Con una tímida participación se llevó a cabo la caminata por la paz, como acto de cierre de la Semana por la Paz. Un concierto en la Plaza de Bolívar de Bogotá fue el acto central de un cierre que dejó muchas dudas sobre la organización y el poder de convocatoria de estos espacios, en el marco de los diálogos entre las Farc y el Gobierno Nacional.
La versión número 27 de la Semana por la Paz tuvo un cierre con escasa participación de la población civil convocada. Desde que fuera establecida la Iniciativa Ciudadana por la Paz en 1987 y se pudiera llevar avante la Primera Semana por la Paz, después de que la Compañía de Jesús vendiera la custodia conocida como “La Lechuga” para conseguir recursos, no había estado tan cerca la posibilidad de terminar el conflicto armado colombiano como hoy en día.
Sin embargo, la poca acogida y difusión de los actos desarrollados en la semana del 7 al 14 de septiembre de 2014, permiten pensar que podría estarse acabando la “batería” para este tipo de iniciativas emprendidas desde la civilidad.
Los procesos provinciales logran ejercer una gran impresión en las personas que asisten a los actos públicos que reconocen a la paz como un mandato de la ciudadanía. Esto, por no mencionar que el cierre de la Semana por las Paz de este año, en Bogotá contó con un gran apoyo por parte del Distrito. A pesar del interés en este tipo de procesos ese apoyo pudo actuar en perjuicio de los actos ya que como se rumoreaba, por parte de algunos, en la Plaza de Bolívar “ese era un acto en el que la Alcaldía estaba ganando protagonismo”. Desafortunadamente los cálculos de 20 mil participantes en la caminata por la paz tuvieron que trocarse por escasos 500 asistentes al concierto de cierre de la semana.
Como lo señaló Luis Alfonso Castillo, defensor de derechos humanos de la organización Andas, “una de las posibles fallas de esta ocasión en cuanto a convocatoria se pudo deber a que una caminata en día hábil no es fácil de justificar para muchas personas en sus trabajos. Además, esta experiencia da herramienta de análisis para pensar que se debe ir a los barrios y comunidades y no esperar a que ellos se articulen de esa manera que se ha venido haciendo”.
Al mismo tiempo que se estaba haciendo la caminata por la paz en Bogotá, en 16 departamentos del país se adelantaban actos similares que tenían como fin el cierre de la semana por la paz. Los tejidos sociales en esos casos están más afianzados dada la cercanía de la ciudadanía con el clamor por la paz.
Otra de las posibles razones para que la convocatoria en Bogotá no haya sido la esperada es el proceso de paz que se vive en La Habana que concentra la atención de la población colombiana, así como de los poderes estatales y de los medios de comunicación. A pesar de que la proclama de esta semana por la paz que termina incluye el apoyo a la mesa de negociación y busca celeridad en las negociaciones con el ELN y el inicio de un proceso similar con el EPL al que se lleva con las Farc, es notorio que los diálogos con este último grupo son el centro de atención en torno al cual giran los anhelos de paz de la mayor parte de la opinión pública, sea a favor o en contra.
Patricia Ariza, legendaria gestora cultural premiada esta semana con el Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en la categoría “A toda una vida”, señala que uno de los problemas grandes de la falta de acogida de la Semana por la Paz es el hecho de que, a pesar del gran presupuesto con el que cuenta la Alta Consejería Distrital para los Derechos Humanos de las Víctimas en cabeza de Ana Teresa Bernal, “la gente está cansada de la paz, no de la guerra. Es decir que a la gente el discurso de la paz en abstracto no le cala. Es necesario enfocar esos anhelos en hechos puntuales y acciones que respondan a esos hechos. Por ejemplo, una manifestación que exija el cese bilateral del fuego. De lo contrario seguirán haciéndose estos eventos con una participación minoritaria”.
Y es que sobre lo dicho por Ariza hay hechos que parecieran darle la razón. La caminata por la paz no convocó más de 300 personas. Sin embargo, a las 3 de la tarde del viernes 12 de septiembre, hora del concierto en el que tocó Andrea Echeverri junto a un coro de niños, la concurrencia creció hasta llegar a cerca de 500 personas.
Así las cosas, se presenta un reto bastante grande para los procesos que buscan hacer de la paz un mandato ya que errores organizativos, comunicacionales y el protagonismo de otras situaciones, como los diálogos de paz de La Habana, tienden a opacar estos espacios en los que las organizaciones de base y la ciudadanía se cohesionan para exigir una Colombia en paz.