El accidente de tránsito en el que resultaron muertas 4 personas y en el que se vio envuelto Ernesto Manzanera, le dio la vuelta al país. La decisión de arle casa por cárcel desató una ola de desaprobación en las redes sociales y en la opinión pública que generó todo tipo de reacciones. Silvia Valencia Noguera, tiene la suya propia que le dice a Manzanera que su vida no será igual después del accidente.
Sus primeros pensamientos al abrir los ojos en las mañanas nunca podrán volver a ser los planes del día que empieza o los recuerdos del día anterior. Sus conversaciones más íntimas en una noche con amigos o familia ya no serán sobre la persona que ama, sus preocupaciones laborales o sus futuros proyectos. Las últimas imágenes en su mente antes de dormir no volverán a ser referidas a personas del trabajo, ni amigos ni ovejas, ni paisajes. Sus comentarios sobre las noticias que día a día transmiten los medios ya no pedirán justicia, ni se preocupará por los más necesitados, ni los corruptos ni los partidos políticos, ni el football, ni el tráfico. Su reacción al ver un accidente en la calle no será solidaria así sea para hacer una llamada de emergencia. Su sensación al volver a su casa después de un paseo no volverá a ser de paz; su sensación al llegar al paseo ya no será de descanso.
Su emoción al recibir buenas noticias sobre su familia o amigos no volverá a ser alegría. Sus visiones al cerrar los ojos después de un destello de luz muy fuerte no volverá a ser la última imagen invertida en el cerebro. La letra de las canciones que escuche no volverán a tener sentido ni orden ni tiempo. Su sensación al entrar a un agua termal después de un día agitado y frío no volverá a ser de placer. Su sentimiento al ver un bebé no será de ternura.
Antes de dormir y justo después de despertar lo embargará la angustia y sólo verá oscuridad y sangre. En sus conversaciones más íntimas siempre saldrá una familia que dejó de soñar. Al ver, oír o leer noticias sólo vendrán a su mente imágenes de una camioneta roja, unas fotos familiares, recuerdos de una noche trágica. No pedirá justicia porque usted mismo no la facilitó cuando fue su momento. No buscará ayuda para un necesitado, su cabeza y sus manos no podrán reaccionar y se quedarán paralizadas como su corazón. Pero su corazón, sin poder sentirlo, seguirá latiendo, latiendo y latiendo convirtiendo su vida en una larga agonía. Una interminable agonía que no le permitirá sentir paz ni alegría ni placer ni ternura. Su mente no volverá a encontrar sentido, ni sus ojos luz, ni usted con el sueño encontrará el descanso.
Ernesto Manzanera, ya la muerte enlutará su vida para siempre.
Ojalá usted no permita que su silencio, sus mentiras, su miedo, sus malos consejeros le roben la posibilidad de aportar algo a la justicia, de iluminar un poco la oscuridad, de utilizar este tremendo episodio de su vida como un camino de cambio para usted y para muchos que como usted cometieron un error fatal al no medir sus actos. Ya se escondió la noche de los hechos, todavía puede salir a la luz, decir la verdad y enfrentar las consecuencias. Todavía puede hacer justicia, todavía puede reconocer su falta y pedir perdón, todavía puede ayudar a sanar, todavía puede hacer algo que a usted mismo le ayude a no encerrarse en un hueco sin sentido, un hueco mucho más oscuro, cruel y devastador que la cárcel. Sus palabras no devolverán las cuatro vidas que sus actos se robaron, pero sí pueden ayudar a sanar y educar a otros para prevenir muertes trágicas y personas eternamente agonizantes como lo será usted de ahora en adelante.