Después de leer la entrevista de Confidencial Colombia a Martha Lucía Ramírez, y harto de escuchar tanto despropósito en contra de la paz y a favor de la guerra, decidí hacer esta reflexión.
Guerra y más guerra
Lo que piensa la dirigente conservadora es totalmente rebatible. Dice que no era el momento de iniciar conversaciones con las FARC, pero se le olvida lo que decía en su efímero Ministerio de Defensa y su salida por la puerta de atrás.
Recordemos que ella y Fernando Londoño decían que la guerra se acababa en un año, que era el tiempo que le quedaban a las FARC. Reiteraba una y otra vez que columnas interminables de combatientes descendían de las montañas o salían de la selva para deponer las armas. Recordemos que los analista se burlaban de esas extravagancias porque las cuentas no daban. Entre insurgentes dados de baja y desmovilizados, ya ni la soledad acompañaría a los jefes de las FARC. Todo terminó, cuando le llegaron los cuerpos sin vida del exministro Echeverri, del ex gobernador Gaviria, y de soldados y suboficiales.
Transcurridos 10 años de ese triste episodio, expresa que el país no estaba en condiciones de iniciar negociaciones cuando Santos las comenzó, porque aún faltaba reducir a la insurgencia antes de sentarla a negociar, y que solo hoy sería el momento, es decir, el momento del irresponsable populismo electoral, en el que está jugando.
Palabras más palabras menos es lo mismo que dicen sus amigos ideológicos del Centro Democrático. La paz si pero primero la guerra eterna.
Como argumento electoral es válido que ella abogue por que Santos no vaya a la reelección, porque ve en ello una posibilidad de protagonismo político y de poder, pues se imagina que cabría en el Centro de Uribe o en el centro de Vargas Lleras, o de pronto en las madrugadas se despierta y piensa que sería ella la líder.
Política industrial y de innovación
Critica al presidente Santos porque anuncia que se iniciará el diseño de una política industrial y de innovación, cuando ella había liderado un trabajo hace 2 años con el cual se imaginó que la llamarían de la Casa de Nariño para acogerlo y que liderar su implementación.
Debo decir que he leído en detalle esa tarea, porque es uno de mis temas de trabajo. Su texto de recomendaciones es bastante bueno y al igual que los estudios que encomendó a José Antonio Ocampo y a Astrid Martínez.
Pero no fue eso lo que hizo cuando fue Ministra de Comercio e Industria. En ese entonces, no hablaba de política industrial ni de innovación, hablaba de competencia y de competitividad, de libre comercio, y de firmar acuerdos de asociatividad empresarial para conformar clusters, y la verdad es que hizo una tarea impecable en cuanto al número de intenciones firmadas, pero igualmente impecable el resultado: cero clusters, y los demás programas a mejor vida. No dejó nada consolidado, y a pesar de que estaba en el gabinete del presidente Uribe, nada pudo hacer para que el Ministro Botero, que no tenía ni idea de competitividad ni de política industrial ni de innovación ni de emprendimiento ni de desarrollo regional, recogiera su legado para mejorarlo, proseguirlo y consolidarlo.
Gestión del presidente
Critica también la falta de resultados de la gestión del presidente. Ni avalo ni critico lo que ella dice y ni lo que dicen los del Centro Democrático, los del Polo y otros más, porque he llegado a la conclusión que el problema de lo público es de tal dimensión, y el desarreglo institucional de Colombia es de tal premodernidad y desbarajuste, que solo un nuevo pacto social por la reconstrucción de la nación, o como dice el expresidente Betancur, “para volver a barajar”, permitiría iniciar una nueva senda de desarrollo con instituciones inclusivas que permitan buenos gobiernos. Esto solo sería posible si en Colombia se hace la paz.
Mientras haya guerra es imposible que la sociedad tenga cabeza para pensar en lo que debe pensar. Lo demás son mentiras y artilugios populista electorales. El profesor e investigador visitante, James Robinson, tiene razón en la lectura que hace de Colombia, por eso todos los universitarios, políticos, profesores y guerrilleros deben leer Por qué fracasan los países, para entender que Colombia debe reinventar su rumbo hacia unas instituciones inclusivas e innovadoras. La política industrial y de innovación que Santos ha pedido a sus ministros de la economía, es parte de la construcción de instituciones modernas por lo tanto para un país del futuro.
Creer que es posible construir una nueva e incluyente sociedad en medio de las balas, es un sinsentido que solo se le ocurren a mentes que tienen las neuronas desconfiguradas.
Elecciones
Hoy por hoy, Colombia tendría unas elecciones de centro derecha hacia la derecha, porque la izquierda, los Verdes, y la recién resucitada Unión Patriótica, parece que se enrutan a sepelios de segunda.
Salvo el exterminio impune de la UP, a todos los demás partidos la ciudadanía les ha dado una oportunidad, pero el Polo la desperdició en Bogotá, a los Progresistas los tienen contra las cuerdas el Procurador, a los Verdes se les fueron 3´700.000 de seguidores y descartada la posibilidad de que el fajardismo y el mockusismo asuman el liderazgo, no sacarán ni 370.000 votos en el 2014. Y no sé qué cuentas hace Clara López para vetar la reforma política que los salve a todos.
Pero quedan los indignados, que están en la clase media de la Ola Verde y en el 50% de ciudadanos que no van a las urnas, porque así como en Brasil y Chile, en Colombia la gente pronto pedirá que quiere una sociedad moderna, una sociedad sin dominio de la corrupción, una sociedad con calidad de vida, una sociedad con educación y salud de primer nivel, una sociedad con oportunidades de calidad y no de favores, y una sociedad con nuevo sistema político y de valores.
Así las cosas, hoy, insisto en mi expresión: Santos por la paz y Santos porque no hay más. Pero el presidente debe evitar ser errático en algunas de sus manifestaciones, debe sopesar que Colombia no es posible gobernarla desde los Country Club porque fue así como se desató la barbarie, en lo internacional aprender de Piñera y de los demás en sus relaciones con Venezuela, ponerse al frente de la política industrial y de innovación y de las locomotoras, y sobre todo pensar que muy pronto se debe hacer un cese bilateral del fuego, para que la gente sienta la paz y así desarmar el espíritu guerrero de la extrema derecha.