sector del gas y de la construcción civil han llevado a cabo distintos ERE.
Ni siquiera los ingresos de las Olimpiadas, que se disputarán en agosto de este año, pueden contribuir a paliar esta situación. “Los Juegos Olímpicos traerán unincremento en la economía del estado de Río de Janeiro, con un mayor flujo de turistas.
Eso puede ayudar un poco. Por otro lado, será más difícil cortar gastos, y eso a pesar de que muchas de las obras olímpicas son responsabilidad del ayuntamiento”, señala Marcelo Portugal. Brasil espera recibir un millón de turistas durante las celebraciones olímpicas y paralímpicas, que se hospedarán la mayor parte del tiempo en Río de Janeiro.
Mientras tanto, y a pesar de este panorama económico sombrío, el Gobierno de Río de Janeiro acaba de acometer una obra faraónica para reformar la fachada del palacio presidencial, que costará 2.400 millones de reales (558 millones de euros) al erario público. El inmueble, concluido en 1924, tiene 11.400 metros cuadrados y funciona como residencia oficial del gobernador, aunque Luiz Fernando Pezão no vive allí.
El edificio ya está pasando por una reforma del área interior. Iniciada en 2012, ha costado 39 millones de reales (nueve millones de euros) y ha sidofinanciada por 13 empresas privadas a cambio de beneficios fiscales. La obra debería concluirse antes de los Juegos Olímpicos, cuando el Gobierno local planea usar el palacio para recibir a los jefes de Estado que visitarán la Cidade Maravilhosa.