Desde que el populismo hizo irrupción en América Latina en la primera mitad del siglo XX, la andanada de mandatarios que se inscribieron dentro de esa corriente política ha sido creciente. Desde Perón hasta Chávez, la lista puede ser interminable. La búsqueda de un equilibrio en la imagen y de satisfacer a todos los sectores sociales, sin que se tomen medidas de fondo a cambio de sucedáneos populares, es uno de los pilares de esa doctrina política.
En el caso colombiano hablar de un presidente, alcalde o gobernador netamente populista es imposible. Las medidas de corte populista han sido episodios presentes en tal o cual programa de gobierno. Sin embargo, es la recepción de estas lo que configura la percepción de populista de quien tome las medidas. Como lo señala el profesor César Augusto Ayala, el populismo sirve para “estabilizar y, en últimas, salvar al capitalismo”.
Por ejemplo, cuando el Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, decidió que una de sus primeras medidas de gobierno debía responder a lo dicho por la ONU en materia de acceso a agua potable, y estableció el mínimo vital del líquido, medio país se le fue encima y fue calificado como un populista raso.
Sin embargo, han existido disposiciones nacidas de la Presidencia de la República que sí tienen todos los visos de populismo y han sido implementadas sin que nadie haya puesto el grito en el cielo.
Casas, casas y más casas
Cuando el presidente Juan Manuel Santos y el anterior ministro de vivienda, Germán Vargas Lleras, lanzaron el programa de 100.000 viviendas gratis, más allá de la preocupación por la calidad de los inmuebles, pocas voces cuestionaron la medida o la consideraron un acto populista.
A pesar de esa unanimidad alrededor de la propuesta, las 100.000 viviendas han ido evidenciando varios problemas. En primer lugar, surgió el problema de quién construiría las casas y en dónde se construirían. Decisiones que pasan por el uso de recursos públicos que pueden beneficiar a unos cuantos constructores cercanos al gobierno, o por una pugna con los POT´s locales que no están preparados para una urbanización monumental en tiempo record.
Además, la presencia de Germán Vargas Lleras en la inauguración de algunas de las casas, sin que ya sea Ministro de Vivienda, hace pensar que es un abierto acto de campaña. Esto último hace que las buenas intenciones del programa empiecen a deslucir. Una medida que sirvió para presentar al Presidente como un mandatario altruista y al exministro como un posible continuador de las políticas santistas. Ambos objetivos no han sido conseguidos con el éxito esperado: a septiembre del presente año, según la última encuesta de Datexco, la popularidad del Presidente es la más baja desde que Pastrana hubiera asumido la Casa de Nariño y el perfil presidenciable de Germán Vargas Lleras aún no se consolida.
Papa para todos
El pasado mes de julio fue uno de los más complicados y angustiosos para el Presidente Juan Manuel Santos ya que el paro agrario y el creciente apoyo a la huelga en los núcleos urbanos puso a trastabillar su imagen y grado de aceptación.
Los enfrentamientos entre campesinos y fuerza pública hicieron que la reelección presidencial empezara a tornarse en algo esquivo. La mesa de concertación entre el gobierno y el campesinado logró conjurar el paro a cambio de que el ejecutivo se comprometiera a solucionar los problemas de fondo del agro colombiano, entre los que se encuentran la imposibilidad de competir, en materia de precios, con el contrabando que entra y con las economías subsidiadas que han firmado tratados de libre comercio con Colombia. Una de las promesas de los negociadores del gobierno fue buscarle soluciones a los problemas del gremio papero del país.
Es de esa manera como esta semana el gobierno nacional, ante la amenaza de un nuevo paro agrícola, compró más de tres mil toneladas de papa a los campesinos de Boyacá, Cundinamarca y Nariño. El fin de la compra es entregar el tubérculo de manera gratuita en regiones necesitadas del país, como el Chocó, Magangué y Florencia y en San Andrés, región afectada por el reciente fallo de la Haya.
La inversión de recursos públicos para evitar una situación que, además de generar problemas de orden público, deje peor parada la imagen del Presidente, podría interpretarse como un claro y abierto acto populista.
Entre más prima, más me arrimo
Uno de los últimos actos con los que el Presidente Santos conjuró otra de sus crisis, como lo fue la baja participación de los congresistas en la votación y aprobación de la reforma a la salud, fue decretar una prima especial para senadores y representantes, por un valor cercano a los ocho millones de pesos mensuales.
Esta nueva prima restituyó los ingresos que las primas de salud y localización aportaban a las cuentas de los congresistas y que fueron “tumbadas” por el Concejo de Estado hace un par de semanas. Desde ese momento el clima en el congreso se enrareció y fue con la inasistencia y desinterés por la votación de la reforma a la salud, programa estrella del actual Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, que el gobierno asumió la búsqueda de una solución. A través del decreto 2170 del 2013 se implementó una medida que si bien no alegró a muchas personas del común, sí logró que en menos de veinticuatro horas se votara y aprobara la mencionada reforma. Una salida rápida y expedita para una crisis que se avizoraba en el horizonte.
“Agüita pa’ mi gente”
El presidente Santos inició hoy una “maratón por el agua” que tiene como fin inaugurar proyectos de acueducto y alcantarillado en diferentes puntos del país. Desde Riohacha, capital de la Guajira, que hasta ahora accede a su acueducto, hasta Quibdó y Tumaco, la jornada busca entregar más de 600 mil millones en obras y llegar a 1.7 millones de personas.
El capital político de un plan como este es monumental ya que implica la entrega de obras de primera necesidad a menos de 15 días del inicio de la ley de garantías, pistoletazo inicial de las campañas políticas a senado y cámara y antesala de la contienda electoral por la presidencia.
Con lo anterior vale mencionar que los señalamientos de populismo que se han hecho en contra de algunos mandatarios locales podrían aplicarse igualmente a la figura del Presidente de la República quien, a través de varias medidas, ha puesto de su parte a distintos y variados sectores del país sin que existan soluciones de fondo a los problemas que ha tenido que enfrentar y conjurar con bandazos populistas.