¿Se reorganizan los actores políticos?

El docente e investigador de la Universidad Nacional, Alejo Vargas hace un sesudo análisis sobre la configuración de las fuerzas políticas en el país. Opinión.

Las últimas semanas hemos visto un inusitado movimiento en el escenario político colombiano, lo que puede expresar, o bien agrupamientos transitorios o el inicio de reacomodaciones definitivas en la perspectiva de debates políticos de futuro.

Recordemos que el escenario político actual en el Congreso está caracterizado por la presencia de la llamada Mesa de Unidad Nacional, una coalición de centro-derecha, compuesta por las fuerzas de los partidos Conservador, de la U, Liberal, Cambio Radical y Verde –colateral, pero discretamente actúa con ellos el PIN-, adicionalmente queda la oposición, muy disminuida, del Polo y otras pequeñas fuerzas políticas independientes como el Partido MIRA. Pero, la política no se agota en el ámbito del Congreso y sus representantes, una parte importante de la dinámica política colombiana se mueve al margen del Congreso en escenarios de movilización social, del debate en los medios de comunicación y otros escenarios, de un creciente rol de las redes sociales.

Hace unos meses vimos que la “Marcha Patriótica” hizo su presentación en sociedad, agrupando una serie de movimientos agraristas y comunales y al Partido Comunista como uno de sus bastiones y que tiene como ejes la paz negociada y los temas agrarios, entre otros. La derecha política crea, liderada por Álvaro Uribe, el movimiento llamado “Puro Centro Democrático”, con la bandera de recuperar las políticas del anterior Gobierno, en especial la política de seguridad democrática. Hubo el encuentro de un grupo de colombianos en Medellín identificados como “Pedimos la Palabra”, que expresan una convocatoria amplia al país, para decirle a los colombianos que la opción no es polarizarse entre santistas y uribistas, que lo pertinente es reconciliar a los colombianos con proyectos de país incluyentes, que coloquen el desarrollo con equidad en el centro de sus prioridades, que combata la corrupción como un enemigo del desarrollo y que sitúen la educación, la explotación racional de nuestros recursos y la política social como centros de gravedad de una estrategia del desarrollo para todos. Por último, dentro de la tradición dogmática de nuestras izquierdas, las directivas actuales del Polo excluyeron al Partido Comunista por una supuesta doble militancia de sus miembros, pero esto no es otra cosa que la culminación de un proceso de varios años atrás, donde sus directivos, actuando con el viejo esquema del centralismo democrático y creyéndose los depositarios de la razón social de izquierda, impartían unas especies de ‘patentes de corzo’ para decir quién era y quién no de izquierda.

Adicionalmente, parece ya evidente que el presidente Santos tiene su reelección en la mira de las prioridades de su actividad política y de Gobierno y esto sin duda va a condicionar de manera importante el comportamiento de las fuerzas partidistas. La coalición de la “Unidad Nacional” seguramente se va a mantener unida, aunque pueden desgranarse algunas unidades de los partidos, de la U, Conservador y Liberal, hacia el “Puro Centro Democrático”, especialmente si se hace realidad la propuesta de una lista al Senado encabezada por el ex presidente Álvaro Uribe, pero para ello se requiere previamente que se apruebe una norma legal transitoria que permita el transfuguismo político y de esta manera se reacomoden los congresistas, diputados y concejales que no se sientan cómodos en las actuales fuerzas políticas –esto parece viable en la medida en que congresistas de distintas bancadas la están buscando-, pero obviamente esto depende también de la capacidad que tenga el gobierno de Santos de ‘distribuir la mermelada’ a nivel de los congresistas y las regiones. Si bien es muy importante que se cree un mecanismo de representación política de la derecha civilista, sin embargo, está por verse si efectivamente el ex presidente Uribe decide liderar esta lista a Senado, e igualmente qué tanto es el respaldo electoral real, es decir, qué tan positivo pueda ser el resultado, allí podrían haber sorpresas y de repente la votación por esta lista termina siendo mucho menor de lo esperado.

Por su parte, el gobierno Santos, con el Presidente a la cabeza, ha venido moviéndose para tratar de recuperar el apoyo perdido de la opinión; para ello adelantó la llamada ‘vuelta a Colombia’ haciendo una rendición de cuentas de las realizaciones de sus distintos Ministros en los primeros dos años de gobierno, igualmente una estrategia de medios para presentar resultados y una mayor presencia del Presidente en las regiones. También una tratamiento democrático de la conflictividad con las organizaciones indígenas del Cauca, incluida la reunión del Presidente en el resguardo de La María con las comunidades indígenas, que sin duda hay que valorar positivamente. Ahora bien, qué tanto impacto haya tenido esto en la opinión está por verse.

El campo de la izquierda política no sólo se ha venido debilitando desde las últimas elecciones, sino que igualmente se ha fragmentado. El Polo, así no lo acepten sus actuales dirigentes, ha venido en un proceso de debilitamiento progresivo con el retiro de importantes dirigentes y la predominancia de sectores tradicionales de la izquierda ortodoxa, al punto de estar hoy reducido a su mínima expresión. Pero paradójicamente en el contexto de esta crisis del Polo, emerge de una parte el movimiento “Progresistas” que busca agrupar a sectores de centro izquierda que estuvieron cerca de la candidatura a la Alcaldía de Bogotá de Gustavo Petro y que por el momento parece tener como cabeza visible a Antonio Navarro y que buscaría contribuir a una opción política de centro-izquierda, e igualmente, con fuerza el Movimiento “Marcha Patriótica” que por el momento sigue siendo una incógnita cuál va a ser su desarrollo futuro, aunque es previsible que vaya con listas a Congreso en el próximo debate y trate de buscar acercamientos para apoyar una candidatura presidencial.

La convocatoria “Pedimos la Palabra”, si bien ha manifestado su decisión de mantenerse y continuar realizando reuniones regionales, por el momento no es claro si vaya a convertirse en el núcleo de un nuevo movimiento político o si por el contrario sigue siendo un movimiento de opinión con un fuerte contenido ético y critico, pero sin transformarse en una convergencia político-electoral; frente a esta posibilidad atentan la diversidad político-ideológica de sus miembros, las diferentes expectativas de los mismos, la inexperiencia de la mayoría de ellos en la política electoral; pero, obra a favor de esta opción, el buen recibo que en principio ha tenido la iniciativa en sectores de opinión, el liderazgo de muchos de sus miembros, algunos elementos de convergencia a propósito de puntos centrales que podrían alimentar una propuesta programática.

Una opción que se podría derivar de allí y que represente hoy a la Colombia mayoritaria, a la Colombia profunda y diversa, debería ser convocante, sin exclusiones ni dogmatismos, sin pretender monopolizar y uniformizar esta rica diversidad nuestra, donde no se excluya a nadie, donde la norma básica sea el respeto a las reglas del juego democráticas, pero priorizando a los más desfavorecidos para avanzar hacia una sociedad más equitativa.

Y esa opción política, que no podría tener el modelo partidario tradicional del pasado, que debería ser una estructura innovadora, seguramente parecida a los modelos de organización en red, está por construirse y debería ser para esos sectores una verdadera prioridad.

Podemos concluir señalando que hay por el momento grandes movimientos en el escenario político, pero todavía parecen ser más tanteos y principios de reacomodos que cambios definitivos en el panorama de los actores políticos, sin embargo, sí parecen estarse prefigurando desde ya los escenarios y los actores para el próximo debate electoral del 2014.